La demostración del 8 de marzo ha sido un éxito como han confirmado ya los medios de comunicación alineados con las posiciones conservadoras. El 8-M obliga a partidos, sindicatos y élites empresariales a fijar la vista en la igualdad y en los problemas reales de más de la mitad de la población.

La protesta feminista es transversal porque afecta a todos los ámbitos: trabajo, hogar y política. Lo mismo ha empezado a ocurrir en Suecia, Bélgica y Alemania con la protesta ecologista encabezada por la estudiante de 16 años, Greta Thunberg, que se extiende ya por todo el mundo  y que ha llegado a España de la mano de miles de estudiantes.

El desastre del cambio climático afecta a toda la población sin distinción alguna y obliga a una respuesta global y local al mismo tiempo y en todos los ámbitos. Otro de los sitios a los que hay que mirar es el mundo rural, que se manifestó en Madrid el pasado 3 de marzo contra el abandono, la despoblación y la marginación política que sufre. El vaciamiento del medio rural es un problema global provocado, como los anteriores, por un modelo económico capitalista y machista.

El otro gran sector al que hay que mirar es al de las personas mayores, que ya son un cuarto de la población y creciendo, al que las políticas neoliberales han ignorado o perjudicado por su miopía social y política. El envejecimiento de la población con el alargamiento de la esperanza de vida y la mejora de la salud crean un nuevo paradigma que poco tiene que ver con los clichés obsoletos que se aplican a la mal llamada tercera edad.

El último movimiento que reclama una mirada es el pacifismo, aunque en los últimos tiempos esté en reposo aparente, pese a la provocación de Trump al romper los acuerdos de desarme con Rusia, que le hace el juego al belicismo de Putin. El anhelo pacifista es universal y va a tardar muy poco en resurgir y recordar que no hay futuro sin un desarme global y absoluto.

A todas las cuestiones apuntadas en estas líneas deberían mirar los partidos a la hora de elaborar sus ofertas para las elecciones generales, municipales, autonómicas y europeas que se nos avecinan. Mirar para otro lado y obsesionarse con el problema catalán solo nos traerá ruina y miseria.