La burbuja de los alquileres tiene consecuencias especialmente significativas en la vida de las personas. Eso es algo que, por ejemplo, saben perfectamente los jóvenes españoles que, de media, se independizan a los 29,3 años; tres años después que los europeos y hasta 10 con respecto a los ciudadanos de los países nórdicos.

Pero, a pesar de que todos necesitamos una, el precio de la vivienda es un problema mayor para aquellos que, precisamente, tienen más necesidades. Este es el caso de los refugiados que, tras un arriesgado viaje por el Mediterráneo -donde ya han muerto más de 2.000 personas en este 2018- al llegar a un país seguro como España, se encuentran con problemas de índole xenófoba para acceder a una vivienda, un momento clave en su proceso de integración y relación con la sociedad española.

Para ayudar a romper esa barrera, coincidiendo con el Día Internacional de la Tolerancia, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado ha puesto en marcha una campaña que, precisamente, lleva por lema una expresión utilizada a modo de provocación desde los sectores más xenófobos, ‘Mételos en tu casa’.  La iniciativa tiene como objetivo derribar los prejuicios y la discriminación por parte de propietarios e inmobiliarias, además de animarles a “ganar mucho en solidaridad” sin perder ingresos económicos.

Un elemento importante de esta campaña es la de informar para evitar el miedo a la insolvencia económica de los inquilinos. Tras un periodo de 6 y 9 meses en centros y pisos de acogida, las personas refugiadas deben encontrar una vivienda de forma autónoma. Pese a no poder hacer frente a los habituales requisitos de adelantos, contratos indefinidos o avales, en ese momento ya cuentan con permiso de trabajo y ayudas al alquiler por parte del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, además del apoyo de organizaciones como CEAR, por lo que su solvencia es del 100%. Por ello, esta campaña pide el alquiler a personas refugiadas “en las mismas condiciones que a cualquier otra persona”.

“Aquí no se alquila a extranjeros”

Para evidenciar las reticencias con las que los refugiados se encuentran a la hora de asentarse en España, la Comisión recoge ejemplos de las frases más habituales a las que tienen que enfrentarse. “En esta inmobiliaria no se alquila a extranjeros”, “un piso de 600€ es muy caro para una familia refugiada”, “ya tuve una mala experiencia con una familia extranjera” o “ya tengo muchas visitas de gente que trabaja” son frases que pueden derrumbar un proyecto vital, atendiendo simplemente al aspecto físico de las personas.

Para contrarrestar, la organización recoge declaraciones diametralmente opuestas de españoles que ya han probado esta experiencia y se muestran satisfechos, conscientes de la importancia que tiene la oportunidad que dan a sus inquilinos.