En 2022 la tasa de suicidios batió un nuevo récord en España después de que 4.097 personas se quitaran la vida, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Dos años antes, la llegada del Covid había golpeado con fuerza a favor de esta lacra, ya que a los problemas del día a día se sumaron factores a los que nadie estaba acostumbrado. Ahí nos dimos cuenta, a título individual y como sociedad, de lo importante que es sentir el fresquito de la calle y el calor de los tuyos. 

Javier Corral es actor, director y conferenciante en instituciones vinculadas a la salud mental, como el  Colegi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana o el Colegio de Médicos de Madrid. Tuvo un intento de suicidio siendo muy joven vinculado, entre otras cosas, a su orientación sexual. "Me gustaban los chicos, también las chicas (...) Mis padres me encerraron en casa durante un mes cuando se enteraron de que me estaba viendo con un niño (...) Como no podía escapar de casa, la única vía que encontré fue hacerlo del mundo", cuenta a este medio.

Eso fue en 1987. En 2020 otra serie de factores le hacen entrar en un agujero del que no ve salida. "Mi cerebrito dijo, ¿te acuerdas que había una solución que intentaste de pequeño? Puedes volver a intentarlo”. En paralelo, "escribía, escribía y escribía", para conseguir salir del pozo y cumplir lo que casi podría calificarse de deuda pendiente. Con estas premisas escribió Abrazolamp 2 (Acorralado) -en 2010 había emitido una primera parte- donde afronta el tema con la risa como protagonista.

A partir de aquí, y de la obra como hilo conductor, la siguiente conversación apunta pequeños consejos para llevar una relación -de cualquier tipo- cuando una de las partes está mal, y afronta la importancia de hablar y escuchar, de reconocerse los pasitos que uno va dando a pesar de estar en el bucle, o de no sentirse culpable por tratar de pasarlo bien cuando todo va mal

PREGUNTA (P): ¿Cómo surgen ambos proyectos? Un poquito más en profundidad.

RESPUESTA (R): En la primera parte hablo de lo solo que me sentía en aquel momento. Estuve dos meses ingresado en un hospital y echaba mucho en falta el contacto físico, sobre todo de la familia. Vinieron a verme muchos amigos, claro, pero me chocaba que un gesto tan sencillo como abrazar costara tanto. Y la pandemia fue el colmo, como si nos prohibieran un gesto que de por sí parece complicado.

Esto, que para mí era mi medicina, sumado a cosas que fueron pasando después, me metieron otra vez en un pozo tremebundo. La gente me pedía volver con Abrazolamp, y mi idea era hacerlo con la primera parte. De hecho, aquí los temas se repiten, aunque la dramaturgia cambia fruto de la madurez. Aquí hablo del suicidio, pero también del edadismo, una cuestión que considero importante y que pasa factura a los mayores de 40 años.

P: Las primeras conductas suicidas datan de finales de los 80. ¿Por qué aparecen?

R: Por lo mismo que han aparecido en 2020. De chaval tenía una serie de circunstancias, me gustaban los chicos y entonces no lo podía decir, menos siendo tan pequeños. Inciso, me sorprende cuando personas de carácter público dicen que estamos peor que antes. No es verdad, ahora un niño puede decir que le gusta otro chico de clase y, al margen de la situación de cada uno, al menos se puede contar sin que te encierren en una habitación.

Lo digo porque mis padres de pequeño me encerraron durante un mes cuando se enteraron de que estaba viendo a otro chico. Esas burradas siguen existiendo, sobre todo en determinados países, pero la concienciación es muy diferente. Ahora te puedes poner una serie de dos chicos que se enamoran y no pasa nada, al menos dentro de un entorno favorable; pues los habrá también que todavía pensarán en escaparse de casa como yo tantas veces lo pensé.

Hablando de escapar… como no podía hacerlo de casa, la única vía que encontré fue hacerlo del mundo. No soportaba ver que mi entorno no me iba a entender, y no solo porque me gustaran los chicos, también me gustaban las chicas. No me etiquetaba.

P: Durante la pandemia, por edad, época, etc; las causas de tu depresión serían otras…

R: Normalmente quien tiene conductas suicidas es porque no es feliz en este mundo, como es mi ejemplo, aunque evidentemente hay personas que las tienen por un caso concreto. Por mucho que crezcas, la disconformidad con la humanidad y demás no cambia.

