Cada vez son más los niños diagnosticados con Diabetes Mellitus 1, la segunda enfermedad crónica más frecuente en la infancia.

Esta patología, también conocida como diabetes insulinodependiente o infantojuvenil, cuyas causas no están del todo claras, se caracteriza por subidas y bajadas bruscas de los niveles de glucosa.

Sin embargo, los avances tecnológicos han permitido mejorar claramente la calidad de vida de estos pacientes y, en muchas ocasiones, el control de la enfermedad. En combinación con los controles clásicos, han supuesto un "cambio notable y un gran paso" en su manejo, destaca la doctora Cristina Alfaro Iznaola, del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, integrado en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid.

“Aportan mucha más información que los controles capilares, por lo que, los datos sumados de ambas estrategias posibilitan a los profesionales hacerse una idea mucho más aproximada de la situación de cada paciente”, añade.

Esta especialista llama la atención sobre el hecho de que “no han pasado aún ni cien años desde el descubrimiento de la insulina y ya tenemos disponibles sistemas de medición continua de glucosa, bombas de insulina, e incluso está en estudio el páncreas artificial".

Con el el objetivo de acercar al personal sanitario al manejo de esta patología en la edad pediátrica y mejorar la asistencia a los pacientes, esta médico, junto con Miriam González Mora, enfermera especialista en Endocrinología del mismo centro, ha llevado a cabo en el hospital en el que trabajan el curso ‘Debut de Diabetes Mellitus 1 en la infancia ¿qué debemos saber?’.

Con la participación de más de 30 especialistas, se han puesto sobre la mesa distintos aspectos como las formas más frecuentes de debut de la diabetes tipo 1 en la infancia, el control de la insulinoterapia, las claves de la alimentación, el abordaje de situaciones especiales y el manejo de los procesos infecciosos”.

“Todas ellas son herramientas que ayudan, y mucho, a superar los no pocos retos que el tratamiento de esta patología plantea tanto a los profesionales médicos como a los padres”, subraya la doctora Alfaro. “El correcto manejo y cálculo de la insulinoterapia requiere un conocimiento avanzado de la enfermedad”, indica. Hay que tener en cuenta, además, que “la cantidad de insulina a administrar va a estar modificada por numerosos factores como la alimentación, el ejercicio o el desarrollo de la enfermedad, entre otros”, matiza, y añade: “éste es uno de los pilares del tratamiento que requiere más aprendizaje, pero, con entrenamiento, se puede conseguir adecuadamente".

Primeros síntomas

Diagnosticar la enfermedad lo antes posible es de especial importancia. La forma más frecuente de debut en la infancia es la cetoacidosis, un estado metabólico asociado a una elevación de los cuerpos cetónicos en sangre que puede presentarse tras un período en el que los síntomas pueden ser leves y pasar desapercibidos o manifestarse de manera brusca, como ocurre en los niños más pequeños.

"Cuanto menor es la edad del paciente, más probable y de mayor gravedad es la cetoacidosis”, especifica esta médico del Hospital Rey Juan Carlos. En estos casos se sigue requiriendo "un manejo más exhaustivo y, por ello, en algunas ocasiones, el paciente precisa traslado a una UCI Pediátrica”.  

No obstante, con el paso de los años, y gracias a la mejor formación que reciben los padres y el personal sanitario, “vemos cada vez más casos en los que simplemente hay hiperglucemias aisladas sin asociar cetoacidosis ”, subraya.

La alimentación

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es la alimentación. “Es importante tener un conocimiento lo más exhaustivo posible de los tipos de alimentos y del control de su peso en función de las necesidades y situación de cada paciente”, indica la doctora.

En esto consiste la llamada ‘dieta por raciones’, otro de los pilares básicos del tratamiento de la diabetes tipo 1 y que, según asegura la pediatra, "no implica que una persona diabética no pueda hacer una vida completamente normal que incluya celebraciones o festejos".

El ejercicio

La práctica de ejercicio también implica cambios. La mejor forma de gestionar las subidas y bajadas de azúcar, es decir, las hiperglucemias y las hipoglucemias, es a través de la prevención. “Esto se consigue con autocontroles frecuentes, conociendo los horarios del paciente y estando preparados para cualquier evento”, afirma la doctora Alfaro, que advierte que, de no ser posible anticiparse, “es fundamental actuar lo más precozmente posible”.  

Cuando el niño enferma

Otro de los retos a los que se enfrentan médicos y padres de pacientes pediátricos con diabetes tipo1 es el manejo de los procesos infecciosos, tan frecuentes en los niños. Los pequeños diabéticos tienen las mismas posibilidades que cualquier otro menor de enfermar, pero “es importante vigilar estrechamente los cambios en los requerimientos de insulinas que pueden predisponer al paciente a tener hipo o hiperglucemias”, alerta esta especialista.

En los cuadros, por ejemplo, que asocien fiebre “es frecuente que tengamos que aumentar la dosis de insulina", explica, mientras que en aquellos con afectación gastrointestinal “será necesario reducirla”.

En este sentido hay que tener en cuenta también, concluye la doctora Alfaro, que la mayor parte de las formulaciones pediátricas “llevan azúcares simples para mejorar el sabor, por lo que tendremos que vigilar qué fármacos utilizamos”.