La ola de calor no solo está poniendo a prueba nuestra paciencia y salud, sino que ahora también amenaza con arruinar el funcionamiento de uno de los electrodomésticos más esenciales de nuestros hogares: el frigorífico. Los expertos en climatología y fabricantes de estos aparatos han advertido sobre la necesidad de modificar la configuración de temperatura de los refrigeradores para garantizar una adecuada conservación de los alimentos durante las altas temperaturas.

En condiciones normales, los especialistas siempre han recomendado mantener la temperatura del frigorífico entre 4 y 5 grados centígrados para asegurar la frescura y seguridad de los alimentos. Sin embargo, durante los meses de verano, el aumento de la temperatura ambiente en las cocinas y la mayor frecuencia de apertura de las puertas para enfriar bebidas y alimentos dificulta que el frigorífico alcance la temperatura marcada por el termostato.

En este sentido, aunque no siempre se especifica en los manuales de instrucciones, los fabricantes aconsejan ajustar el termostato durante los días de calor extremo. Grundig ha señalado que “si la temperatura ambiente es especialmente alta, el refrigerador podría tener dificultades para enfriar los alimentos correctamente. Por lo tanto, podría ser necesario ajustar la temperatura del refrigerador en verano para compensar este aumento de la temperatura exterior”. La empresa ha recomendado mantener la temperatura ideal del frigorífico en verano entre 3 y 5 grados.

Por su parte, Candy ha indicado que “durante el verano, es normal que la temperatura en la cocina sea más alta, lo que puede provocar cambios en la temperatura interna del refrigerador. Por ello, recomendamos bajar la temperatura un grado”. Siemens, por último, ha expresado que mantener la temperatura interior a 4 grados suele ser suficiente para conservar los alimentos en buen estado, pero ha añadido que “si vive en zonas con demasiado calor en verano, es recomendable bajar la temperatura unos grados”.

El no ajustar la temperatura puede provocar que los alimentos no se conserven adecuadamente, aumentando el riesgo de proliferación de bacterias y hongos, lo que puede derivar en intoxicaciones alimentarias. Además, el frigorífico debe trabajar más para mantener el frío, lo que supone un mayor consumo energético y puede acelerar el desgaste del electrodoméstico.

Ante esta situación, los expertos recomiendan además evitar abrir innecesariamente las puertas del frigorífico, no introducir alimentos calientes directamente y situar el aparato en un lugar ventilado, alejado de fuentes de calor. También es importante revisar regularmente el estado de las juntas y el sellado de la puerta para evitar pérdidas de frío.

La ola de calor obliga a adaptar ciertos hábitos para garantizar la conservación adecuada de los alimentos y el buen funcionamiento de los frigoríficos. Modificar la temperatura del termostato es una medida sencilla que puede marcar la diferencia en la frescura de los alimentos y en el consumo energético del hogar durante los meses más cálidos.

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