Cuando los presidentes se equivocan tendemos a culpar de ello a sus asesores, pero es un error. Dado que si ganan las elecciones les atribuimos el mérito, es justo que si yerran cuando gobiernan también les atribuyamos el demérito.

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se ha equivocado gravemente al permanecer desaparecido prácticamente desde que se declaró la crisis alimentaria provocada por un brote de listeria en carnes procesadas en Sevilla: tres muertos, dos centenares de afectados y un hachazo inmerecido pero ineludible a la industria alimentaria y a la hostelería andaluzas.

Sobraban razones para que Moreno hubiera hecho acto de presencia y visualizado ante los andaluces que la conducción de tan grave asunto estaba en buenas manos, en las manos del presidente. Un drama de la envergadura de este de la listeriosis no se afronta desde Twitter ni se gestiona estando “en permanente contacto” con los subordinados vía WhatsApp o vía móvil.

Es muy probable, de hecho es casi seguro, que sus consejeros y asesores más cercanos recomendaran al presidente hacer lo que ha hecho: hacer lo que en el lenguaje político se conoce como ‘adoptar un perfil bajo’ y en el lenguaje corriente se denomina ‘quitarse de en medio’. Las ventajas personales del ‘perfil bajo’ para el presidente son obvias; sus desventajas políticas cuando tocaba dar la cara, también.

Desde el inicio mismo de la crisis, la tardanza en activar la alerta sanitaria y clausurar las instalaciones de Magrudis; el taimado empeño gubernamental en restar relevancia a la contaminación alimentaria; la temeraria empatía del muy campechano consejero de Salud Jesús Aguirre con la empresa responsable; y el espeso silencio del presidente, apenas rasgado por ocasionales mensajes en Twitter para cubrir el expediente, configuran un cuadro clínico poco ejemplar.

¿Aún está a tiempo el presidente de rectificar, haciendo lo que tiene que hacer?  Hoy ha comenzado la rectificación dando su primera rueda de prensa sobre la crisis. Siempre se está a tiempo de rectificar cuando se trata de borrar la imagen de un político que no quiere problemas y proyectar la de un presidente sin miedo a serlo.

En general, el cargo de consejero o de asesor lo regalan. El de presidente hay que ganárselo si uno quiere repetir. Y hasta ahora Moreno no se lo ha ganado.