Llevan meses pidiendo respuestas. Pero solo reciben una: la del silencio. Los vecinos de la calle Áncora se han manifestado este jueves tras los preparativos para comenzar con las obras de la Línea 11 de Metro Madrid. Denuncian la falta de información, el daño contra el medio ambiente y la falta de soluciones para los negocios locales por parte de la gestión del alcalde de la Comunidad, José Luis Martínez Almeida, y de su presidenta, Isabel Díaz Ayuso

Esta calle es una transitada vía por la que pasan muchos viandantes. Se respira el ambiente madrileño en una tarde de julio. Se escuchan las risas procedentes de aquellos que salen a tomarse un respiro en las terrazas de los bares. Aquellos que desean salir a dar un simple paseo o los que se dirigen a tomar los últimos recados del día, ya sea en los comercios o simplemente a echar un vistazo a la oferta de ocio que se extiende a lo largo de la avenida. 

El viento no tira fuerte. Pero todos saben que el mayor refugio de esta calle en una tarde de verano es gracias a la arboleda que se despliega. 

Comienzan los preparativos para las obras de la Línea 11 de Metro

A las 20.00 horas se eleva el grito por los árboles en una cacerolada organizada por los vecinos afectados. “El barrio no se tala”, se escucha al principio de la calle Áncora. Los residentes protestan contra la tala. “Que no, que no, no queremos tala”, gritan al unísono. “Respirar es un derecho”, corean. 

Muchos detienen su paso al escuchar la manifestación. “Pero están locos, ¿cómo se va a oxigenar la gente sin árboles, sin sombra? ¿Están locos?”, comenta sorprendido un transeúnte al conocer el motivo de la protesta. “Va a ser un desierto de cemento, nos vamos a abrasar de calor en pleno verano y encima no tenemos ni refugio, es una locura”, dice otro caminante al enterarse de que serán talados los 62 de 64 árboles instalados en la calle.

La losa de los comercios locales 

Sin alternativas y sin información. Así se encuentran la mayoría de los propietarios de los negocios locales establecidos en esta calle. La preocupación por los empresarios es máxima. Se sienten abandonados, desatendidos y frente a la incertidumbre de la que ni siquiera conocen hasta cuándo durará. 

Nos aboca al cierre total. La mayoría de los establecimientos de la calle Áncora no disponemos de hueco dentro del local para tener mesitas, son locales que tienen licencias muy antiguas, que siempre han tenido terraza y no, no nos han informado de nada”, lamenta la propietaria del bar La Tarara

La empresaria indica que la información es vital porque “nos están imposibilitando ejercer la actividad actual”. “Es imposible organizarte, no sabes si contratar personal, si te van a cerrar la semana que viene o la siguiente”, señala. Además, la titular del bar comenta que ha tenido que correr con gastos de su propio bolsillo como las carpas de la terraza. 

“¿Dónde la voy a poder guardar? ¿Quién va a correr con los costes de montarla? Si yo tengo que cerrar obligatoriamente, ¿quién me va a devolver a mí lo que he invertido en el local?”, comenta la titular del establecimiento. “No me cabe en la cabeza. Es que no estás hablando de que la terraza es un suplemento extra para los locales del barrio, no. La terraza, en la mayoría de los casos supone el 75% de tus ingresos, pero en mi caso supone el 100%”, lamenta. 

No a los carteles, igual para los árboles

El ‘boca a boca’ es la única alternativa que tienen los vecinos de la calle Áncora en busca de información. Lo hacen a través de pancartas, carteles, dibujos y manifestaciones para que la mayoría de los residentes sean conocedores de la gestión del edil y la presidenta regional. 

Pero al igual que eliminan lo verde, también lo hacen con el papel. “Hay gente que se dedica a arrancarnos los carteles y a romperlos. No sabemos si son los vecinos que están a favor de la obra o los del Ayuntamiento, que tendrán orden de quitarlo todo”, dice Mar, propietaria de la tienda de complementos Verbena

Los vecinos corean 'el barrio no se tala' como protesta tras la gestión del edil y la presidenta regional

“Estamos todas las semanas reponiendo. Desde abril cuando nos enteramos de esto. Y bueno, nos estamos gastando un verdadero dineral”, explica a este periódico la empresaria, a lo que añade que la solidaridad entre vecinos ha ayudado en la donación para realizar la cartelería sobre la tala de árboles. 

“Claro, cada semana se nos ocurre hacer algo nuevo para llamar la atención y crear el impacto en la gente de que nos quedamos sin árboles, pero luego nos lo arrancan”, apunta. 

Las asociaciones vecinales

La escasez de información también llega a las asociaciones vecinales. Éstas han sido el germen que ha movilizado a los vecinos de la zona para intentar paralizar las obras con las que el Consistorio tiene previsto comenzar a partir de agosto sobre el proyecto inicial. Pero desde mayo no han sido notificados sobre las obras, tampoco han tenido respuesta por parte de los organismos oficiales

“Reclamamos la paralización de las obras tal como las tienen previstas”, dice Jose Enrique García, de la Unión Vecinal para ‘Salvemos a los árboles’. “El proyecto es mantener la calle con una losa de hormigón a un metro de profundidad con lo cual los árboles no van a crecer”, explica el vecino, que también indica que este trabajo “viene financiado con fondos europeos”. 

También critica que el proyecto no cuente con un informe de Impacto Medioambiental que analizaría su repercusión. “¿Es factible destrozar tropecientos árboles o acabar con la vida de un barrio?”, argumenta.