En los últimos años se ha generalizado la moda de elaborar pequeños montículos de piedra en paisajes naturales. Para algunos, los equilibrios imposibles de las piedras son una representación del equilibrio mental. Para otros, se trata de una forma de dejar su huella en un entorno especial. Pero para el Ayuntamiento de Camariñas, localidad costera de A Coruña, es simplemente una amenaza para el ecosistema.

Son muchos los que acuden allí cada año a contemplar la fuerza con la que el océano golpea la Costa da Morte en el denominado Cementerio de los Ingleses, un espacio protegido por la Red Natura 2000 y ahora plagado de los ya icónicos montículos.

Aun que las piedras son a veces derribadas por el oleaje o el viento, el consistorio entiende que representan un grave problema para la flora y fauna del entorno: “Estas construcciones, conocidas como milladoiros, dejan el suelo descubierto, expuesto al sol y a las lluvias; desprotegen la vegetación litoral del viento y la salinidad; modifican el hábitat de la fauna endémica ya que estas piedras crean condiciones especiales de temperatura y humedad, alteran el equilibrio ecológico de los habitas litorales de interés comunitario; y dejan una profunda alteración en el paisaje ya que, por ejemplo, las playas de cantos rodados y espacios geomorfológicos de Camariñas se formaron hace 8.200 años durante una breve subida del mar por lo que es una parte importante del patrimonio científico y natural”.

Tanto es así que ya han colocado carteles advirtiendo de las cuantiosas sanciones -que pueden alcanzar los 6.000 euros de multa- a aquellos que decidan continuar con esta moda. Sandra Insua, alcaldesa de Camariñas, ha resumido el perjuicio al patrimonio en una frase:  “Todos tenemos derecho a conocerlo tal y como es