Antes de la pandemia, mientras las cosas me iban más o menos bien, tenía mi vida atada, pero cuando estalla el Covid, mi mejor amigo se va, me quedo con dos perros en mi casa que adoro con locura, pero fue un marrón, me echaron del piso con 45 años, mi pareja me había dejado, intenté retomar la relación familiar y fue un fiasco… una serie de circunstancias que me sobrepasaron. Entonces, mi cerebrito dijo: “¿Te acuerdas que había una solución que intentaste de pequeño? Puedes volver a intentarlo”. Sin ver un ápice de luz, volví a creer que era la mejor opción.

Mientras tanto, escribía, escribía y escribía, con muchísimo sentido del humor. Escribí el libro Bruce Willis no sabe canta, pero le pone ganas, reescribí Abrazolamp -Abrazolamp 2 (Acorralado)- y con el humor fui tirando. Eso no significa que no sufriera muchísimo, pero esto me ha llevado al punto en el que estoy hoy, a llevar ponencias sobre el tema, colaborar con profesionales y acercarlo al público de una manera sutil, porque quiero que sea así. Quiero decir, no puedes invitar a una persona a un monólogo, contarle todas tus desgracias y que se vaya a casa con las mismas ideaciones. Así que yo simplemente cuento una serie de anécdotas personales, reales o más exageradas, pero es un monólogo totalmente preventivo, porque te lo cuenta una persona que ha intentado suicidarse y está viva.

Fui tirando con el humor, pero eso no significa que no sufriera muchísimo

 

P: Muchas cosas que analizar hasta aquí. La risa como terapia, escribir con la misma función, el hacer ver -y esto es muy importante- que estar mal y hacer por estar bien no está reñido (…) Por mucho tiempo que pase, ¿es fácil que los pensamientos de este tipo vuelvan? ¿Uno nunca debe bajar la guardia?

R: Claro que no, lo que pasa es que a veces la guardia se baja sola, y es ahí donde está el problema y cuando tenemos que ser conscientes de las herramientas de las que disponemos. La impotencia de ver que no puedes salir es tremenda… Yo intento ir hacia la calma, por eso escribía. ¿Que lo que me pasaba era horrible? Claro, pero, ¿qué podía hacer? Escribir para cuando estuviera bien. Porque yo sabía que en un futuro iba a estarlo.

Obviamente hay una mezcla de pensamientos. Un día piensas que vas a estar bien y al siguiente que te vas a morir (…) Es importante contar con una red de apoyo, pero tampoco te puedes centrar solo en eso, porque yo por ejemplo no la tuve.

P: Es que a veces que nos escuchen hace más que cualquier fármaco, ¿no? A pesar de en ocasiones es necesario tirar de medicación

R: Así es. De hecho, el título del monólogo no es casual -nombre de un medicamente cambiado-. El protagonista de la obra toma un medicamento para salir adelante, pero lo que busca son abrazos para evadirse y estar acompañado.

En esta sociedad cualquier resquicio que haya de vulnerabilidad parece perfecto para sacar dinero. Si a alguien le da vergüenza abrazar o contar lo que le pasa, ahí están las farmacéuticas para poner un medicamento “contra” esa vergüenza. Se ha pervertido mucho el tema. Ahora vas a tu médico y en cinco minutos te receta Orfidal, que a la larga te provoca más ansiedad, y eso no te lo dicen. Tampoco te cuentan que durante el primer mes los antidepresivos pueden causar pensamientos suicidas y que necesitas a alguien que esté a tu lado mientras los tomas.

Pueden pasar dos cosas: que te quieras suicidar o que dejes el medicamento, no des tiempo a que actúe y busques lo mismo. Está todo como mal pensado… mi lucha es compleja, pero hay que ir pasito a pasito, y ahí estoy yo, en decir a la gente que se deje de tonterías y que, aunque un medicamento pueda ayudar, pruebe a abrazarse, a quererse y a hablar; porque habrá gente que se vaya de su vida, pero también llegará otra nueva a la que le interese lo que cuenta.

Que la gente se deje de tonterías y pruebe a hablar

 

P: Frustra mucho tener una persona a tu lado (pareja, amigo o familiar) con problemas de salud mental y ver que no puedes ayudarla. Asimismo, para ella es tremendamente complicado de gestionar hasta el punto de que a veces te apartan o se apartan de la vida del otro porque se consideran una carga. ¿Qué consejos das a cada una de ellas?

