Javier Sierra ha tenido una cuarentena muy productiva desde el punto de vista literario. En los primeros días de la pandemia, incapaz de concentrarse en los proyectos en los que trabajaba, desahogó su desasosiego en una larga carta en la que trataba de entender qué estaba ocurriendo. El resultado fue El mensaje de Pandora’ (Planeta), un relato intimista en el que recupera desde una óptica diferente el antiguo mito griego  de Pandora, la primera mujer, que fue enviada por Zeus a la Tierra con un cofre que contenía todos los males. Según la tesis de Sierra, la teoría de la panspermia, que sostiene que los virus pueden haber llegado del espacio, es una “reformulación” del antiguo mito y podría explicar el origen del COVID-19 en China.

Aunque no trata de convencer a nadie y sólo busca la reflexión, Sierra se hace eco de la controvertida explicación del astrofísico Chandra Wickramasinghe, uno de los defensores de la teoría de la panspermia, quien sostiene que el coronavirus llegó en un meteorito que cayó el pasado mes de octubre cerca de Wuhan, la ciudad china donde se inició la pandemia.

Cerramos con Javier Sierra la serie de entrevistas #PalabraDeConfinad@ en la que hemos reflexionado con diferentes personajes sobre la cuarentena y cómo ha cambiado nuestras vidas la situación que hemos vivido.

"Invito a reflexionar sobre verdades alternativas, puntos de vista ajenos al discurso dominante, que puede acabar transformándose en dogma"

P.- ¿No te produce cierto vértigo plantear que las pandemias pueden tener un origen extraterrestre, apelando a teorías pseudocientíficas?

R.- Los protagonistas de la novela se plantean estas teorías y las valoran. En ningún momento trato de convencer a nadie de que esta sea la teoría final. Solo invito a reflexionar sobre verdades alternativas, puntos de vista ajenos al discurso dominante, que puede acabar transformándose en dogma y no dejarnos ver que hay otras posibilidades. En mi novela se juega mucho con este asunto y planteo que tenemos que ser flexibles para ver otras idea, valorarlas y desarrollar un criterio para descartarlas o aumentarlas.

Pero dicho esto, la teoría central de la novela, la teoría de la panspermia, la posibilidad de que los virus pudieran haber llegado desde el espacio a bordo de cometas o asteroides es una teoría científica, no es una teoría pseudocientífica. Está formulada por premios Nobel: el de química en 1903, Svante Arrhenius, que fue el primero que la propuso y después, el premio Nobel de Medicina Francis Crick, que fue el que descubrió la estructura de doble hélice del ADN, nada menos, y la defendió hasta el último de sus días.

Esa teoría me atrajo porque parecía una reformulación del mito griego de Pandora. El mito de Pandora lo que nos cuenta es que Zeus envía a la Tierra con Pandora, la primera mujer, un cofre cerrado que contiene todos los males , aunque le pide encarecidamente que no lo abra, lo hace desencadenando todas las pandemias imaginables. Parece una metáfora de algo que llega desde el espacio y que cuando choca contra la superficie terrestre se abre. Es la teoría de la panspermia y, a partir de ahí, de encontrar el paralelismo entre dos ideas separadas por más de dos milenios, es donde me surge la necesidad de repasar lo que de valioso o no tienen los mitos griegos para nuestros días.

"Muchas pandemias han sido peores que la del COVID-19 y a lo largo de la historia han servido para modelar civilizaciones enteras"

P.- ¿Te ha servido de alguna manera como terapia para sobrellevar la situación?

R.- Me ha servido para trazar el mapa de la situación y para expandir mi visión de lo que está sucediendo, más allá de noticias y de las cifras con las que nos han bombardeado a diario fuentes oficiales. He descubierto cosas que estaban durmiendo en los libros de historia y me han parecido fascinantes. Por ejemplo, que las pandemias son tan antiguas como la civilización. La primeras aparecieron en el Neolítico, cuando domesticamos a los animales y empezamos a tener una relación constante con ellos. Fue entonces cuando se produjo el primer salto zoonótico de virus del reino animal al humano. Muchas pandemias han sido peores que la del COVID-19 y a lo largo de la historia han servido para modelar civilizaciones enteras y eso me ha parecido muy instructivo, por lo que lo he adaptado como base de mi relato.

P.- En tu novela dices que pocas cosas son tan letales como los dogmas, ¿en la sociedad en la que vivimos cuáles crees que son los más peligrosos?

R.- Los dogmas son peligrosos porque suelen refugiarse cercanos a los grandes mecanismos de poder. En el mundo antiguo, en la religión y ahora se han enquistado en la política. Antaño, los dogmas religiosos terminaron cortando la vida a personalidades como Giordano Bruno o Galileo Galilei, que habían hecho grandes aportaciones a la historia del conocimiento, pero chocaron contra el dogma de la creación. Ahora, son todas estas ideas inamovibles que hacen que las distintas formaciones no dialoguen entre sí, que tengan visiones absolutamente sectarias de lo que es la política y se refugien en o estás conmigo o contra mí.

