“La confluencia no ha llegado a la política para facilitarle el gobierno a un partido como el PSOE-A que lleva casi 40 años en el poder". Y por si cupieran dudas: "No vamos a facilitarle el gobierno a Susana Díaz".

Así de contundente se mostraba este jueves en un desayuno informativo en Sevilla la coordinadora de Podemos Andalucía y candidata a la Presidencia de la Junta por Adelante Andalucía (AA), Teresa Rodríguez. Junto a ella, el coordinador de IU y candidato a la Vicepresidencia, Antonio Maíllo, remachaba la que está siendo otra de las vigas maestras de su argumentario electoral: la confluencia será "una barrera infranqueable contra las derechas" del PP y Ciudadanos.

¿No al PP y no al PSOE?

¿Cómo conseguirán, llegado el caso, cumplir ambos compromisos, en principio incompatibles puesto que Ciudadanos, el otro grupo que podría facilitar la investidura de Díaz, ya ha advertido que la candidata socialista no volverá a ser presidenta con sus votos?

Si las encuestas aciertan y los andaluces entregan el 2 de diciembre a AA la llave de la gobernabilidad, Rodríguez y Maíllo tendrán que incumplir necesariamente alguno de sus dos compromisos: o permitir que gobierne la derecha o permitir que lo haga la socialista que en la actual legislatura asumió, al pactar con Ciudadanos, "las tesis de quienes quieren privatizar hasta el aire".

Dos encuestas

La primera encuesta publicada tras la convocatoria de elecciones por Susana Díaz la ofrecía ayer el digital El Confidencial, cuya proyección auguraba un escenario ya anunciado en algún otro sondeo: el PSOE baja pero se mantiene en el entorno del 30 por ciento mientras que los otros tres partidos se sitúan algo por encima del 20 cada uno.

La segunda encuesta la publica hoy La Razón con la firma de NC Report. Su estimación no puede ser más distinta a la del Instituto IMOP Insights para El Confidencial.

Según el diario conservador, el PSOE subiría del 35,4 por ciento logrado en 2015 al 36,6 el 2D, si bien bajaría dos escaños pasando de 47 a 45; el PP perdería tres puntos y cinco escaños (23,4 por ciento y 28 diputados) pero conservaría la segunda plaza, mientras que Cs apenas lograría un 14 por ciento de los votos y los mismos escaños y Adelante Andalucía quedaría en porcentaje por debajo de la actual suma de Podemos e IU pero por delante en escaños: 22 frente a los 20 (15 más 5) de 2015.

La opción

En ambos escenarios, la única opción de gobierno sería la de Susana Díaz, ya que PP y Cs no suman la mayoría absoluta que de producirse desalojaría con toda seguridad a los socialistas del poder que han conservado durante 36 años.

Habría una segunda opción de gobierno, pero resulta inverosímil: que AA permitiera con su abstención que prosperara la investidura de un candidato patrocinado por PP y Cs, dado que ambos sumarían más escaños que el PSOE en solitario.

Más allá de la literalidad de compromisos verbales adquiridos al calor de la campaña y la precampaña y sobre cuya sinceridad conviene mostrarse indulgentes, lo que Adelante Andalucía tendrá que decidir verdaderamente tras el 2D no es si permitirá un gobierno de derechas –que no lo hará–, ni siquiera si impedirá un gobierno de Díaz –que tampoco lo hará–.

La decisión

Lo que deberá decidir la confluencia es qué precio pone a la investidura de la candidata socialista; o dicho de otra manera: lo que deberá decidir es si pone a la investidura un precio que el PSOE pueda pagar o pone uno que a los socialistas les sea imposible de todo punto aceptar; o dicho de una tercera y última manera: lo que deberá decidir es si quiere o no quiere llegar a acuerdos con Díaz,

Como ha demostrado el reciente acuerdo presupuestario alcanzado por Podemos y el PSOE en el Gobierno de España, en cuestión de pactos políticos la condición necesaria –aunque no suficiente– es querer llegar a ellos.

La negociación

Cosa bien distinta es que no siempre sea fácil saber con absoluta certeza si un partido ha querido o no ha querido pactar. Un ejemplo: el fracaso de la negociación del PSOE y Podemos para la investidura de Susana Díaz en 2015, ¿fue porque no quisieron ambos o no quiso al menos uno de ellos?

Fuentes socialistas sostienen que Díaz prefería pactar con Podemos antes que con Ciudadanos, pero que las condiciones leoninas de los morados evidenciaban que Teresa Rodríguez nunca quiso dar sus votos a Díaz. Podemos Andalucía afirma, en cambio, que en el fondo Díaz siempre prefirió ser investida por Ciudadanos y que la negociación de los morados con los socialistas fue un paripé.

La condición

En todo caso, la condición de Podemos que el PSOE nunca aceptó fue la de que la Junta no tuviera convenios ni cuenta corriente alguna con entidades bancarias que ejecutaran desahucios a familias en riesgo de exclusión. Los socialistas se quejaban de que esa exigencia no había sido planteada por Podemos en otras comunidades o ayuntamientos. Sea como fuere, es cierto que tres años después tal reclamación ha dejado de figurar en la agenda de Podemos, tanto en la nacional como en las territoriales.

No parece probable que esta vez Adelante Andalucía vuelva a poner sobre la mesa aquel requerimiento, aunque sí podrá poner otros que, aun incomodando o incluso escociendo a los socialistas, estos puedan aceptar, como ha aceptado Pedro Sánchez algunos de los exigidos por Pablo Iglesias para llevar a buen término la negociación presupuestaria.

La relación

¿Las consabidas malas relaciones políticas y personales de Susana Díaz con Teresa Rodríguez harían imposible un acuerdo de investidura, y no digamos de legislatura? Imposible no, pero más caro sí.

Por el momento, las conjeturas apuntan a que Adelante Andalucía optaría por facilitar la investidura a un precio en principio asequible que, eso sí, iría subiendo de forma tal vez no exorbitante pero sí significativa a lo largo de la legislatura.

Parece seguro que, al contrario que Unidos Podemos en España, AA no contempla en Andalucía un pacto de legislatura al estilo del suscrito en 2015 por el PSOE y Ciudadanos, aunque ambos insistieran en definirlo como un mero pacto de investidura. 

Si, como parece lo más probable a la vista de las encuestas y de las declaraciones de Albert Rivera y Juan Marín, esta vez no puede contar con Ciudadanos, el PSOE se verá obligado a ganarse a pulso cada votación en la mesa de juego de la negociación con rojos y morados. Algo, por cierto, que en política se parece bastante al infierno.