Este jueves, 19 de diciembre, se publicaban las 51 condenas a los acusados de violar a Gisèle Pelicot durante años. Después de tres meses de un juicio que la víctima decidió que fuera público, la justicia ha decidido declarar culpable a todos ellos, aunque siendo su ex marido, Dominique Pelicot, el único que ha recibido la pena máxima para estos delitos en Francia: 20 años de prisión.
Con ello, se ha ratificado lo que se venía defendiendo desde que Pelicot se personó a cara descubierta en los tribunales de Aviñón el pasado 2 de septiembre: su testimonio, su historia y sobre todo su dolor se ha convertido ahora en bandera y altavoz de todas aquellas mujeres que se ven forzadas a vivir en silencio y soportar abusos, violaciones y malos tratos por parte de sus parejas.
De hecho, desde que se hacía público su caso, el feminismo no solo ha servido de escudo y bastón a Gisèle, sino que ahora se arrodilla también ante su ejemplo haciendo de una de sus declaraciones, un nuevo lema: “Que la vergüenza cambie de bando”. Con esto, lo que ha hecho Gisèle no ha sido únicamente recuperar una frase originaria de la abogada Gisèle Halimi, sino lanzar una reflexión sobre dónde se debe poner el foco en los casos de violaciones y abusos como los que ella sufrió, de la misma manera que para que aquellos que obran en el silencio y la oscuridad de un callejón o una habitación cerrada, se rodeen ahora de centenares de miradas, que no solo conocen sus nombres y apellidos, sino que también saben su verdad.
Por todo ello, el apoyo no ha faltado desde el primer momento. Sin ir más lejos, este mismo jueves agrupaciones feministas se reunían a las puertas de la embajada de Francia en Madrid con el lema “Yo estoy con Gisèle”. Más allá del objetivo de ser una concentración en repulsa de las violaciones, los allí presentes también quisieron enfocar sus demandas a las políticas y las leyes y la necesidad de una “mayor contundencia” en su aplicación.
Los procesos penales, a debate
Sin embargo, más allá de todo ello, la historia de Gisèle no ha servido únicamente al feminismo y al progreso en igualdad. Su testimonio, los delitos cometidos por los acusados y las condenas ahora cuestionadas por buena parte de la sociedad francesa han supuesto una revisión del funcionamiento de la justicia en los casos de violencia sexual.
Sobre ello se ha pronunciado Esther Rice, presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), quien ha celebrado el cambio que el caso de Gisèle ha llevado a cabo en los procedimientos judiciales. “A mí Gisèle Pelicot me parece que ha supuesto un cambio, porque nos ha hecho ver con más claridad todavía quién es realmente culpable y responsable de los actos. Y quién debe cargar con el oprobio”, ha señalado en una entrevista concedida a Europa Press.
Sobre el cambio de foco referente a dónde se pone la atención, ha señalado que el ‘caso Pelicot’ supone “un punto de inflexión” pues “hasta ahora, y por el peso histórico” en cómo se concebía la libertad sexual, “parecía que quien tuviera que avergonzarse es la víctima que ha sufrido”.
Cambio en la tipología de delito
Otro de los aspectos en los que ha incidido Rice ha sido precisamente en el cambio de ley que llevó también consigo una modificación de los tipos de delito. “Los delitos que ahora son contra la libertad sexual, lo son desde una época bastante reciente, antes se consideraban delitos contra el honor no de la mujer atendida, sino de su padre, su marido”, comenta.
En la misma línea, añade que “no se les consideraba ‘esta mujer ha sido víctima, entre otras cosas, contra su honorabilidad’. No, se consideraba contra el honor de tercero. Era un oprobio, una vergüenza para ese tercero. Y sobre ella caían los efectos tremendos de un delito que daña de manera muy profunda a quien lo sufre y los efectos de un estigma social”.
Por ello, la presidenta del Observatorio celebra el cambio de la ley con el que se abandonó el concepto de “delitos contra el honor” para pasar a ser considerados “delitos contra la libertad sexual”. “Damos varios pasos para que quede claro que la persona perjudicada es quien sufre la agresión, no terceros”.
Con ello, a través del caso de Pelicot, Rice ha lanzado la siguiente reflexión: “Todas hemos podido ver violaciones tremendas, que se cuestionaba la víctima hasta que había una sentencia condenatoria y de qué forma. Había que tener también una fortaleza inusitada para enfrentarte a eso y decir: 'Soy yo y aquí estoy. Y yo no tengo por qué avergonzarme, con lo cual no pido que sea a puerta cerrada ni abierta, porque creo que quien tiene que avergonzarse es quien lleva a cabo la acción y no yo”.
Insatisfacción ante las condenas
Sin embargo, la lacra y la gravedad de los abusos que Pelicot ha sufrido durante años en silencio ostentan tal magnitud, que las condenas impuestas por el tribunal francés este jueves no han sido bien recibidas por la esfera social y el entorno de la víctima.
De los 51 acusados y juzgados, únicamente su ex marido, Dominique Pelicot, ha recibido la pena máxima, 20 años. El resto oscilan entre los 5 y los 13 años de prisión. Una de las principales críticas ha surgido del grupo feminista francés Les Amazones de Avignon, quienes se han mostrado abiertamente en contra de las sentencias. Una de sus miembros, Fanny Foures, ha señalado estar “muy decepcionada con las sentencias" y “la justicia francesa me da asco”. Por su parte, otra de los miembros de la agrupación, ha reconocido que están “indignadas, obviamente. Pensábamos que tendríamos sentencias ejemplares. Esperábamos que fueran mucho más altas, al menos como en los requisitorios y al final nos encontramos con penas que son muchísimas más bajas”.
Por su parte, desde el entorno familiar también se han mostrado insatisfechos. Una persona cercana a la familia confesó que los hijos de Gisèle “están decepcionados por las bajas sentencias y no tienen previsto hablar con Dominique Pelicot. No hay duda de ello”.
Gracias, Gisèle
Lo cierto es que en el rostro de Gisèle tras conocer las 51 sentencias no se escondía la insatisfacción, aunque tampoco el completo acuerdo. Lo que refleja su rostro más bien es la conciencia de haber despertado a miles de mujeres que a día de hoy viven en silencio. “Nunca me he arrepentido de hacer a toda la sociedad partícipe de todo esto. Tanto hombres como mujeres creo que podrán vivir en armonía, respeto y comprensión mutuamente”.
Y aunque estos días retumben los agradecimientos hacia ella -"Merci, Gisèle"- ha sido la propia víctima la que ha dado las gracias. “Quiero expresar mi gratitud, la más profunda, a todas las personas que me han apoyado durante el proceso para enfrentar los testimonios que nos han revuelto por dentro. He tenido que tener fuerza cada día para afrontarlo. Quiero agradecer a la asociación de víctimas, cuyo apoyo ha sido inestimable. También a los periodistas por el tratamiento fiel y respetuoso sobre los hechos. Les quiero expresar mi reconocimiento por haberme acompañado en todas las etapas de este proceso”.