El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, vende de distintas maneras y con numerosos medios a su alcance, la imagen de ser un moderado dentro de su formación, el Partido Popular. Pero a realidad es otra bien distinta. Moreno Bonilla llegó al sillón del Palacio de San Telmo en enero de 2019, gracias al voto de Vox y de Ciudadanos pues obtuvo el peor resultado de la historia. El PP-A con Moreno a la cabeza, obtuvo 26 diputados frente a los 33 de las anteriores elecciones. Es decir, el “moderado” Moreno tuvo que apoyarse en los escaños de la ultraderecha para superar la sesión de investidura.

Cinco años después, ahora con mayoría absoluta, la moderación del líder del PP andaluz brilla por su ausencia. Tiene el control absoluto de los medios de comunicación pública al dirigir con mano férrea y comisarios fieles, la radio y la televisión pública, marginando a la oposición y dedicando gran parte de una programación supuestamente regional a servir de ariete contra Pedro Sánchez, su Gobierno y el PSOE. Canal Sur no ha vivido momentos de falta de pluralismo y de servilismo partidistas como los que sufre ahora.

El moderado Moreno está desmantelando con paso firme la sanidad pública, llevando los conciertos y acuerdos con la sanidad privada a extremos inconcebibles. Esto ha provocado que los recursos económicos sirvan para financiar lo privado y no reflote la sanidad pública que atraviesa una crisis sin precedentes con largas lista de espera, precariedad de medios y abandono de los profesionales, entre otros males.

Igual ocurre con la Universidad. No hay espacio para la moderación en la política de apoyo a los centros educativos concertados y en el crecimiento de la creación de cada vez más, universidades privadas. Cada vez más, el mapa educativo andaluz, se pinta con logos de centros educativos no públicos y solo al alcance de algunos. De la misma manera que ocurre con la sanidad pública, esta se resiente por la falta de inversión autonómica, asfixiando a las universidades de las ocho provincias, cuyos rectores ya no ocultan ni sus demandas de apoyo ni dejan de exponer su situación crítica y necesidades perentorias.

En materia fiscal sigue la estela de la presidenta madrileña, la ultraconservadora Isabel Díaz Ayuso. Suprime el impuesto de Patrimonio para que solo paguen quienes acumulan un patrimonio de más de tres millones de euros, unas mil personas en Andalucía. Ya lo hizo antes con la demagógica venta de que había eliminado el impuesto de sucesiones a los millonarios. También el Gobierno andaluz recurrió ante el Tribunal Constitucional un tributo del Gobierno central que solo afecta a quienes suman bienes por un valor de más de tres millones de euros. El dato del ultraliberalismo económico que practica el gobierno autonómico está claro si se tiene en cuenta que más del 95% del aumento de los beneficios fiscales van al 2% de la población, y menos del 5% para el 98% restante. Todo ello afecta a la recaudación y aminora el gasto público regional, pero, al mismo tiempo, el PP-A exige al Ejecutivo de Pedro Sánchez, mayor financiación… como la ultra Díaz Ayuso.

Y en capítulo de tirar de argumentario carca, utiliza directamente los que le envía Génova 13: Cataluña, separatismo, Bildu, Venezuela y todos los estereotipos rancios que ya comienzan a quedarse hueros y aburridos.  Ya, por lo menos, por caducado, dejó atrás el que “Te vote Txapote” y el “España se rompe”.

Ahora, la última perla del disfraz de moderación del barón andaluz del PP, es lisa y llanamente negarse a reconocer, eso sí, en comandita con Vox, al Tribunal Constitucional (TC). El PP-A y Moreno demostraron recientemente su derechismo integrista, el jueves pasado en concreto, cuando se debatía en el pleno del Parlamento de Andalucía una Proposición No de Ley (PNL)  impulsada por el Grupo Parlamentario Socialista con el objetivo de que la Cámara autonómica mostrase su reconocimiento y apoyo al Tribunal Constitucional en su función de máximo intérprete de la Constitución española y de garante de las libertades y de los derechos fundamentales.

Algo que debiera ser del “abc” de la democracia. Sin embargo, ante iniciativa, el PP unió sus votos a Vox para impedir que el Parlamento de Andalucía respaldase al Tribunal Constitucional. No es necesario recordar que el TC es una institución independiente cuya función es garantizar la supremacía de la Constitución y su acatamiento por parte de todos los poderes públicos.

“Está más cerca de un antisistema que de la moderación”

Ante esta flagrante esta contradicción, decir que se es moderado y constitucionalista, pero, paralelamente, no reconocer al máximo órgano garante de la Ley de Leyes, provocó la reacción del portavoz adjunto del PSOE de Andalucía, el diputado autonómico Josele Aguilar, quien ha criticado que Moreno Bonilla “esté más cerca de un antisistema que de la moderación”.

Para Aguilar el PP de Moreno Bonilla se está convirtiendo cada día más en un partido antisistema, que no respeta las instituciones constitucionales, en una actitud absolutamente antidemocrática y que pone en riesgo la estructura constitucional española de la que nos dotamos en 1978”, ha sentenciado Josele Aguilar.

Ni halcón ni paloma, solo gaviota pero nada moderada

Más pruebas, y esta reciente, de que la imagen que desde la Junta de Andalucía se vende, la que su presidente es un moderado, solo son operaciones cosméticas, de marketing impulsadas por una estrategia diseñada y destinada a un posible futuro nacional de Moreno Bonilla (con Bendodo, claro). En definitiva, dos caras: para la venta interna, para el núcleo duro de su partido, es un halcón y lo muestra con sus políticas derechistas y, para la promoción externa, es una paloma. Puede que en ese camino, Moreno, compitiendo con el propio Feijóo o con la presidenta madrileña, pues ni halcón ni paloma, simplemente se quede en gaviota.

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