La migraña y la depresión son dos trastornos que, a primera vista, podrían parecer completamente distintos: uno se manifiesta principalmente a través del dolor físico intenso y el otro a través del sufrimiento emocional. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que estas dos condiciones están profundamente entrelazadas, afectando a los pacientes de manera que va más allá de la coincidencia o la causalidad simple.

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Existen estudios de calidad que se sumergen en el complejo vínculo entre la migraña y la depresión, explorando cómo se influyen mutuamente y lo que esto significa para el tratamiento y la calidad de vida de quienes las padecen.

Una relación probada en gemelos

La relación entre la migraña y la depresión es bidireccional y compleja. Las personas que sufren de migraña tienen una probabilidad significativamente mayor de experimentar depresión. Inversamente, aquellos con depresión son más susceptibles a desarrollar migraña. Este vínculo sugiere que no se trata simplemente de que una condición cause la otra, sino que ambas comparten factores etiológicos subyacentes, posiblemente genéticos, que son exacerbados por factores ambientales.

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Estudios en gemelos han arrojado luz sobre esta interconexión, mostrando que los familiares de individuos con migraña o depresión tienen un riesgo elevado de desarrollar la otra condición. Esta relación es aún más pronunciada en gemelos idénticos -monocigóticos frente a dicigóticos-, lo que apunta a un fuerte componente genético compartido entre ambas enfermedades.

La relación con la serotonina

“Una investigación centrada en la búsqueda de una explicación para esta relación sugiere que existe una vulnerabilidad genéticamente condicionada desencadenada por factores ambientales. Es decir, que ambas patologías comparten factores etiológicos en lugar de una simplemente desencadenar la otra”, nos explica Alex Jaimes Sánchez, Especialista el Servicio de Neurología y de la Unidad de Cefaleas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, integrado en el Servicio Madrileño de Salud (SERMAS).

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La migraña y la depresión comparten más que solo una predisposición genética; también exhiben vías fisiológicas comunes que afectan el cerebro. Ambas condiciones muestran anomalías en el sistema serotoninérgico, crucial tanto para la modulación del dolor como para la regulación de las emociones. La serotonina, un neurotransmisor, juega un papel vital en ambos trastornos, estando sus niveles alterados durante los episodios de migraña y crónicamente bajos en la depresión. Esta disfunción serotoninérgica subraya la conexión entre el dolor físico de la migraña y el sufrimiento emocional de la depresión.

“En los trastornos depresivos se ha evidenciado niveles bajos de serotonina de forma crónica, lo cual puede aumentar la sensibilidad de las vías del dolor”, explica el experto, que añade que también “se ha observado un aumento de los niveles de serotonina durante los episodios de migraña, estando bajos entre episodios”.

Las coincidencias entre ambas dolencias apuntan a la serotonina y, de hecho, una variante del gen que codifica el transportador de serotonina probablemente esté asociado con ambas enfermedades. Y migrañas y depresiones afrontan su tratamiento a través de la regulación de la serotonina. “Los triptanes, uno de los fármacos utilizados en el tratamiento agudo de la migraña, terminan la crisis modulando las vías del dolor mediante la activación de los receptores de serotonina”, explica el doctor Alex Jaimes Sánchez, que apunta a que “por otra parte, “los inhibidores de la recaptación de serotonina, fármacos utilizados en el tratamiento de la depresión se usan también como tratamiento preventivo de la migraña”.

Desafíos y retos de la relación

El entrelazamiento de la migraña y la depresión “presenta un desafío significativo para la salud mental y física” y su tratamiento, señala el especialista de la Fundación Jiménez Díaz. Igual que, con anterioridad nos referíamos a la interrelación farmacológica de ambas dolencias, también cabe la pena destacar que la coexistencia de ambas condiciones puede contribuir a la resistencia a los medicamentos, haciendo que el manejo sea más complicado y requiriendo un enfoque más integrado y personalizado.

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La interacción entre la migraña y la depresión subraya la necesidad de un enfoque holístico en el tratamiento. Los profesionales de la salud deben estar alerta a la presencia de ambos trastornos en sus pacientes para proporcionar un manejo terapéutico que aborde tanto los aspectos físicos como emocionales. Esto puede incluir una combinación de medicamentos, terapia psicológica, y estrategias de manejo del estrés y el estilo de vida.

A pesar de los desafíos que presenta la coexistencia de migraña y depresión, el creciente entendimiento de su relación bidireccional y los factores compartidos abre nuevas vías para tratamientos más efectivos. “El diagnóstico oportuno de ambas entidades tiene implicaciones para el tratamiento integral, dado que permite ofrecer estrategias terapéuticas más efectivas mejorando la calidad de vida de aquellos que enfrentan estos desafíos de salud dual”, concluye el especialista Alex Jaimes Sánchez. Con un enfoque compasivo e integrado, hay esperanza para aquellos que luchan contra el dolor y la emoción entrelazados de la migraña y la depresión.