¿He dicho yo o mi altocargo o los dos o el uno por el otro que Zoido, ya saben, ese señor que estropea las palabras, se vestiría de buzo y se tiraría a las aguas (marrones) del Guadalquivir para buscar a Marta del Castillo después de hacerse un (publi) reportaje con los padres y el abuelo de Marta del Castillo?  Pues si lo he (mos) dicho lo mantengo pero me gustaría puntualizar que el joven, apuesto y un pelín repelente Rivera está dispuesto a más, mucho más: estará en campaña buscando exquisitos cadáveres de niñas blancas desaparecidas con padres desesperados hasta el día de las elecciones.

Nos habían comido la oreja con el rollo de que la nueva política, como les gusta decir, eran ellos. Basta ya de los viejos partidos y sus viejunas prácticas en manos de grises fontaneros, precursoras de la corrupción. Y nos había entrado el resquemor, coño: pues igual el bipartidismo es la causa de la causa del mal causado; pues igual nuevos aires y sobre todo más Arrimadas (debo puntualizar que lo de más Arrimadas, más que nada, lo sostiene mi altocargo, jugando con el apellido). Aunque tengo la ligera impresión de que su entusiasmo no es exactamente de origen político.

Sea como fuere, los niños de mi altocargo, que se han hecho unos másteres; los amigos de los niños de mi altocargo, que se juntan con sus colegas de erasmus sin confusión de lenguas, no son tan puretas como sus progenitores y tienen días en los que votarían a Rivera incluso.

De los padres como mi altocargo suelen salir dos clases de productos: unos con el pelo cortado a la taza, salidarios de pañuelos palestinos y bares del estilo que paren el mundo que me quiero bajar. Y otros entrenados en la caza del vuelo barato y la novia croata y la muñeca llena de pulseras de cuero. Son estos últimos los que amenazan con Rivera. Por dos razones: para joder al PP. Y para joder a su padre.

En esa superguay nebulosa de modernos nacionalistas españoles entorchados anticorrupción (dejamos para otro día el quién es quién de los que corren a subirse al carro Ciudadanos), han aparecido de unas semanas a esta parte las alegrías de las encuestas.

A las encuestas le pasa como a los celos: si te muerden, ya estás perdido: solo ves porcentajes, barras, círculos, números de diputados, senadores, bandas de música, sueños recurrentes: yo era Rivera pero de pronto fui Macron y de pronto fui las dos cosas y era Macron el que vino a saludarme a mi toma de posesión en la Moncloa y Rajoy había desaparecido.

El veneno es tan potente que donde Rivera se alineaba con la socialdemocracia/código penal, ahora ha sido iluminado por las padres de Diana Quer y Mari Luz Cortés para pasar por la derecha a la derecha y endurecer el código penal hasta que las cadenas perpetuas parezcan horas de recreo en un parque temático al lado de sus duras reformas. Como ya intuyó el gran Berlanga: todos a la cárcel.

Por si a alguno de sus enfebrecidos (por las encuestas) asesores de Rivera no ha reparado les regalo una idea Trump: armar hasta los dientes a todos loa padres. Al padre de Maria Luz Cortés, por ejemplo, no le vendría mal. Ya lo procesaron por tenencia ilícita de armas. Pero entonces la ley era un merengue y no sabíamos que vendría Rivera, con su modernismo de mentirijilla y su poca vergüenza.