La estimulación cerebral profunda es una técnica neuroquirúrgica que permite mejorar el control de los síntomas incapacitantes de diversas enfermedades, entre ellas el Parkinson, el temblor esencial, las distonías, las cefaleas, o, incluso, el trastorno obsesivo compulsivo.
Consiste en insertar uno o dos electrodos en el cerebro, conectados a una batería que se implanta subcutáneamente. Así, mediante la estimulación eléctrica se consigue “regular grupos de neuronas situados en regiones de localización profunda, ya sea en el interior del tronco cerebral, la zona del cerebro encargada de coordinar las funciones vitales del cuerpo y de su desarrollo automático o en áreas próximas a él”, explica la Dra. Mónica Lara Almunia, especialista del Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid,

Su funcionamiento es similar al de un ‘marcapasos’, y, si bien no cura la enfermedad, sí permite mejorar el funcionamiento del sistema nervioso del paciente.

“En casos de Parkinson podemos colocar al paciente en la situación clínica en la que estaba diez años antes”, apunta esta especialista.

Otras aplicaciones: de la obesidad a la depresión

Las indicaciones de este tipo de técnica son muy variadas. Además de las anteriormente citadas, hay estudios en desarrollo que valoran su utilidad en patologías como la obesidad, la anorexia, el Alzheimer e, incluso, la depresión.

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Mejora los síntomas y reduce la medicación

La técnica presenta dos importantes ventajas. La primera de ellas, la mejora de los síntomas. En la mayor parte de los casos en los que el resultado de la intervención es satisfactorio pueden llegar a reducirse hasta en un 80 por ciento, o incluso, puntualmente, en un cien por cien.

La segunda, está relacionada con la medicación diaria que este tipo de pacientes debe tomar y que disminuye al mejorar la sintomatología. “Esto supone una enorme recuperación de la calidad de vida”, subraya esta especialista.

Ella, junto a un completo equipo de este hospital de Móstoles, ha llevado a cabo con éxito la primera intervención de estas características que se realiza en el centro, lo que convierte al HURJC en el primer hospital público del sur de la región en ofrecer dentro de su cartera de servicios esta innovadora técnica.

En la intervención han participado neurocirujanos, neurólogos, neurofisiólogos, neuropsicólogos, anestesistas y radiólogos.

Un ejemplo de éxito

La paciente intervenida es una mujer de 64 años que presentaba temblor esencial desde los 16, lo que le había impedido llevar una vida normal. Su calidad de vida tras la operación, sin embargo, ha mejorado de forma muy significativa.

“Antes requería ayuda para realizar actividades tan habituales como peinarse, comer o beber y tras la intervención quirúrgica, y mediante la estimulación de áreas muy concretas de su cerebro, ya puede llevarlas a cabo sin ayuda”, celebra la Dra. Lara.

Dra. Mónica Lara Almunia, especialista del Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Rey Juan Carlos

La operación requirió seis horas de quirófano, y, tras la intervención, la paciente permaneció ingresada unos días en el hospital con revisiones diarias para confirmar que la evolución y los resultados eran satisfactorios.

Recibida el alta hospitalaria, continuó con visitas semanales y mensuales con los servicios implicados.

Posibles candidatos

Los criterios de selección de posibles candidatos a ser intervenidos de este modo, no obstante, son muy estrictos. “Es necesario realizar un estudio neuropsicológico del paciente y una evaluación del grado de afectación por su enfermedad, así como por un amplio proceso de estudio preoperatorio, que incluye la utilización de pruebas radiológicas: radiografía, scanner, resonancia magnética, etc”, resume esta neurocirujana.

“Tan solo una parte pequeña de los pacientes pueden ser finalmente intervenidos”, reconoce, indicando que, en términos generales, los candidatos idóneos son menores de 70 años con enfermedad de larga duración, que no responden a la medicación o que tienen efectos adversos importantes derivados de ésta.

Durante la intervención, además, el paciente ha de permanecer despierto y consciente en una parte importante del proceso, ya que ha de colaborar respondiendo a órdenes simples, como mover un brazo o decir ciertas frases o enumeraciones.

Del mismo, es necesario que los profesionales cuenten, como es este caso, con amplia experiencia en operaciones neuroquirúrgicas y que dispongan del equipamiento necesario, que incluye un marco estereotáctico y sofisticados programas de planificación.

Una intervención al mes

Según las previsiones, el Hospital Rey Juan Carlos podría realizar una intervención de estas características cada mes. Pueden optar a las mismas pacientes que tengan este centro de referencia y aquellos otros fuera de zona que lo hagan a través de libre elección.

“Nuestro equipo está preparado para abordar todas aquellas patologías en las que la estimulación cerebral profunda ha demostrado ser segura y eficaz”, concluye la Dra. Lara.