Todavía no había amanecido y el reloj marcaba las 7:00 horas, pero las primeras patrullas de la Policía ya rondaban el número 7 de la calle Brígida. El frío y el silencio se hacían fuertes Vallecas, tan solo perturbados por las luces azules intermitentes y el murmullo de las decenas de militantes, del barrio y de fuera, que se arremolinaban en torno al portal desde antes del despliegue del operativo policial. “La puerta es nuestra y de aquí no nos moveremos”, anticipaban. Tras ellos, una familia se protegía del tercer intento de desahucio.

Pilar, una mujer víctima de violencia de género, y sus dos hijas. Pasan 15 minutos de las siete de la mañana de este viernes y siguen llegando compañeros de lucha, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH Vallekas) y de otros colectivos y sindicatos. La policía actuará de un momento a otro, tal y como anuncian la llegada de las lecheras de antidisturbios, pero la fuerza cada vez es mayor en el portal. 7:30 horas, los agentes mueven fichan por partida doble: calle cortada para que no puedan sumarse más personas y “amenazas” a los que están en el portal.

A un lado y otro del cordón comienzan las identificaciones, pero nadie se mueve ni un milímetro. “Una vez más, vergonzoso despliegue policial para dejar a una mujer y sus dos hijas en la calle. Han estado intimidando a algunas compañeras”, denuncian desde PAH Vallekas. La tensión, presente desde el mismo momento de la notificación de desalojo, se acrecentaba con los primeros movimientos de las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado. “Pretenden que dejemos de defender a nuestras vecinas con amenazas de multas por la Ley Mordaza. No lo van a conseguir”.

Todavía quedaba una hora para que llegase la comitiva judicial. Los movimientos de vivienda retrasmiten a través de sus redes sociales el desarrollo de los acontecimientos para denunciar la situación y llamar a todos sus seguidores a acudir a ayudar; mientras, al otro lado del móvil, entre los pocos espectadores que reune la Asamble de Vivienda de Villalba a estas horas intempestivas se destaca la Policía Municipal de Madrid. Las 9:00 horas pasadas y la comisión llega entre gritos de “vergüenza me daría desahuciar a la familia” y “la ley de Vivienda es una mierda”.

La negociación entre las partes comienza ya a la luz del día y se alarga más de media hora. Rozando las 10:00 horas, el Samur social traslada a Pili una propuesta “ridícula y violenta”: tres noches de Albergue. Rechazo, resistencia y, 10 minutos después, desahucio parado, pero por poco tiempo. El 31 de octubre queda fechado un nuevo intento. “Esto lo hemos conseguido las que estamos aquí”, reivindica una de las participantes de la resistencia. “Hoy hemos sido muchos y en dos semanas tenemos que ser más”.

Los intentos previos de negociar con CaixaBank no surtieron efecto y ninguna administración quiso siquiera interceder. Gobierno central, Comunidad Autónoma y Ayuntamiento, pero nada. “Las medidas que están aprobando no están siendo suficientes, la ley de Vivienda no sirve para nada y Pili es un ejemplo de ello porque reúne los requisitos de vulnerabilidad, la Caixa es un gran tenedor más que de sobra y, aun así, quieren ejecutar este desahucio”, denuncian. “Un gran tenedor con una propiedad del 17% del Estado”, añaden los activistas allí presentes.

Una situación dramática para Pili y para otros miles de vecinos de los barrios obreros de toda España. Pero, por el momento, “Pili se queda”, y esta gran, pero momentánea victoria llena de orgullo y fuerza a un movimiento. “Qué orgullo de compañeras de Vallekas y de otros barrios de Madrid. Pese al despliegue policial y pese a sus leyes de mierda, Pilar se queda”. El siguiente asalto no se hará esperar mucho, pero hasta entonces, los colectivos avisan: “nos tendrán en cada acto para escrachearles”.