El pueblo americano ha hablado. Tan alto, que ha enmudecido al resto del mundo con su pesada 'argumentación'. El americanismo se ha impuesto frente al globalismo en lo que parece un impulso de los estadounidenses por recuperar la dirección política en beneficio del país, aunque eso represente un claro retroceso en su política exterior

Pero mientras los europeos se llevaban las manos a la cabeza, Putin descorchaba una botella de champagne francés y Marine Le Pen acariciaba su gato blanco, otra parte del mundo esperaba la reacción de los vencedores y de los vencidos. Para entender dichas reacciones, en ELPLURAL.COM hemos hablado con José Luis Martín Ovejero, experto en comunicación no verbal y miembro de la Asociación ACONVE.

Hillary recurre a la técnica del avestruz

Mutis por el foro. Esa es la táctica de huida a la que ha recurrido la candidata demócrata para afrontar su derrota. Según Martín Ovejero, "tan importante es lo que se hace y se dice, como lo que no. Por eso llama la atención que Hillary Clinton, inmediatamente después de conocer su derrota, no haya querido comparecer ante sus seguidores presenciales y votantes de todo el país". Como reconoce el experto, "literalmente los ha mandado a casa".

Las razones de recurrir a la técnica del avestruz quedan abiertas y a imaginación de los electores: "¿Cobardía? ¿frustración? ¿no deseo de reconocer en público la victoria del oponente? ¿necesidad de reflexión tranquila? ¿recuento más preciso? ¿un poco de todo ello?" 

Un inesperado vencedor

Es imposible valorar cómo ha encajado la candidata no ganadora la derrota, si ni tan siquiera tiene la consideración de mostrarse ante sus votantes. Por ello, nos hemos centrado en analizar los cambios en la comunicación no verbal del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump. 

En su primer discurso como presidente de la primera potencia mundial, hemos podido ver a un Trump más tranquilo y comedido. "Han desaparecido sus expresiones faciales más emocionales de ira o desprecio que han acompañado sus intervenciones públicas. Pero tampoco es que hayan sido sustituidas por sonrisas, las cuales solo se han advertido cuando ha recordado a sus personas más cercanas".

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En cuanto a la gestualidad, "ha sido abierta como acostumbra y propia de una personalidad dominante". Aquí también pudimos ver a un Trump más tranquilo y menos agresivo que en sus discursos anteriores: "Desaparecieron los gestos más radicales como el dedo índice estirado (acusador), subir y bajar con fuerza el brazo (gesto látigo), etc".

También hemos observado en el vencededor republicano "posiciones corporales más contenidas. Sin moverse tanto por el escenario, más centrado y dejando atrás sus facetas más interpretativas, como cuando hacía supuestas imitaciones de algunos comportamientos de sus críticos".

Su vestuario es una de las pocas cosas que no han cambiado en su forma de mostrarse al mundo. Como reconoce Martín Ovejero, "siempre han sido una llamada al sentimiento patriótico. Hoy ha aparecido con los asociados a la bandera americana: Azul (traje), rojo (corbata) y blanco (camisa)".

¿Le apretaban a Trump las gomas de su careta?

El deseo de querer mostrarse menos radical, más centrado y abierto al diálogo ha quedado latente durante todo el discurso. Incluso "desapareció el lenguaje a la parte más emocional de quienes le escuchan. Las palabras con implicación emocional han dejado paso a unas más frías con sus deseos para el futuro. Ya ha ganado sus corazones, ahora tocará convencer a la razón", explica Martín Ovejero.

Otro motivo para pensar que Trump quiere quitarse su merecida fama de villano malvado, es cómo ha elegido modular su voz para su primer discurso como presidente: "su volumen era más bajo, la velocidad más pausada y el tono más grave. Ya no tenía que jugar con todos estos recursos para atrapar a la audiencia, haciendo más vivo su mensaje. Hoy se ha moderado en su discurso, que ha sido más sosegado y plano".

Incluso se ha desprendido de los clásicos impulsos navajeros que ha mantenido durante toda la campaña. En el momento de reconocer la labor de su rival, "no se han advertido signos de sorna o falsedad".

A partir de aquí, queridos incrédulos, nos espera un extraño camino de incertidumbre. Las consecuencias del Make America Great Again están aún por ver. Mientras tanto God Bless Europa, God Bless México, God Bless...