Tras un 2022 seco, parece que estamos entrando en el segundo año consecutivo de sequía. El año 2023 ya tiene al 15% de la España peninsular en situación de emergencia por sequía y hasta ahora no se han tomado grandes medidas para paliar la situación. Una situación que los expertos advierten que es preocupante y que tendrá un impacto negativo en los incendios forestales, la agricultura, el precio de los suministros eléctricos y la inflación.

"La situación es muy preocupante. La sequía, sobre todo en la parte suroeste de España, es la peor que ha habido nunca desde que hay registros, desde hace prácticamente 100 años", asegura César Paradinas Blázquez, meteorólogo en la Fundación para la Investigación del Clima (FIC).

Si el mes de marzo de 2023 acabó como el segundo más seco del siglo XXI, las previsiones para abril son aún peores. “En abril, aguas mil”, dice el dicho popular para manifestar lo que tradicionalmente es un mes lluvioso, algo que no está siendo así este año. "En los doce primeros días de abril, tan solo se han acumulado en conjunto de España 3 l/m². Una cantidad muy inferior a lo normal para este período. Hasta ahora, el abril más seco de la serie histórica es el de 1995, con 23 l/m² acumulados en todo el mes", comunicó la Agencia Estatal de Meteorología para el tiempo y el clima (AEMET) a través de su perfil de Twitter el pasado 13 de abril.

Y no es solo la falta de precipitaciones, pues hay que tener en cuenta la evapotranspiración, es decir, el agua que se evapora y se pierde del suelo debido al calor, al viento, etc. "Las temperaturas están siendo mucho más altas de lo normal. No solo es que no llueva, es que la poca agua que le queda al suelo se pierde por esa temperatura", explica César Paradinas.

Los embalses se vacían

Según los últimos datos registrados por embalses.net del 10 de abril de 2023, los embalses peninsulares se encuentran con una capacidad del 51,12%, una cifra alarmante si lo comparamos con la media de esta misma semana en la última década66,77%, más de un 10% superior.

Si bien es cierto que la situación no es homogénea en todo el territorio nacional. En la cornisa cantábrica no es alarmante, si bien en Cataluña y la España seca se han encendido las alarmas. Sólo un 56,4% del territorio viva en normalidad en un país que tiene los embalses. 

Según las diferentes comunidades autónomas, destacan por la capacidad de agua embalsada: Galicia (79,63%), Asturias (78,51%), País Vasco (76,19%), La Rioja (73,99%), Castilla y León (69,79%), Comunidad de Madrid (67,83%), Navarra (64,67%), Comunidad Valenciana (57,26%) y Aragón (56,62%) como las que más volumen tienen.

Por el contrario, y en los niveles más bajos del país, están Extremadura (51,95%), Cantabria (42,78%), Cataluña (41,59%) y Castilla – La Mancha (39,81%). Entre las que presentan los datos más preocupantes están los casos de Andalucía con un 29,46% -región donde ya se ha alertado de los peligros que la sequía puede dejar en el Parque Natural de Doñana- y en Murcia con un 27,03%.

"Hay zonas de Córdoba o Ciudad Real donde la sequía es un problema desde el año 2014. No es una cosa de este año. En zonas de Castilla la Mancha, como en Toledo, llevan en sequía casi diez años y va a a peor, este año ha sido como la estocada final", asegura César Paradinas. "Hay que preocuparse porque ya no es que solo se vea comprometido el suministro de agua en grandes ciudades, ya hay muchísimos pueblos en los que ya se está abasteciendo con cubas porque el nivel de los acuíferos está en mínimos en muchas partes de la península", insiste.

Previsiones poco esperanzadoras y graves consecuencias

De no cambiar la situación, y los pronósticos no son buenos, el problema se agravará conforme avance la temporada veraniega. Si este nivel de las reservas hidráulicas llegara a caer al 39% como sucedió en agosto del 2022, el nivel más bajo desde 1995, el impacto para la economía nacional sería un descenso del 2,64% del PIB. Esto se traduce en pérdidas económicas de 60.422 millones de euros, según el estudio realizado por el departamento de Economía de la Universidad Loyola de Andalucía.

El gran perdedor sería la agricultura ya que es el sector que hace un uso más intensivo del agua. La producción de la industria agroalimentaria, cuya caída de ingresos sería muy notable, por ello ya se ha empezado a movilizar solicitando ayudas y subvenciones. Sin embargo, el impacto demoledor que tendrá sobre la agricultura no será la única consecuencia, impactará en la inflación, en los precios de suministros, en la economía de las zonas rurales y en los incendios forestales, que ya comenzaron en marzo.

La disminución de la producción de energía eléctrica hidráulica afectarla sobre el precio de la electricidad. También la escasez de agua presiona al alza los precios de la cesta de la compra, que ya se estaban agudizando por las tensiones inflacionistas. 

En febrero entró en vigor el tercer ciclo del Plan Hidrológico hasta el 2027 con inversiones que superan los 22.800 millones. Aunque esto no es suficiente, es necesario un consenso social y político que todavía no existe, pese a que la realidad es alarmante e irrefutable.