Rosa Parks fue una defensora de los derechos civiles estadounidenses, hija de un carpintero y una maestra con ascendencia africana, aunque era nativa americana, ya que nació en el estado de Alabama. Sus padres vivieron en una época donde la segregación de las personas por raza estaba a la orden del día en la mayor parte de Estados Unidos.

A mediados de la década de los cuarenta, Parks empezó a trabajar en la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color en Montgomery. Allí trataba casos de brutalidad racista contra las personas negras, donde la ley estaba dividida en dos categorías: para blancos y para negros.

Este 1 de diciembre se cumplen 64 años desde que Rosa Parks sufrió el episodio racista que pasaría a la historia. El primer día de diciembre de 1955, se subió a un autobús para volver a su casa después del trabajo, tomando asiento y negándose a levantarse cuando el conductor le dio la orden de que se lo cediese a un hombre blanco que acababa de entrar. 

Tras este acto valiente contra el racismo existente en el momento, Parks fue detenida y multada con 14 dólares por desobedecer las leyes que regían en el estado de Alabama. Finalmente, acabó en prisión durante una noche después de no pagar la multa y de que fuese rechazado el recurso judicial que presentó. Lo que ella no sabía en ese instante es que su gesto sería considerado como la mecha que encendió el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos

La comunidad negra inició una serie de movilizaciones y protestas que al principio no fueron tomadas muy en serio por las autoridades, pero que comenzaron a preocupar cuando la cifra de detenidos ascendió a más de cien personas. Hay que destacar que entre los manifestantes se encontraba un hombre llamado Martin Luther King, el reconocido activista ganador del premio Nobel de la Paz en 1968, mismo año en el que fue asesinado por un segregacionista blanco.

Cinco años después, el Tribunal Supremo de EEUU declaró inconstitucional la ley de segregación racial en el transporte público y hubo que esperar hasta 1964 a que llegase la Ley de Derechos Civiles, que la prohibió en escuelas, puestos de trabajo, lugares públicos y gobierno.

A pesar de las seis décadas que han pasado desde que acontecieron estos hechos, a día de hoy se siguen dando episodios de racismo y denigración hacia la raza negra y la inmigración en el mundo. Muestra de ello es el auge de formaciones políticas de extrema derecha, no solo en España con Vox, sino también en el resto de Europa con el partido de Marine Le Pen en Francia, la Liga Norte de Matteo Salvini en Italia, o Fidesz en Hungría, partido de ultraderecha que gobierna el país.

En España, el partido liderado por Santiago Abascal, en numerosas ocasiones ha mostrado su versión más racista, pidiendo mano dura contra los inmigrantes. Ejemplo de ello son sus declaraciones en las que asegura que los menores extranjeros no acompañados son delincuentes o que se necesita endurecer las leyes para controlar la llegada de inmigrantes a España, así como el cierre de las mezquitas en territorio español para combatir el “fundamentalismo islámico”.

Por cuestiones como esta, la figura, las acciones, la historia y el legado de Rosa Parks deben estar más presentes que nunca y no olvidarse, ya que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.