A muchos extrañará que la nueva Ley de Memoria Democrática recoja como deber de memoria la disposición adicional undécima, como reconocimiento institucional y moral de la sociedad, a “la justa demanda de verdad que reivindican los afectados por la polio, efectos tardíos de la polio y post-polio", que sufrieron las consecuencias de decisiones carentes de cualquier mecanismo de transparencia o control social y democrático, de un régimen dictatorial que tenía el deber legal de actuación y las competencias necesarias para hacer frente a la Pandemia de la poliomelitis, lo que provocó el fallecimiento o maltrato de niños y niñas, familias destrozadas y arruinadas, madres con sentimientos de culpabilidad y personas sobrevivientes con graves secuelas físicas, agravadas con el tiempo, en una nueva enfermedad neurológica crónica, degenerativa y progresiva como las post-polio, y secuelas para el resto de su vida.

Dejación de funciones criminal

Se trata de una dejación de funciones gravísima y cruel inacción, de los gobiernos de Franco al no administrar, o hacerlo muy tarde, una vacuna necesaria contra una grave pandemia y que el resto del mundo sí hizo en su momento. La poliomielitis afectó a 20.000 niños aproximadamente entre 1950 y 1963 en España. Lo más grave es que habiéndose podido evitar o paliar enormemente, ya que la vacuna ya existía y se administraba en el resto del mundo, desde 1955, en España no se distribuyó, sin razón justificativa alguna, hasta casi diez años después.

Una negligencia oculta del franquismo: los niños de la polio

Con la experiencia actual de la vacuna de la Covid y su eficacia demostrada para salvar millones de vidas, se aprecia aún más que nos encontramos ante todo un crimen colectivo por inacción, lo que el franquismo hizo con 20.000 niños y niñas. Como en tantos otros aspectos, la España del franquismo estuvo en el vagón de cola de las decisiones importantes, incluyendo, como en este caso, retraso en medidas que dejaron un rastro de graves secuelas en la movilidad para toda la vida.

Y es que nuestro país tardó mucho en administrar la vacuna de la polio, una enfermedad que se cebaba fundamentalmente con niños y que dejó atrás un reguero que se cobró miles de vidas inocentes y numerosísimas secuelas en gran parte de la población.

Dicha vacuna fue descubierta en Estados Unidos, comenzándose su administración en el mundo en 1955. Extraña y dramáticamente en España, no se inició la vacunación hasta casi diez años después, en 1964. Para esa fecha las consecuencias entre la población, especialmente infantil, habían sido desastrosas.

La posguerra conllevó hambre y precarias condiciones de vida. A pesar de los intentos por vender un régimen próspero, la renta per-cápita en España no igualó a la de antes de la guerra civil hasta los años 50; una combinación perfecta para la transmisión de enfermedades infecciosas. Todo ello, unido a una sanidad desmantelada por Franco, provocó los focos de polio en toda España. Según las cifras recogidas en la investigación “La poliomielitis. Una negligencia del franquismo” (Editorial Aconcagua), “los casos a partir de la década de los 50 se dispararon hasta llegar a los 2.500 por año, no descendiendo hasta los sesenta cuando se normalizó el uso de la vacuna”.

Una de esas niñas afectadas es Rosa Hernaz, integrante de la plataforma 'Niños y niñas de la polio', formada por unas 400 personas de toda España. En una entrevista en la cadena SER recordaba los inicios de su enfermedad: “De pronto comía muy poquito, y mi madre, como todas las madres, enseguida estaba alerta. Una mañana me va a levantar de la cama y yo me desplomo. Me llevaron corriendo al hospital y era polio”.

Rosa recuerda al niño que estaba a su lado cuando fue ingresada, un niño que murió a las pocas horas de que ella llegara: “La polio afectaba a los pulmones, en los hospitales estaban esperando a que se recuperase un niño un poquito para sacarlo del pulmón de acero y poner a otro”. La imagen de niños y niñas en aquellas cajas metálicas que les ayudaban a respirar, los pulmones de acero, es de las más escalofriantes de aquella pandemia, que solo fue erradicada una vez se pusieron en marcha campañas de vacunación.

La vacuna, la vida

Según esta afectada, la plataforma ‘Niños y niñas de la polio’ reclama la tardanza en la vacunación por parte del régimen franquista, por eso no entienden el rechazo que existe hoy en día, 60 años después, a una vacuna que, igual que entonces, ha salvado la vida de incontables personas. “A nosotros no nos dieron la vacuna y fíjate cómo estamos, con parálisis de por vida… y eso existiendo la vacuna”.

La distribución de la misma, una vez llegó al país, fue más que deficiente: “Hablé con uno de los doctores que hizo la campaña de vacunación, y decía que llevaban la vacuna con burros y neveras de las antiguas botellas de Coca-Cola a los pueblos. Cuando querían llegar esa vacuna estaba caducada”.

“Tampoco siguieron las dosis indicadas, el primer año sí, pero en el siguiente ya nada”, añade, señalando además que la versión que se compró en España era diferente de la original, una versión más barata.

Reclamaciones justas

Los afectados denuncian las secuelas de una epidemia de la que sobreviven más de 50.000 afectados en nuestro país. Lo que se pide por encima de todo es el reconocimiento de esta generación, cuyas demandas han sido incluidas en la ley de Memoria Histórica que está por aprobar. Aun así, reclama Rosa, “Franco no nos hizo caso, desde la democracia son todo promesas, pero a la hora de la verdad no vemos resultados”.

Lo que piden es rehabilitación muscular, ya que la falta de ello agarrota sus músculos y hace que sufran fibromialgias muy a menudo, y evitar que su tratamiento se reduzca a mediación para el dolor: “La rehabilitación va por comunidades, en la Comunidad de Madrid no te dan absolutamente ninguna, nos mandan directamente a la unidad del dolor”.

La dictadura ocultó el desastre, pero hoy sobreviven con las secuelas entre 40.000 y 50.000 afectados que no han sido reconocidas como víctimas del régimen. Otra mentira más y otra ocultación opaca del franquismo, de una atroz epidemia y de una negligencia perversa.