Cada vez son más las personas en España que padecen Parkinson y todo apunta a que la cifra de afectados seguirá en aumento, ya que está estrechamente ligada al envejecimiento de la población. Si bien es cierto que hay casos de pacientes jóvenes,  el riesgo de sufrir esta enfermedad neurodegenerativa aumenta con los años y suele presentarse en torno a los 70.

Conocer la patología y sus claves es fundamental y por este motivo, el Hospital Universitario General de Villalba, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, ha organizado un taller dirigido a informar y formar a los cuidadores de estos enfermos.

Mucho más que temblores

Y es que, aunque los temblores son, sin duda, el síntoma más conocido por la población general, existen otros muchos.

“El Parkinson produce alteraciones del movimiento, fundamentalmente, temblores involuntarios que aparecen en reposo (cuando uno se distrae), rigidez muscular y lentitud de movimientos, lo que conduce a dificultades al caminar”, explica el Dr. Roberto López Blanco, especialista del Servicio de Neurología.

La causa más habitual de temblor no es la enfermedad de Parkinson en sí, sino el denominado temblor esencial, que es el trastorno del movimiento más frecuente, o los efectos secundarios de diferentes fármacos. “Para distinguir los movimientos no controlados de la enfermedad de Parkinson, un detalle clave es la ‘asimetría’ en las extremidades, ya que empieza por un lado o por los dos, pero más en uno de ellos”, precisa este médico.

Sin embargo, tras estos síntomas motores, o, incluso, antes, se pueden producir otros como alteraciones del ánimo, el olfato o el sueño. Y a estos hay que añadir  estreñimiento, micrografía (escritura más pequeña), voz baja o falta de expresión facial.

Este neurólogo aclara, no obstante, que “de forma aislada los síntomas no son diagnóstico de ningún trastorno, sino la conjunción de varios”.

Cuando la sintomatología es más leve, en los estados precoces de la enfermedad, interfiere en menor medida en la vida diaria, pero conforme va aumentando se incrementa su impacto negativo sobre la esfera personal, individual, familiar, e incluso, laboral. “Los afectados pueden sentirse observados cuando aparece uno de estos síntomas”, apunta el Dr. López Blanco.

Causas

La causa principal del Parkinson todavía sigue siendo una incógnita. Sin embargo, se sabe de su relación con la falta de producción en el cerebro de dopamina.

“Existen varias teorías”, relata este neurólogo. Puede haber predisposiciones individuales como el factor genético, aunque, “solo en un porcentaje muy bajo de la población existe una mutación genética responsable de la enfermedad”.

Otra tesis que se baraja apunta a tóxicos como pesticidas o tóxicos del ambiente: dióxido de nitrógeno, manganeso, cobre, plomo, etc. 

“En estudios de laboratorio han manifestado ese poder degenerativo de las neuronas y se han constatado con estudios poblacionales”, aclara este médico.

Por ello, aunque no existe una pauta clara sobre cómo prevenir la enfermedad, se recomienda evitar la exposición directa a sustancias que puedan estar asociadas con la neurodegeneración y seguir hábitos de vida saludable, como el consumo de la dieta mediterránea y la realización de ejercicio físico.

En este sentido, apunta también el Dr. López Blanco, se ha relacionado la ingesta de café y cafeína con un menor riesgo de sufrir Parkinson.

Tratamientos

A día de hoy, no hay cura para la enfermedad, pero si se puede mejorar la calidad de vida de los pacientes, por lo que es clave ponerse en manos expertas desde el primer momento.

“Los tratamientos son sintomáticos”, subraya el neurólogo. “Las terapias existentes, como la levodopa, al menos en un inicio, son bastante eficaces y controlan la sintomatología. Aunque no funcionan de forma similar en todos los pacientes, en general, mejoran los síntomas y la funcionalidad”, insiste.

Del mismo modo, hay afectados que pueden requerir terapias dirigidas. Si tienen problemas de comunicación han de trabajar con el logopeda y si sufren depresión recibir tratamiento para la misma.

En estados avanzados de la enfermedad, cuando aparecen fluctuaciones relacionadas con la ingesta de medicación oral, puede emplearse cirugía de estimulación cerebral profunda, “reservada para pacientes que responden a levodopa y buscan un mejor control de la enfermedad”, aclara el Dr. López Blanco.

Otras dos terapias avanzadas serían la “estimulación dopaminérgica continua por medio de levodopa intraduodenal a través de una sonda directamente al estómago y la infusión de apomorfina subcutánea”, añade.

A esto hay que sumar otros tratamientos tecnológicos que buscan, de una forma menos invasiva, crear una pequeña lesión en una zona del cerebro para mejorar los síntomas y reducir la medicación oral.

Es importante tener en cuenta también si el paciente sufre otras patologías crónicas como por ejemplo la diabetes, ya que los fármacos antidiabéticos y otros pueden ser confundidos con los de la enfermedad de Parkinson, "consumiendo más medicaciones de las debidas para esta enfermedad y pueden complicar el manejo de la patología".

En este punto, al igual que en el resto de cuidados del paciente, resulta vital el apoyo de la familia o terceros que controlen la medicación.