La parcela 26.2 b del Barrio de Montercarmelo viene despertando polémica desde que el Ayuntamiento de Madrid, liderado por José Luis Martínez-Almeida, decidiera que sobre este espacio propiedad del Consistorio y al que rodean colegios, viviendas y el cementerio se iba a levantar un cantón de limpieza. A lo mejor el más nombra de la capital. Con total seguridad, el que más se ha mencionado en el país.
A las protestas contra esta decisión han acudido responsables políticos de muy diferente color, desde el PSOE hasta Vox. Entretanto, los hechos se producen en un territorio que históricamente ha sido bastión del PP, y es que aquí Almeida afianzó la mayoría absoluta en los comicios municipales y logró un buen puñado de votos en las últimas elecciones europeas.
A ello se suma ahora otra cuestión que no pasa desapercibida, que tiene que ver con la Memoria Histórica, y por la que gobierno local y Central han entrado en el cuerpo a cuerpo: la posible situación de una fosa común de la Guerra Civil. Nada menos que vinculada a 451 brigadistas.
El Ayuntamiento descarta la presencia de una fosa común
La posible presencia de esta fosa común lleva tiempo provocando un choque entre Consistorio y Moncloa. De esta manera, si los primeros descartan tras unos estudios realizados con la aprobación de la Comunidad de Madrid -capitaneada por Isabel Díaz Ayuso- su presencia, el Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, liderado por Ángel Víctor Torres, insiste.
La anomalía del terreno, según información recabada por el mundo a partir de diferentes análisis, “podría resultar compatible con una fosa de gran tamaño”, pero no interfiere en el futuro y polémico proyecto, ya que se encuentra situada a 12 metros de distancia de la instalación y a 6,5 del límite del vial de acceso. Contaría con unos 125 metros cuadrados y con una profundidad máxima de tres metros.
Los especialistas que firmaron el informe apuntan que la compatibilidad demostrada no significa que los restos de los brigadistas que se trasladaron desde el cementerio se encuentren en este lugar, si bien evidencian que existe una alteración del subsuelo que se podría corresponder con los restos mencionados. En cualquier caso, dejan un mensaje claro: haría falta realizar trabajos arqueológicos adicionales para determinar de qué estamos hablando. Sea como fuera, el mensaje de Cibeles es que no van a investigar nada que se encuentre fuera de los límites del cantón.
A modo de respuesta, el Ministerio capitaneado por Ángel Víctor Torres aprobó en febrero un contrato menor de 17.400 euros para realizar sondeos arqueológicos en la parcela. Desde Moncloa insisten en pedir autorización al Ayuntamiento para que puedan comprobar si existe o no la fosa, pero el Consistorio incide en que la empresa nunca llegó a aportar la autorización exigida por la Ley de Memoria Democrática, y el pasado 29 de mayo se remitió desde aquí el desistimiento de la investigación por, defiende el Ayuntamiento, no cumplir con los requisitos legales.
Ocho reuniones para decidir la ubicación del cantón
A día de hoy se han producido ocho reuniones entre el Ayuntamiento y la Plataforma Contra el Cantón para decidir la ubicación de la infraestructura, pero el consenso sigue siendo estando lejos de alcanzarse. Mientras, parece complicada la salvación de la fosa de los 451 brigadistas ya que, a pesar de tener a prácticamente todo el barrio en contra, el equipo ‘popular’ justifica que las actividades de limpieza “son necesarias”.
Origen de la fosa de los brigadistas de Montecarmelo
La historia de los brigadistas de Montecarmelo arrancó el 16 de octubre de 2023, después de que un vecino redactara un informe sobre la posible existencia de la fosa bajo el terreno sobre el que se levantaría el cantón.
La Asociación de Amigos de las Brigadas hizo suyo el texto y presentó el documento un mes más tarde. Desde entonces, el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento se efectuaron llevó a cabo tres estudias con la intención de confirmar o descartar que la fosa existiera.
El primero de los análisis fue de cartografías y fotografías aéreas históricas desde 1932, el segundo de naturaleza geotécnica para la redacción de proyecto de las futuras instalaciones y contiene seis sondeos de extracción de hasta 20,6 metros y diez ensayos de resistencia de suelo, llegando a cerca de la veintena de profundidad máxima; y un tercero de prospección geofísica para verificar el efecto.