Pesadilla de vigilia.-Toda la noche con las lágrimas de Arias Navarro (recuérdese, carnicerito de Málaga), pero ahora de alegría: españoles, Franco ha resucitado. La suma de las tres derechas evitará su ominosa salida del Valle de los Caídos). Cuando desperté chapoteando en sudores viejos, tal vez García Márquez, hice un plan para las once y media de la noche del domingo: valium 10, sueño sin sobresaltos, maleta preparada, tal vez Marrakech, pero me detenía Abascal de ministro del interior pidiéndome la documentación, si sabía lo que era una chicuelina y deteniéndome en el aeropuerto. La pesadilla de la pesadilla:  me volvía a perseguir la policía (política) de la España eterna.

Malditas redes sociales.- En el grupo familiar se coló en sábado-a-la-tarde una supuesta encuesta de un periódico andorrano con Vox en 80 y a caballo. Como el 23-F pero sin tanques por las calles de Valencia. Coño, me dije, estos son los rusoamericanos, los del Brexit, los de Trump, los que construyen realidades paralelas, los que hacen de la verdad una tendencia de los ilustrados, también llamados putos progres ¿Guerra psicológica? ¿Todos los dueños de las empresas demoscópicas fusilados al amanecer?  Mi altocargo se vino arriba: ¿alguien se acuerda cómo era la vida y operaba la razón sin estos malditos chismes? Yo, la verdad, ya no.

Me llamo Sánchez, Pedro Sánchez.- Lo inexplicable es, oye, ¿cómo un tío que ha perdido dos elecciones y lo han echado de la jefatura de su partido es ahora el gran triunfador? Los catedráticos de politología lo llaman suerte, flor en el culo, cosa más rara, joder. Sus íntimos ofrecen versiones medio heroicas (el día que se fue con las dos niñas a la oficina del paro, la tarde de la feria en la que caminaba por el desierto del gentío marcando el paso de Alfonso Gómez de Celis). Pero desde la moción de censura a Rajoy este tío parece tocado por los dioses: esa forma de nombrar a los ministros como si fuera eurovisión, esa gobernanza con narrativa de viernes feliz, esa moderación del yerno ideal. Sánchez ha inventado que el poder no sólo no desgasta sino que es el mejor instrumento publicitario. Me dijo Barrionuevo cuando era una niña: tierno como las espigas, duro como las espuelas.

Susana, como Arenas, también pierde cuando gana.- Íbamos por la calle, aún no había anochecido, y un niño dijo: mira papá, un sanchista,  señalando con el dedo a un tipo que se parecía mucho a un exconsejero de la expresidenta Susana. Mira papá, otro sanchista, y otro, y otro y otro más. Ahora que todos somos sanchistas como la gran Amparo, (antes susanista, antes griñanista, antes chavista, antes borbollista, antes escuderista, antes…) se hace más desquiciante la paradoja: cuanto mejor le vaya al socialismo andaluz, peor le irá a Susana, que en cada mitin que pedía el voto para Sánchez sacaba el billete de su más que previsible defenestración orgánica con la sonrisa afilada de Montero como herramienta final. Y luego esas preguntas taladradoras: ¿Y si hubiera ido a las elecciones conjuntas como el Ximo Puig,  como le ofrecieron con reiteración desesperante los sanchistas?  Parece que los asesores (de Susana) se hartaron de decir que no. Parece que los asesores ya no viven por aquí.

Una salida surrealista.- De pronto, bueno, dijo mi altocargo, y si Susana se levanta esta mañana y va y le dice a Marín: oye, con estos maravillosos resultados para  el centro izquierda, te hago presidente si abandonas el pecado del pacto con Vox. Pasarían tres cosas: que Ciudadanos tendría que explicar por qué sigue con la ultraderecha (1), la sonrisa de Bonilla quedaría helada (2) y sobre todo Sánchez tendría bastantes problemas para ejecutar a Susana como vicepresidenta plenipotenciaria de la Junta. Claro que esto no deja de ser un disparate. La imaginación no cotiza en la política.

Casado aún no ha dimitido.- En alguna parte de la Costa da Morte, tal vez antes del anochecer del viejo fin de la tierra, con la última luz del domingo de ayer, Mariano Rajoy se dijo a sí mismo que tampoco estaba tan mal cuando eran gentes moderadas de centro-derecha y la sucesora habría sido esa chica tan estudiosa, ¿cómo se llamaba?, ah, sí, Soraya. Media sonrisa: alegría por el despeñado niño Casado, confundiendo ruido con discurso y amargura por el fantasma de Bárcenas, que le perseguirá, Aznar mediante, hasta el último suspiro. Son las siete de la mañana, el sol joven y fuerte ha vencido a la luna (¿Lole y Manuel?) y Casado aún no ha dimitido. Bancarrota de la derecha/derecha, ridículo histórico del secretario general campeón de escupir huesos de aceituna. Hay una palabra para explicar a Casado y su firme determinación hacia el suicidio con la banalización de Vox: bochorno.

Rivera, ¿con Sánchez no? .- Se estudiará en las escuelas de politología: ¿De qué coño valió ganar en Catalunya? ¿Por qué un chico que habla bien, de buen ver, que se dice y parece centrista, que habla de cosas sensatas, que parece el azote de la corrupción, se transforma en un radical derechista? Si lo que pretendía era matar al PP, lo ha conseguido. ¿Seguirá negando a Sánchez por encima de su cadáver y se empeñará en hacer de su buen resultado un bloque varado en una legislatura de cuatro largos años? Es difícil sentir alegría con un buen puñado de escaños que seguramente no servirán para nada.

Sor Pablo Iglesias.- Espera su tercer hijo (a) y cuando le escuchábamos estos días sonaba el ángelus, una vida a lo Gabilondo, una voz del equilibrio, una izquierda que tiene un chalé y encima es feliz y se le nota. Nada de cabreos de secta, nada de anticapitalismos salvajes, nada de venganzas. Se merece un ratito de poder, medio ministerio o tres. Pero no ocurrirá. El voto útil es lo que tiene, infinita crueldad.