Su nombre es Miguel Romero, es vecino de la localidad cordobesa de Santa Eufemia y ha querido denunciar a través de El Plural la odisea que viene sufriendo para intentar recuperar la fianza del alquiler que, de acuerdo con la ley, depositó en su día en la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía (AVRA).

AVRA es un ente adscrito a la Consejería de Fomento y Vivienda, que, como recoge la web de la Junta, “tiene entre sus funciones la gestión de las fianzas de los contratos para arrendamiento de viviendas e inmuebles con otros usos, así como cuantas actuaciones en materia de eficiencia energética de la edificación y en materia de fomento del alquiler de viviendas le sean atribuidas".

Romero lleva varias semanas intentado recuperar la fianza que le entregó el inquilio de un piso de su propiedad que le alquiló en 2013. Reproducimos a continuación el texto íntegro de la carta abierta enviada a El Plural con el significativo título de ‘Vuelva usted mañana’.

Vuelva usted mañana

“El día 21 de julio y después de intentar cobrar en AVRA la fianza de un piso que tenía en alquiler desde 2013 por medios telefónicos y  telematicos, sin resultado positivo alguno, pues siempre están comunicando telefónicamente, o en el caso digital, cuando rellenas el modelo que te piden y das a la opción validar, te indican que no se puede (la oficina más próxima a mi localidad está a 103 km) tuve que desplazarme a Córdoba.

Una vez en la oficina, me atiende una señora y me dice que está todo bien, pero que necesito un certificado del banco como que el número de la cuenta que le he dado es el mío. Le digo que ya son casi las 2 de la tarde y no me da tiempo, no obstante le comunico que le hago un documento a mano y firmado por mi, que si el número de cuenta que le doy no es el mío pierdo la fianza, pues he recorrido 206 km de ida y vuelta y no voy a recorrerlos de nuevo ya que me va costar más el collar que el perro.

Esta señora me dice que ya han pasado los diez minutos que tiene para atenderme y que tengo que abandonar la oficina y que no es su problema que me haya desplazado esta distancia –¡que empatía!–; le digo entonces que no ve voy a marchar hasta que no me atienda el responsable de la oficina, como finalmente ocurrió. José Alfonso, que es el nombre de la persona que me atendió, me subió a su despacho e intentó resolver el problema conmigo, pero cuando le daba a la opción de validar le ocurría lo mismo que me ocurría a mí en el pueblo: no se lo permitía, pues la página Web no estaba bien.

Así estuvimos media hora en su oficina y, ya harto, bajó de nuevo a la primera secretaria que me atendió y supuestamente lo arregló; digo supuestamente porque todavía no me han ingresado mi dinero que han tenido inmovilizado durante 8 años y mucho menos me pagan la pérdida del poder adquisitivo del mismo, por lo tanto lo considero una estafa.

Lo más inédito y surrealista de todo esto, es que a la entrada del edificio pone un cartel que dice que por su comodidad realice sus gestiones a través de internet, cuando nadie se preocupa de comprobar si funciona bien ese servicio como ha ocurrido en mi caso.

Parece como si volviésemos a la España del XIX que retrataba Larra en su artículo 'Vuelva usted mañana', donde retrata la dejadez, ineficacia y malos modos de la administración y que para desgracia nuestra aún padecemos en algunas administraciones públicas”.