El pasado miércoles, la candidata de Vox en la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, instaba a “venir llorado” a la política. “Estos años me han atacado muchas veces y no me he victimizado. A cada calumnia he puesto una demanda. Todas ganadas. A la política hay que venir llorado”, señalaba, utilizando las mismas palabras para la líder de la autonomía: “Si lo de Sánchez y Ayuso no es cierto que demanden y punto. ¡Basta ya de victimismo y de cuestionar las instituciones!”.

Tan solo dos días después, en el inicio de la campaña catalana, el candidato de Junts, Carles Puigdemont, ha empleado palabras idénticas para referirse a la situación que está atravesando el líder del Ejecutivo tras anunciar por carta que se tomaría unos días -hasta el próximo lunes- para decidir si seguir en el cargo o dejarlo.

A la espera de conocer cuál será el próximo paso del máximo responsable del país, Puigdemont ha pedido que no se “españolice” la campaña catalana y ha echado en cara a Sánchez que se sorprenda de los métodos que, apunta, utiliza la justicia española y la “policía y prensa patriótica”. Añade que ellos conocen “mejor que nadie cómo va”, espetando a que “salen llorados de casa”.

No ha sido la primera reflexión del político independentista, eso sí, dado que ya reaccionó al poco de que el líder del Ejecutivo tomara la decisión de parar y dejara en el aire su futuro. En aquel momento, más cercano de lo que parece, Puigdemont avisó de que podía deberse a un movimiento “táctico” y le emplazó a someterse a una moción de “confianza” en el Congreso de los Diputados. Muchas formaciones ven esta posibilidad como la más posible, aunque el presidente del Gobierno está cumpliendo su promesa de mantener un silencio sepulcral hasta la fecha marcada.

Puigdemont, en campaña

En el arranque de campaña, Puigdemont ha recordado el pacto entre socialistas y populares en el Ayuntamiento de Barcelona que terminó dando la alcaldía a Jume Collboni y dejó sin posibilidad al candidato de Junts, Xavier Trias. Sobre aquello, el político soberanista ha dictado que “no necesitaron ningún día de reflexión” y que “si necesitan los votos del PP los cogerán encantados” también en el Parlament.

Pese a los reproches al presidente del Gobierno y al conjunto del PSOE, Puigdemont se ha esforzado por reivindicar la capacidad negociadora con Moncloa y ha destacado que, de ser elegido president de Cataluña, su peso sería aún mayor. “Con siete diputados hemos arrancado muchas cosas a las que iban diciendo que no. ¡Imaginaos que podríamos hacer si volvemos a liderar este país!”, exclamaba en el primer mitin en vísperas del 12M.

No puede pasar desapercibida la ley de amnistía, en esta campaña menos que en ninguna. En este triunfo para los encausados por el procès, el ahora otra vez candidato de Junts obvia el papel de ERC en las negociaciones y es que, a su juicio, la normativa aprobada en el Congreso de los Diputados solo fue posible cuando sus siete diputados dieron el 'sí' (hay que recordar que la ley se aprobó en segunda vuelta). También se ha mostrado muy duro contra la otra formación independentista que lidera las encuestas por temas como la inmigración, materia en la que la gestión de Junts no ha estado exenta de polémica pero que, según los de Puigdemont, Laura Borràs y compañía, Esquerra no quiere gestionar porque es incómoda.

A pesar de ello, la estrategia de esta parte del soberanismo no parece pasar por ir en exceso contra los republicanos -como todo el mundo sabe, se desprenden mutuamente en críticas los unos hacia los otros-, por el contrario, la intención de Puigdemont pasaría por confrontar directamente con el PSOE y no restar credibilidad a las constantes apelaciones con las que señala -luego en la práctica ya es otra cosa- que el independentismo tiene que estar unido. El tema sobre esto último es complejo y es que, aunque lo ideal para Junts sería que se rompiera el empate técnico entre ellos y los de Oriol Junqueras, no es menos cierto que un resultado demasiado malo de ERC no les beneficiaría en tanto en cuanto el proyecto independentista perdería fuerza.

La idea de los soberanistas -de Puigdemont concretamente- pasa por desquitarse de esa marca personalista que le atribuyen las voces críticas y que cierto es, él se ha ganado a pulso. Por ello, el discurso -más allá de su figura- va en la línea de un proyecto de país, de lo que “necesita Catalunya”, reconociendo que él no lo ha hecho “todo bien”.

En otro orden de cosas, Puigdemont propone subsanar la supresión de la autonomía con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y que el Parlament le restituya al frente de la Generalitat. De lo contrario, asegura, dará un paso al lado y asumirá su papel de expresident.