Cerca de 3.700 muertes al año por suicidios en España, una cada dos horas y media. Un total de 800.000 en todo el mundo. Esta es la escalofriante realidad que conocemos este martes coincidiendo con la celebración del Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

Desde el año 2003, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), reivindica cada 10 de septiembre que se trabaje para prevenir los suicidios y concienciar de ello a toda la sociedad.

Y es que, según la OMS, se produce una muerte por suicidio cada 40 segundos en el mundo. Si miramos a España, las cifras siguen siendo preocupantes pues, cada día, cerca de una decena de españoles se quitan la vida y una veintena lo intenta.

El foco de preocupación se centra en los jóvenes, subrayando que el suicidio es la segunda causa de muerte entre ciudadanos de entre 15 y 29 años, sólo por detrás de las muertes por accidentes de tráfico. El número de suicidios en personas menores de 25 años se ha multiplicado por tres en los últimos 30 años, según ha explicado a Efe el médico especialista en psiquiatría y pediatría José Luis Pedreira.

Prevención y registro

La OMS también ha querido recordar que sólo en 38 países existen estrategias nacionales de prevención. “Cada muerte es una tragedia para su familia, amigos y compañeros. Los suicidios se pueden prevenir. Hacemos una llamada a los países para que incluyan estrategias de prevención en sus planes nacionales de la salud y de educación”, ha pedido el director general de WHO, el doctor. Tedros Adhanom Ghebreyesus.

En esta línea, la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social en funciones, María Luisa Carcedo, que ha presidido las jornadas por este Día Mundial de la Prevención del Suicidio, ha abogado por situar a la salud mental al nivel del resto de áreas médicas.

Las cifras requieren “que nos pongamos manos a la obra”, dice la ministra para pedir que se rompa el silencio para que el suicidio deje de ser un problema oculto”. “Debemos traerlo al ámbito público y tratarlo como lo que es un grave problema de salud pública”.

Por ello, tras explicar que tanto el suicidio como las tentativas de suicidio constituyen uno de los mayores problemas de salud pública en todo el mundo, Carcedo ha explicado que desde 2006, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas trabajan en una Estrategia de Salud Mental basada en la prevención, detección precoz y el estudio de las conductas suicidas.

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Así, pretenden crear una red de atención telefónica. “Existe evidencia científica de que los teléfonos de ayuda tienen impacto positivo sobre la urgencia suicida”, ha asegurado Carcedo.

Desde la OMS reconocen el éxito de los planes de prevención, el seguimiento de las posibles víctimas, el trabajo de información junto a los medios; pero también pide aplicar más programas de prevención entre los jóvenes. La educación, puede ser la clave para dar herramientas y conseguir que las personas que sufren en silencio sus dolencias y piensan en el suicidio, puedan tener todas las alternativas a su alcance para seguir con una vida normal.

Hasta el momento, la tendencia a seguir en cuanto a los casos de suicidio pasaba por el oscurantismo y el silencio o los eufemismos. Ahora, los expertos recomiendan hablar sobre ellos con responsabilidad, pero sin ocultar esta realidad. “Hablar del tema no va a provocar que nadie ponga fin a su vida, sino que permitirá conocer el riesgo y ayudar a la persona”.

¿Las causas?

Según el experto José Luis Pedreira, puede existir una base biológica que determine que algunas personas sean más propensas o susceptibles a desarrollar trastornos mentales, depresiones o ansiedad. Esto, sumado a otros problemas, puede llevar a las personas a pensar en el suicidio.

Pero también ha querido destacar que el aumento de los casos de acoso escolar, es un factor fundamental en el aumento de suicidio entre los jóvenes.