R: Es muy difícil cuando estás dentro del pozo, pero hay que hacer un gran esfuerzo por reconocer a sí mismo en ese estado y ser honesto con la otra persona. Si no puede contigo... es muy duro, pero, yo lo he vivido, y es mejor dejarla marchar y entender que quizá vuelva en otro momento; o que puede ser tu mejor amigo.

Es muy difícil cuando estás en una situación así pedirle a otra persona que te entienda. A mí esto me ha costado verlo y yo lo reproché muchísimo, pero luego comprendes que es imposible que la otra persona sepa cuánta oscuridad te rodea. Por eso es un tema tan difícil de abordar, también desde los gobiernos, que si no lo han vivido, ni se pueden imaginar lo que es.

Pedir a tu pareja, a tu hermano, a tu madre, que te entienda, uf. ¿Sabes lo que están pensando y pasando ellos? Hay que tratar de explicar cómo estás, tus necesidades y que hay otras que no vas a poder dar. La otra persona tiene que saber lo que hay si se queda contigo, pero si es incapaz de gestionarlo, es totalmente lícito, y es mejor que marche.

Sé de la complejidad de esto, pero cada vez hay más información, y es importantísimo hablar con la gente que te rodea, y saber cómo filtrar lo que dices y lo que te dicen. Me explico, a lo mejor se lo cuentas a tu madre y te responde si quieres que te haga tu comida favorita. Yo me enfadaba muchísimo con esto, pero es su manera de decir que te quiere y que no te vayas de este mundo.

P: Conozco a una profesional que una vez me dijo algo así como: “La mejor terapia a veces es irte de cañas”. Volviendo a lo de criminalizar que alguien salga a pesar de estar mal.

R: En primer lugar, si estás tomando algún medicamente, cuidado con las cañas (risas). Lo digo en broma, pero no deja de ser verdad que es habitual ahogar el malestar con alcohol, y cuidado con esto.

Entrando ya en lo que busca la pregunta, salir a tomar algo es socializar, y esta es una de las cosas más terapéuticas, lo mismo que hacer deporte. Buscar las cosas que te agradan, aunque no tengas ganas de nada es importante. Yo me he obligado muchísimo en los últimos dos años a socializar, aunque solo me apeteciera que el sofá me tragase y ponerme música triste.

Me gustaría destacar la importancia de bajar un poco las expectativas. Cuando te encuentras mal no tienes que esforzarte en ser como eras, sino por pequeños detalles: una buena alimentación, hacer aunque sea una flexión -porque tampoco es fácil realizar deporte pleno si estás deprimido- es un logro. Hoy harás cinco minutos de bici, pero mañana serán seis y cuando te quieras dar cuenta, será una hora. No vayas a la fiesta, pero tómate esa caña con tu vecino de al lado, que casualmente también está solo.

Una persona tiene que saber lo que hay si se queda contigo (…) Si es incapaz de gestionarlo, es muy duro, pero es mejor dejar marchar

 

P: ¿En qué seguimos fallando como sociedad para que la tasa de suicidio sea tan alta?

R: Fallamos porque no entendemos que el ser humano falla de base. Quizá el error principal es que nos han hecho pensar que todos los problemas se solucionan y que todo va a ir bien todo el tiempo. Pero siempre vamos a cometer muchos errores. ¿Y qué pasa? Nada, estamos para equivocarnos y corregirnos.

Lo importante es que nos encontramos en un momento en el que nos hemos atrevido a contarlo. No sabemos a dónde nos va a llevar, esperemos que a algún lugar bueno, pero seguimos siendo fallidos y tenemos que aceptarnos, porque desde ahí podremos gestionar las situaciones. No se puede accionar pensando que somos perfectos, porque no lo somos, y vamos a tirar para ‘alante sin serlo.

P: ¿Qué aconsejas a alguien que sufre directa o indirectamente problemas de salud mental?

R: En un día como hoy, va para ambos, pero sobre todo para las personas que tienen a alguien cerca que lo está pasando mal. Llamadlo por teléfono, visitadle, abrazadle o cogedle la mano sin decir nada, y al rato decid: “Aunque no te entienda. Estoy aquí, puedes contar conmigo”. Y que luego sea verdad, porque cuando alguien dice ‘Te quiero’, tiene que ser de verdad.