"Tras la gripe española, que dejó 50 millones de muertos, se implementaran los sistemas públicos de salud, que hoy nos han salvado"

P.- ¿Crees que esta pandemia nos va a enseñar algo?

R.- El aprendizaje es un recurso lento y no se produce de la noche a la mañana. Pero si nos atenemos a lo que ha pasado en circunstancias previas, hay esperanza. Tras la peste negra, que causó una mortalidad brutal llevándose por delante a uno de cada tres europeos, hubo una enorme transformación del tejido social. Por un lado dejamos de ser una sociedad teocrática y nos volvimos una sociedad más antropocéntrica, empezamos a ensalzar los valores de la vida, el valor del ser humano, recuperamos el humanismo de la época clásica e impulsamos el Renacimiento.

La pandemia de la gripe española, que dejó como poco 50 millones de muertos, provocó que todos los países desarrollados de aquel tiempo o que aspiraban a serlo, implementaran los sistemas públicos de salud. Fue un avance que se hizo a lo largo de varias década y que hoy nos ha salvado, pese a las carencias y problemas que ha tenido. ¿Qué va a pasar mañana? Va a haber una serie de transformaciones que ya se están viendo, por ejemplo con el teletrabajo, que va a ser una de las consecuencias y vamos a poder pasar más tiempo con nuestros hijos. También va a influir en el sistema educativo, muy volcado en lo práctico, lo productivo, lo técnico y que ha abandonado por completo las humanidades. En este nuevo escenario, el pensamiento filosófico nos puede salvar de muchas cosas. Pero me temo que la realidad va a terminar superando cualquier imaginación que yo pueda tener como escritor. 

P.- ¿Ha llegado la oportunidad para esa reinvención del capitalismo de la que tanto se habla? ¿Crees que la responsabilidad social de las empresas se ha incorporado definitivamente a su ADN?

R.- No olvidemos una cosa, toda esta responsabilidad social que hemos visto y el movimiento de solidaridad por parte de grandes y pequeñas compañías de todo el mundo es lo que los sociólogos llaman resiliencia colectiva. Cuando un colectivo se siente agredido por un enemigo potente tiende a cerrar filas y a actuar como una sola mente para lograr su supervivencia. Pero cuando pasa la amenaza, regresa el individualismo, desaparece el corporativismo y empiezan los abusos, no solamente a nivel de las empresas, también individuales. Tradicionalmente, tras pandemias de este tipo suben los índices de criminalidad y tenemos que estar preparados porque este tipo de cosas pueden ocurrir a partir de mañana. Durará un tiempo, no mucho y probablemente seremos lo suficiente inteligentes para diseñar un nuevo futuro. Pero que vamos a pasar un periodo de incertidumbre e inseguridad y hay que prepararse para ello.

"Los virus zoonóticos empiezan a saltar de los animales al ser humano en el momento en que destruimos ecosistemas"

P.- ¿Crees que el planeta nos está enviando señales y estamos pagando los abusos?

R.- El planeta reacciona como tiene que reaccionar. La naturaleza tiene unos mecanismos que más o menos empezamos a comprender, pero no quiere decir que nos mande una señal, se vengue de nosotros o ajuste cuentas. Simplemente reclama lo que es suyo. Los virus zoonóticos empiezan a saltar de los animales al ser humano en el momento en que destruimos ecosistemas y lo venimos haciendo desde hace mucho tiempo. Y cuidado, el virus de la COVID 19 es una amenaza seria, pero detrás hay una amenaza mucho más silenciosa y mucho más letal que es el cambio climático y a eso no le estamos prestando atención. Nos parece normal y no lo es.

P.- ¿Estamos jugando a la ruleta rusa con el cambio climático?

R.- Sí, desde luego. El cambio climático ya ha extinguido civilizaciones en el pasado. Uno puede acudir a los edificios arqueológicos más antiguos, como por ejemplo las ruinas de Göbekli Tepe en Turquía que aparecen en ‘El mensaje de Pandora’, una civilización que desapareció de repente probablemente por un cambio climático. Y esto nos puede suceder a nosotros, una variación de un grado en la temperatura supone un cambio de los límites costeros por la subida del agua. El cambio del tipo de bosques puede arrastrar una catástrofe sin precedentes y a esto no le prestamos atención, ni pensamos en remedios. En ese sentido esto que estamos viviendo ahora debería ser un aldabonazo para que despertemos y nos demos cuenta de que debemos actuar de otra manera.

"El cambio llegará cuando los niños del COVID  lleguen al poder y participen en los mecanismos de decisión"

P.- No parece que vaya a ser así...

R.- Es muy pronto y todavía tenemos al frente de los gobiernos de todo el mundo a gente que ha sido votada antes de la COVID 19, pero eso va a empezar a cambiar y creo que aparecerán nuevos actores. La política de confrontación que tenemos es absurda. Está naciendo la generación de la COVID 19, esos niños que hoy tendrán 11, 12 o 14 años y que se han visto obligados a confinarse en su casa, a hacer sus trabajos telemáticamente desde el comedor ayudados por sus padres, y que han visto un escenario que van a recordar siempre. El cambio llegará cuando esos niños  lleguen al poder y participen en los mecanismos de decisión.

