Lo dice hacia el final de las casi tres horas de la ficción de raíz documental A fábrica de nada uno de los obreros protagonista: “Mundo, nos hiciste daño, pero te queremos tanto”. Durante los minutos precedentes, hemos visto a ese obrero y a sus compañeros perder sus empleos tras el desmantelamiento que realiza la empresa de la fábrica de ascensores en la que trabajan. Los hemos visto renunciar, en algunos casos, a las indemnizaciones con las que pretenden comprar su silencio, y organizarse en la lucha y la toma de la fábrica hasta terminar teniendo la oportunidad de autogestionarla gracias a un encargo casi milagroso que llega de Argentina y que da pie a un insólito número musical. También hemos asistido a las conversaciones banales de sus tiempos muertos, a la dificultad que tienen para mirar a los ojos a sus familiares ante el derrumbamiento de su situación, que no debía ser muy diferente a las de otros cientos de miles de portugueses en los años más duros de la crisis.

Hay tanto en A fabrica de nada y tan bien contado, incluyendo algún arrebato metacinematográfico y un tramo de densa disección teórica sobre el callejón sin salida del capitalismo y las posibles soluciones para el trabajador, que no podía ser otra la ganadora del Festival de Cine Europeo de Sevilla 2017. Justo Giraldillo de Oro para un film en el que cunde el ejemplo, ya que está autoproducido por el colectivo Terratreme al margen de la industria y las instituciones. Otra visión amarga de la Europa actual, la genial Western (Valeska Grisebach), que muestra el encontronazo de unos obreros alemanes con los oriundos de un pueblecito búlgaro en el que están construyendo una presa, se ha hecho con el Gran Premio del Jurado. El famoso actor Mathieu Amalric ha sido galardonado por su faceta de director gracias a Barbara, enérgico y muy inusual biopic de la estrella de la chanson, que ha presentado en persona durante el festival derrochando devoción por su obra y encanto. En cuanto a los premios de interpretación, se los han repartido dos jóvenes italianos: Selene Caramazza, por el intenso drama romántico Corazón puro; y Pio Amato, en quien reside el alma de la A ciambra, certero retrato del despertar a la delincuencia de un adolescente gitano.

Huérfanos del sistema

Ha sido, en general, una sección oficial competitiva de buen nivel la que ha ofrecido esta edición del SEFF, aunque ha llamado la atención la ausencia en ella de títulos que ya vinieran premiados de otros festivales o que estuvieran firmados por los grandes autores del cine europeo (Dolan, Lanthimos o Assayas formaron parte de la competición en ediciones precedentes). Esta coherente maniobra de selección del festival ha desplazado la atención hacia otras secciones, en especial hacia la selección de la EFA (Academia del Cine Europeo), en la que el drama Insyriated se ha hecho con el Premio del Público por encima de la Palma de Oro en Cannes The Square o lo último de Haneke, Happy end; y Las Nuevas Olas, sección extensa dedicada al cine hecho en los márgenes por debutantes y consagrados, en la que el jurado está formado por un grupo de universitarios.

El reconocimiento principal de la sección ha ido a parar al debutante madrileño Adrián Orr y su Niñato, cinta que nos traslada a la rutina del conocido artista de hip hop del mismo nombre, padre soltero de tres hijos sin otra casa que la de sus padres ni empleo fijo, que pone el mismo nivel de empeño y dedicación en su música que en la educación de los suyos, haciendo que estos desarrollen su autonomía sin encasillarse dentro del sistema. La línea que separa realidad y ficción en esta propuesta es estrecha, ya que mediante planos de larga duración asistimos a momentos de intimidad de esta particular familia. También escapan a los cánones de la sociedad los personajes de las otras dos películas de Las Nuevas Olas resaltadas por el jurado: The Young Boys (Bertrand Mandico), en la que un grupo de actrices interpreta a unos chicos a los que confinan a una lujuriosa isla; y Pin cushion (Deborah Haywood), cinta de pretendida apariencia naif pero durísima en su contenido, sobre una madre y su hija adolescente que sufren un rechazo que deviene humillación por los habitantes del pueblo al que se trasladan.

Otra edición de éxito

Como en años anteriores, el Festival de Cine Europeo ha vuelto a ofrecer imágenes de largas colas a las puertas de las salas, con localidades agotadas en algunos casos. Parece que se han consolidado las propuestas del certamen, no siempre fáciles, en buena parte de los sevillanos, que el resto del año mantienen una relación muy diferente con el cine. A pesar del importante éxito, José Luis Cienfuegos, director del festival desde 2012, ha reconocido en la lectura del palmarés que esta ha sido una edición “que comenzó con dificultades para la organización”. Tal vez en busca de mayor notoriedad, ha aumentado este año el número de galas y rostros conocidos, gracias al estreno en el marco del festival de películas mediáticas como Oro, El autor, Algo muy gordo o Tierra firme, así como a los homenajes a los hermanos Taviani o las actrices Kiti Manver y Trine Dyrholm, musa del movimiento Dogma 95. El próximo año será la celebración en la ciudad de los Premios del Cine Europeo y parece que de algún modo ya han empezado a ensayarse los fastos.