El pasado sábado una eyección de masa coronal levantó las alarmas en la Tierra provocando una nueva tormenta solar de magnitud G4. Este fenómeno se produce cuando la energía procedente de los vientos solares se transfiere al entorno espacial como consecuencia de eyecciones de masa corporal (CME), expulsiones de plasma y material magnético del Sol que tardan en llegar a la Tierra en torno a 15 horas.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) informó que la CME que impactó contra el campo magnético de la Tierra se intensificó durante las horas posteriores y debido a su magnitud provocó la alerta mundial. Tal y como informa la NOAA, las tormentas solares están clasificadas en una escala de cinco valores, de G1 a G5, donde esta es la más elevada. La registrada el sábado fue de intensidad G4, convirtiéndose en la más fuerte de 2024.

No obstante, desde la NOAA han hecho un llamamiento a la calma dado que estos fenómenos son cada vez más normales, porque el Sol se está aproximando al “pico” de su ciclo de 11 años.

Las consecuencias

Como consecuencia de esta tormenta, se han podido avistar auroras boreales en latitudes más bajas de las que lo hacen habitualmente, algo que se produce cuando las partículas de oxígeno interactúan con el nitrógeno. Además, el hecho de que esta tormenta sea de magnitud G4, la que precede a la más grave, podría desviar las auroras boreales hasta Florida o el sur de Texas.

En esta línea, desde la NOAA se ha advertido que se pueden producir perturbaciones en las redes de comunicaciones y en los sistemas de navegación de las aeronaves. Señalaron también que se podrían producir problemas de control de voltaje cada vez mayores, aunque “mitigables”, y mayor probabilidad de que se produzcan anomalías o efectos en las operaciones de los satélites”.