La alimentación es uno de los aspectos más influyentes en la salud, de ahí la importancia en seguir una dieta saludable, equilibrada y, también, sostenible. Este último aspecto es importante al tener en cuenta que el sistema alimentario es uno de los principales responsables de la degradación ambiental. Aquí entran en juego las prácticas intensivas e insostenibles, tanto en el terreno de la agricultura como de la ganadería, pero, ¿sabes realmente qué es una dieta sostenible?

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que la sostenibilidad de las dietas va más allá del medio ambiente e incluye dimensiones socioeconómicas. En este sentido, definen dieta saludable sostenible como patrones alimentarios que promueven todas las dimensiones de la salud y el bienestar de las personas, tienen una baja presión e impacto ambiental, son asequibles, seguras y equitativas y son culturalmente aceptables.

Dieta sostenible en el mundo

Actualmente, los patrones de consumo en el mundo están muy lejos de ser sostenibles en lo que se refiere al medio ambiente. Solamente algunas directrices dietéticas tienen en cuenta la sostenibilidad medioambiental, como las de los Países Bajos, los países nórdicos, Alemania, Brasil, Suecia, Qatar y Francia.

El sistema alimentario es uno de los sectores que más degradan, ya que es el mayor usuario de agua dulce a nivel mundial, siendo la agricultura la que acapara el 70% del agua dulce que se extrae en el mundo. La agricultura también produce entre el 21 y el 37% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero y ocupa entre el 49 y el 51% de la superficie terrestre libre de hielo.

Cómo fomentar una dieta sostenible

Algunas de las recomendaciones para conseguir una dieta sostenible es tener una alimentación basada principalmente en alimentos de origen vegetal, preferiblemente alimentos locales y de temporada, y reducir el desperdicio de alimentos.

Las dietas sostenibles son dietas alternativas, equilibradas y saludables que podrían reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la industria alimentaria entre un 30 y un 55% per cápita.

Según la base de datos de la Agencia Francesa de Gestión del Medio Ambiente y la Energía, 1 kg de lechuga producida en un invernadero francés con calefacción emite 11 kg de CO2eq, mientras que 1 kg de la lechuga producida en temporada genera casi 34 veces menos de emisiones, 0,3 kg. Este dato es importante tenerlo en cuenta para darle importancia a los alimentos de temporada y los locales.

La producción ganadera

Otro factor importante en la sostenibilidad de las dietas es la forma de producción de la carne que se consume. El sector ganadero es responsable de aproximadamente el 13% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, sector que ocupa el 26% de la superficie total de la tierra libre de hielo y representa el 29% de la huella hídrica.

Pero aquí hay que diferenciar entre la ganadería extensiva e intensiva. Los sistemas extensivos basados en pastizales y otras tierras con tasas de alimentación adecuadas ayudan a almacenar carbono en el suelo y reducir las emisiones, pero si pasamos a los sistemas intensivos el resultado es todo lo contrario, y es lo que se puede considerar como macrogranjas.

La agricultura intensiva -a día de hoy en el centro de la polémica- no cuenta con recursos naturales para la alimentación y el cuidado de los animales, sino que se desarrolla totalmente en el interior de las granjas y se alimenta con pienso. Estas son las características principales de las macrogranjas, muy populares en los últimos años en el sector porcino, según las cifras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Según las cifras del Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR), hasta septiembre de 2021 -las últimas cifras disponibles- España cuenta con 2.193 explotaciones de ganado porcino que podrían considerarse macrogranjas, con el límite de 720 unidades de ganado, un porcentaje muy pequeño frente al resto de ganadería intensiva, y hasta 6.000 cerdos de cebo de hasta 120 kilogramos.

Relacionado Un trabajador por cada 100 cerdos, la realidad de las macrogranjas

Unas cifras que quedan muy lejos de las 17.504 pequeñas explotaciones ganaderas, en las que hay menos de cinco madres reproductoras y menos de 25 animales de cebo, siempre en el sector porcino. Y muy lejos quedan también del grueso de las granjas de tamaño medio, con hasta 125 madres y hasta 1.000 cerdos de cebo de hasta 120 kilogramos.

En esta línea, Greenpeace asegura que el 93,7% de la producción de carne de cerdo se produce en grandes explotaciones industriales, un 94,2% en el caso de carne de aves y un 80,6% de la producción de leche procedente del sector vacuno. Las asociaciones agrarias coinciden que el mayor problema está en el sector porcino, regulado y techado con la actualización de la ley el año pasado.