Ha sido mi semana de gloria. Iba por allí donde la derecha no es una opción política sino una secuencia genética y no paraba el besuqueo y el rendevú. Muy bueno niña, qué pena que tengas novio, me gustan las rojillas como tú y cosas por el estilo desde que “Zoido el incompetente” saliera el pasado domingo a la luz de las galaxias. Aquí un notario, allá un catedrático, en la barra de las copas de la esquina de la ciudad de pijilandia rojigualda no cesaban los convites que una rechazaba con impostada modestia.

En esta supuesta profesión cada día más chunga hay pocas ocasiones para rebozarse en el ego. Así que me regodeaba: ¿no me digas? ¿también te parece que la gestión de Zoido de la crisis catalana ha sido muy incompetente por no decir ridícula? Pues mira, me alegra oír eso (“eso” eran perlas como “menudo  desastre”, “este hombre no ha hecho más que darle munición a los secesionistas”,  “tenías que haber oído lo que dicen de él algunos altos mandos de la policía y la guardia civil”), porque he sufrido mi regomeyo pensando que igual había sido excesivamente crítica con el bueno de Juan Ignacio.

Me acordé de Schopenhauer (el arte de tener razón) cuando el realizador del Congreso las pasaba canutas para conseguir ningún plano de Zoido cada vez que las oposiciones así tomadas se preguntaban a qué venía tanta caña policial. Y eso que sus generosas posaderas acampan visualmente cerca de Rajoy. Toda la semana se oyó pasar la incompetencia de Zoido. Toda la semana el clamor de la incompetencia de Zoido como única baza objetiva de los rufianes secesionistas,

Escapando de las banderas me vine a topar con (la carta) Pepote y Torres Vela entre muchos otros “de los de entonces”, dos de dos ellos mismos, colegas fijos-discontinuos de mi altocargo y muchas sobremesas desde la California de Europa hasta estos días de rara zozobra, cuando ya creíamos que lo peor que nos podía pasar era Podemos por encima.

Dice mi altocargo que esa carta ha pesado lo suyo para que Sánchez empiece a parecerse al líder de los socialistas que quiere ganar las elecciones más que las primarias. Eso que la gente sesuda llama sentido de Estado y que todo el mundo sabe lo que es sin que hagan falta catedráticos de ciencia política.

Ahora que las horas son días y los días meses y que parece que el mal rollo entre Susana y Pedro es un asunto añejo y hasta de mal gusto recordar, sostiene mi altocargo a propósito de Pepote y de Torres Vela que no estaría de más ir predicando que no hay salida posible a esta crisis territorial sin Andalucía. Como no la hubo en la transición.

Y al sanchismo icetista más la valdría tener muy presente el derecho a la diferencia sin la diferencia de derechos (Madina) que Andalucía encabeza en igualdad de condiciones constitucionales (art.151) con País Vasco, Catalunya y Galicia. Es ahí donde el Partido Socialista Obrero Español de Andalucía ha hecho su hueco y su nación y su historia y su éxito, donde allá al fondo de los ochenta todavía se puede ver a Torres Vela y a Pepote (aquel niño noblote), tan tozudos como interminables.