La Nochevieja es una fiesta casi universal. La celebración del final del año y la llegada del nuevo año, constituye, sin duda, una de las festividades más arraigadas en el mundo y en concreto en España. Se trata de una jornada lúdica en la que recordamos lo acontecido durante el año y nos conjuramos para que el año que entra, sea mejor que el que dejamos atrás
La víspera de año nuevo se celebra en buena parte del planeta pero más intensamente en aquellos territorios que siguen el calendario gregoriano. Es el caso de nuestro país, pero también el de la mayor parte de los países de Europa y del continente americano países del continente europeo así como en países tan dispares Sudáfrica, Australia, Rusia o Japón.
Orígenes muy antiguos
Hay documentación histórica que data la primera celebración de Nochevieja en torno al año 2.000 y la ubica en la antigua Mesopotamia. Se trataba de unas fechas asociadas al comienzo de la primavera y de la recogida de la cosecha y señalaba el inicio del nuevo ciclo agrícola.
En la antigua Roma el calendario estaba marcado por el ciclo lunar. Debido a esto, el comienzo de año nuevo era en marzo. Tuvo que ser la llegada al trono del emperador Julio César, la que instaurase en el año 46 a.C. el calendario juliano, y el 1 de enero se convirtió así en el primer día del año en honor a Jano, el dios romano de los inicios y los umbrales. Entre las costumbre para celebrar esa fecha destacada se recoge la de realizar sacrificios y brindar con vino para pedir la protección de este dios.
Pero como todo evoluciona, más adelante las tradiciones y costumbres cambiaron y llegamos a la Edad Media donde se asociaron a las festividades cristianas siendo la Nochevieja un momento de reflexión y oración. En España, junto a esta celebración de carácter religioso, se unieron las paganas, más lúdicas. A partir del siglo XVIII, en España comenzaron a pulular los bailes y las fiestas para despedir el año. Algo, más parecido a la actualidad donde dominan los encuentros familiares, las especiales cenas y, en definitiva, la alegría.
Llegados a este punto cabría preguntarse el por qué de la celebración acompañada de las 12 uvas como elemento de búsqueda de la buena suerte. Se datan sus orígenes en Madrid a comienzos del siglo XX y se justifica por la my buena cosecha de uvas recolectada en 1909. Fue por ello, por lo que los agricultores de la capital de España, quisieron compartir su dicha con el pueblo invitándolo a comer una uva por cada campanada del reloj que sonaba en la medianoche.
Hay otra teoría sobre el origen de esta tradición de las 12 uvas. Se trata en una razón bien distinta a la anterior al ser un hecho de protesta durante años que finalizaría institucionalizándose y haciéndose popular en toda España. También se ubica pero unos años antes, concretamente en 1880. En esas fechas, la burguesía española imitaba a los franceses en su costumbre de realización de fiestas privadas durante las Navidades. En estos jolgorios burgueses se consumía champán y se comían uvas. Mientras esto ocurría, el ayuntamiento de la Madrid prohibió las fiestas en la calle de la Noche de Reyes. Ante ello, como una forma de protesta, los madrileños, comenzaron a reunirse en la Puerta del Sol en Nochevieja para escuchar las campanadas del reloj y empezaron a comer uvas como sátira frente a la costumbre burguesa y protesta por las prohibiciones municipales. Con el tiempo, esta costumbre se convirtió en tradición, llegando hasta nuestros días y nuestros hogares en la forma actual de comer las doce uvas.