El Papa Francisco, líder de la Iglesia católica desde 2013 y una de las figuras más influyentes del siglo XXI, ha fallecido a los 88 años en la Ciudad del Vaticano. Su pontificado, marcado por reformas profundas y un llamamiento constante a la misericordia y la justicia social, marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia. Con su estilo cercano y su mensaje de inclusión, logró movilizar a millones de fieles y abrir debates fundamentales dentro del catolicismo.
Un pontificado marcado por la humildad y la reforma
Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores, en Buenos Aires, Argentina. Criado en una familia de inmigrantes italianos, conoció desde la infancia el sacrificio y el esfuerzo cotidiano de los trabajadores. De joven, antes de ingresar al seminario, trabajó como obrero y técnico en un laboratorio químico, experiencias que marcaron su visión del mundo y su sensibilidad hacia los pobres.
Ingresó en la Compañía de Jesús en 1958 y fue ordenado sacerdote en 1969. Tras una trayectoria destacada dentro de la Iglesia argentina, fue nombrado arzobispo de Buenos Aires en 1998, donde transitó las calles de su ciudad en transporte público, visitó villas miseria y denunció las injusticias con una voz firme pero serena. Su carisma era la sencillez; su misión, la cercanía. Fue creado cardenal en 2001 por el papa Juan Pablo II. El 13 de marzo de 2013, fue elegido papa tras la histórica renuncia de Benedicto XVI.
Adoptó el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, una declaración de intenciones inspirada en predicar la pobreza, la paz y el amor por la Creación, reflejando desde el inicio de su pontificado su deseo de una Iglesia comprometida con los derechos humanos y la justicia social. Desde el primer momento, marcó un estilo sobrio y sencillo, renunciando a muchos de los privilegios papales -optó por vivir en la residencia de Santa Marta, un gesto que reflejaba su compromiso con la humildad- y enfatizando la necesidad de una Iglesia abierta al mundo.
Su legado se construyó sobre acciones concretas y simbólicas. Lavó los pies de prisioneros y refugiados en Jueves Santo, visitó zonas de guerra, abrió las puertas del Vaticano a los sin techo y se convirtió en un incansable defensor del medioambiente con su encíclica Laudato Si, un llamado urgente a cuidar la casa común.
Un líder global con un mensaje de paz y justicia
En 2019, firmó el Documento sobre la Fraternidad Humana junto al Gran Imán de Al-Azhar, un gesto sin precedentes en la relación entre el catolicismo y el islam, instando a la humanidad a derribar muros y construir puentes.
También medió en conflictos internacionales, participando en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y denunciando las guerras en Ucrania y Oriente Medio, el drama de los refugiados y el impacto del autoritarismo en diversas regiones del mundo.
Sus viajes apostólicos le llevaron a los rincones más desfavorecidos del planeta, donde se encontró con migrantes, víctimas de la guerra y comunidades perseguidas. En Irak (2021), se convirtió en el primer papa en visitar el país, llevando un mensaje de reconciliación a una comunidad cristiana devastada por la violencia.
Sin embargo, su papado también enfrentó desafíos y resistencias. Su intento de reformar la curia romana y su firme condena a los abusos sexuales dentro de la Iglesia generaron tensiones con sectores conservadores. A pesar de las críticas, nunca se apartó de su visión de una Iglesia en salida, que no se encierra en los templos sino que se ensucia las manos con la realidad de los pobres y olvidados.
Francisco también se atrevió a tocar temas considerados intocables en el catolicismo: abrió el diálogo sobre la atención pastoral a la comunidad LGBTQ+, propuso la posibilidad de flexibilizar el celibato sacerdotal en regiones con falta de clero y permitió mayor participación de las mujeres en cargos de liderazgo dentro de la Iglesia. Estas propuestas, aunque generaron debates, también le valieron el reconocimiento de millones de fieles que vieron en él a un papa humano, dispuesto a escuchar.
Sus problemas de salud y el deterioro en sus últimos años
El papa Francisco se enfrentó diversos problemas de salud a lo largo de su pontificado, que fueron debilitando progresivamente su estado físico. En 2021, fue sometido a una cirugía programada de colon debido a una estenosis diverticular sintomática, una afección que le causaba dolor abdominal recurrente e inflamación. Años más tarde, en 2023, tuvo que ser hospitalizado por una bronquitis infecciosa, que lo obligó a permanecer varios días en el Hospital Universitario Gemelli de Roma.
En febrero de 2025, su salud volvió a deteriorarse cuando ingresó nuevamente en el hospital debido a una bronquitis que derivó en una neumonía bilateral, causada por una infección polimicrobiana en un contexto de bronquiectasias y bronquitis asmática. Mientras estaba ingresado en estado crítico, sufrió una insuficiencia renal leve. El 3 de marzo sufrió dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda. A pesar de los esfuerzos médicos, su estado se volvió cada vez más delicado, limitando su actividad pública.
A pesar de los problemas de salud en sus últimos años, el papa Francisco continuó con sus compromisos hasta el final, presidiendo audiencias y participando en eventos clave del Vaticano. Su fallecimiento marca el fin de una era para la Iglesia Católica y deja un legado de apertura, sencillez y reforma.