Un osteópata ha sido condenado por la Audiencia de Barcelona a cumplir 42 años de cárcel por abusar sexualmente de hasta 23 clientas en su consulta entre el verano de 2013 y finales del 2016.

La sentencia constata que el hombre cometió abusos justificando que eran “una práctica profesional”. Para hacerlo, se aprovechó de “la extraordinaria confianza que las pacientes tenían en él debido a su profesión y a la reputación que tenía tanto en los entornos de parto natural como de acompañamiento a la maternidad o a la lactancia”.

El fallo judicial muestra así que, a través de supuestos tratamientos médicos, el médico lograba engañar a sus pacientes para realizarles tocamientos sin consentimiento. Cabe remarcar que muchas de ellas acudían a consulta para hacerse tratamientos de suelo pélvico, por lo que le sirvió de alegato para justificar que no cometió delito. La sentencia ha rechazado su argumento.

La sentencia dictada por las magistradas de la sección 8º de la Audiencia de Barcelona impone órdenes de alejamiento de la más de una veintena de víctimas, además de que deberá permanecer un periodo de libertad vigilada una vez que finalice su condena en prisión.

A la par, el fisioterapeuta también ha sido condenado a pagar en calidad de indemnización a las mujeres afectadas cantidades que rondan entre los 1.000 y 5.000 euros. Así las cosas, Fiscalía y acusación reclaman su entrada en prisión provisional mientras se resuelven los recursos.

Motivos de la condena

Según refleja elDiario.es, las magistradas que han instruido el caso apoyan el argumentario de las denunciantes, ya que han expresado con “claridad y contundencia” todas las preguntas formuladas, además de tener en cuenta la persistencia en la incriminación del fisioterapeuta, lo que se conforma como un elemento clave a la hora de juzgar delitos sexuales.

A la par, han descartado que las víctimas hayan acusado al condenado por “venganza o resentimiento”, insistiendo en que los tocamientos indebidos que sufrieron cuando acudieron a su consulta “no se correspondían” con las dolencias que ellas tenían.

Por ello, tal y como reza la sentencia, las pacientes dijeron durante el proceso judicial haberse sentido “extrañas”, pero trataban de “autoconvencerse de que estas prácticas eran procedentes”, además de que presuponían que estaban en un entorno seguro al ser una consulta médica.

Las víctimas, según ha insistido la Audiencia de Barcelona, llegaron a sentirse “intimidadas para verbalizar que fueron abusadas sexualmente”, ya que el acusado se escudó en su “situación de superioridad” de médico-paciente. También manifestaron dudas acerca de que el condenado estuviese infringiendo sus libertades sexuales.

Por suerte, el alegato de las víctimas se ha visto respaldado por el conjunto de acusaciones contra el osteópata, conformado por otros fisioterapeutas de la misma clínica y peritos, quienes han determinado que la actuación del acusado durante los tres años que duraron los abusos “excedían de una mera mala praxis”.

Conjugando esta retahíla de motivos que han dado la razón a las 23 víctimas, el tribunal echa por tierra la tesis del osteópata de los tocamientos consentidos, destacando así que el acusado podría haber resuelto las dudas sobre si estos lo eran o no con “con facilidad”.

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