Durante muchos años fue un icono de la izquierda española y el azote de la derecha. Ahora, su discurso es aplaudido por el Partido Popular, Ciudadanos e, incluso Vox, y criticado por miembros del que fuera su partido. Alfonso Guerra, quien fuera vicepresidente del Gobierno de Felipe González, ha respondido a esta y otras muchas cuestiones este domingo en el programa 'Salvados'.

Tal y como ha desvelado Jordi Évole, conseguir la entrevista no fue precisamente coser y cantar. El periodista le confesó a Guerra que llevaba intentando hablar con él 11 años. Solo con Aznar dedicó tanto tiempo. Finalmente, tras más de una década ansiándolo, ambos se han visto las caras. 

"Yo soy una persona de izquierda, sincera y valiente". Así se ha definido Guerra a sí mismo, tras las acusaciones de que se ha derechizado con el paso de los años. Asimismo, ha asegurado que nunca votaría "a un partido que no sea el PSOE", aunque no ha aclarado si su voto será para Sánchez, puesto que "no es oficial que vaya a ser el candidato socialista" en las elecciones generales del 28 de abril. Pese a esta puntualización, Guerra a definido al secretario general de los socialistas  como un  "joven, dinámico y con muchas habilidades"

En otro orden de cosas, el número dos del PSOE de Felipe González ha tildado de "izquierda boba" a todos los partidos que hablan con eufemismos a la hora de utilizar la palabra "España". Y también ha criticado a Ciudadanos por el pacto alcanzado en Andalucía con PP y Vox, considerando el hecho de llegar a un acuerdo con la extrema derecha una "mancha que le va a costar mucho tiempo desprenderse".

No se ha mordido la lengua tampoco al hablar del nacionalismo catalán, a cuyos integrantes ha acusado de "usar el dinero, la televisión y las escuelas para adoctrinar". Por ello, "a los independentistas no hay que cederles nada. Ni la autodeterminación". Según Guerra, este nacionalismo está poniendo a España "en riesgo de autodisolución".

Del mismo, han sorprendido las palabras con las que se ha referido a Venezuela y Arabia Saudí. A ambos países los ha catalogado como "dictaduras despreciables", no obstante ha vuelto a remarcar, como ya hizo durante una intervención en la Cadena Ser que la segunda funciona puesto que "le sobra oro por todas partes", frente a la primera en la que "no hay para comer".