La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha vuelto a acaparar focos en el XXI congreso nacional del PP, celebrado en Madrid, aunque esta vez lo ha hecho recurriendo a gestos tan simbólicos como carentes de contenido. En su llegada al recinto de IFEMA, la dirigente madrileña se ha detenido en el stand del PP de Madrid para comer y repartir fresas a los militantes y periodistas, en un intento de seguir explotando el lema “me gusta la fruta”, convertido en eslogan tras las acusaciones de haber insultado a Pedro Sánchez durante un debate de investidura.
La escena ha recordado más a una feria promocional que a un encuentro político de calado, con Ayuso degustando fresones de Aranjuez y posando sonriente junto a folletos en los que se repiten los ya clásicos mantras de su gestión: “Mayores oportunidades, menos impuestos, más libertad”. Lo simbólico y lo superficial han vuelto a imponerse en un partido que, lejos de abordar en profundidad los desafíos internos y externos, ha optado por desplegar todo un arsenal de mensajes vacíos y merchandising para animar a las bases.
La presidenta madrileña, que llegó al recinto poco antes de las cuatro de la tarde escoltada por el presidente de la comisión organizadora del congreso y su mano derecha en el PP madrileño, Alfonso Serrano, evitó durante unos minutos a la nube de periodistas que trataba de obtener declaraciones más allá de la anécdota de la fruta. “Está buenísima, me encanta”, se limitó a responder cuando se le preguntó por las fresas que degustaba, antes de ofrecerlas a los presentes como quien reparte propaganda en un mitin. Tras el paseíllo, Ayuso accedió al salón principal, donde saludó al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y a otros dirigentes como Miguel Tellado.
Merchandising y frases prestadas: el escaparate del PP
El XXI congreso nacional del PP, bajo el lema “Toma Partido por España”, ha arrancado este fin de semana en un ambiente en el que lo accesorio parece haber desplazado a lo esencial. En un momento político marcado por la tensión y el escándalo del llamado 'caso Cerdán', que salpica al PSOE, los populares han preferido refugiarse en el merchandising y los lemas prefabricados antes que en el debate de ideas.
Los asistentes al cónclave popular pueden recorrer un recinto dividido en cuatro grandes áreas temáticas: las ideas, el encuentro, la libertad y la juventud. Sin embargo, lo que más destaca son los puestos de venta de recuerdos, donde las camisetas y sudaderas con frases como “fachosfera” o “Son las cinco y todavía no he comido”, en alusión a declaraciones de Pedro Sánchez, parecen haber sustituido al contenido político de calado. No falta tampoco el recuerdo a Mariano Rajoy con el famoso “muy españoles y mucho español”, ni las referencias a José María Aznar, a través de la omnipresente fundación FAES, cuyos materiales también ocupan un espacio privilegiado.
El PP, más pendiente de la imagen que del fondo
Lejos de mostrar músculo programático o de fijar un rumbo claro en un contexto político complejo, el PP ha apostado una vez más por lo efectista: barras de bar con fresones, grifos de chocolate de una conocida chocolatería madrileña y un catálogo de recuerdos más propio de un festival que de un congreso nacional. Las formas se imponen al fondo mientras se reedita sin rubor la política de eslóganes y gestos de cara a la galería.
Mientras tanto, los problemas de fondo del partido y del país parecen quedar en un segundo plano. El congreso servirá para reelegir a Feijóo al frente del PP, pero todo apunta a que será un trámite en el que se evitará abordar con rigor cuestiones de calado como el rumbo de la oposición, las fracturas internas o la respuesta a los desafíos económicos y sociales. Entre fresas y camisetas, el PP parece haber optado por la comodidad del escaparate antes que por el incómodo terreno del debate.