P.- ¿Es imprescindible invertir más en sanidad, investigación y educación?

R.- Tiene que haber un replanteamiento de destino de los recursos y es algo que tiene que ir introduciéndose poco a poco. La actual generación ha demostrado su soberbia por un lado y su ineficacia por culpa de esa soberbia. Esta generación debe desaparecer del poder y ser tomado por una generación nueva. Yo confío en eso. 

"Deberíamos pensar en el tratamiento que estamos dando a nuestros mayores y rechazar las residencias concebidas como un ‘aparcadero’ de viejos"

P.- Desde el punto de vista personal ¿cómo has vivido el confinamiento?

R.- En un piso en el centro de Madrid que, afortunadamente, tenía una pequeña terracita que antes no utilizaba demasiado por la contaminación y se ha convertido en nuestro salvavidas. Tengo dos niños pequeño y estaba muy preocupado por cómo lo vivirían ellos, pero lo han hecho con una naturalidad y capacidad de adaptación asombrosa. De hecho, han estado más felices que de costumbre porque han pasado más tiempo con sus padres, hemos hablado más, hemos tenido oportunidad de compartir mil y una anécdotas, juegos... desde este punto de vista, el confinamiento no ha sido malo. Obviamente, otra cosa es lo que estaba pasando puertas afuera. La información que llegaba y la preocupación por mis padres. Aunque ellos han tenido la suerte de vivir en una residencia experimental de mayores, que tiene un ala de apartamentos y otra de gente asistida. Ellos tienen un apartamento como si fuera su casa de verdad donde con sólo tocar un botón están atendidos. Tienen 0 casos de COVID, ha ido todo fenomenal y humanizado. Deberíamos pensar en el tratamiento que estamos dando a nuestros mayores y rechazar las residencias concebidas como un ‘aparcadero’ de viejos. No es humano. 

P.- Esta crisis ha dado un vuelco y la llamada España vacía nos está dando muchas lecciones.

R.- Sin duda. Estoy muy vinculado a Teruel, que es el símbolo de esa España y allí se ha vivido de otra forma. Ellos están viendo todas las noches, porque los cielos de Teruel son muy oscuros, este desfile de satélites que forman parte de un proyecto para dar cobertura de internet de alta capacidad a toda la Tierra. Eso va a cambiarlo todo. Cuando tengas acceso a la banda ancha y puedas desarrollar tu negocio gracias a esa conectividad, podrías vivir allí en un palacio renacentista que compras por 100.000 euros para reformarlo y dejarlo como el palacio que fue. Nos lo vamos a tener que pensar. 

P.- ¿Te lo has pensado ya?

R.- Sí, claro. Una de las grandes cosas que va a traer esta revolución post COVID va a ser una redistribución de la población. Si un pueblo de 100 habitantes se convierte en un entorno de 1.000, necesitas una panadería, una farmacia, un cajero automático y unos servicios que implican empleo, movilidad y calidad de vida.

"En la pirámide de Keops me sentí atrapado casi por la muerte"

P.- ¿Cómo resultó la noche que pasaste en la pirámide de Keops para vivir personalmente la experiencia que tuvo allí Napoleón? ¿Te cambió la vida?

R.- Fue un cambio muy parecido a lo que yo espero de la COVID 19, no fue un cambio de la noche a la mañana, sino que se mantuvo durante muchos años en los que estuve reflexionando mucho sobre lo que viví allí dentro. Me sentí atrapado casi por la muerte. Estar seis horas a oscuras por completo en las que pierdes el control de dónde termina tu cuerpo y dónde empieza la negrura que te rodea, sientes que te vas disolviendo como un azucarillo en una taza de café, se debe parecer mucho a eso que llamamos muerte. Lo hice con 22 o 23 años y fue un choque muy duro que me obligó a reflexionar sobre el valor de la vida y qué hacer con ella. He sido muy prematuro en muchas cosas porque sabía que la vida había que aprovecharla. Fue de gran inspiración. 

P.- ¿Pasaste mucho miedo?

R.- Mucho, mucho. No volvería a pasar una noche así. Hace poco, para hacer un documental sobre Napoleón, nos dieron permiso para rodar en la pirámide y tuve que salir en un par de ocasiones solo para traer parte del equipo técnico. Atravesar de nuevo la pirámide en esa oscuridad fue muy difícil porque reviví cosas. Tengo claro que una noche así no vuelvo a pasar.

P.- ¿Has sufrido ese mismo miedo durante la pandemia, en los momentos más duros?

R.- No, porque estaba refugiado en mi texto. He utilizado la escritura como un salvavidas psicológico. Estaba muy fascinado con lo que iba descubriendo sobre las pandemias y eso es lo que me ha mantenido despierto y sin miedo. Lo que sí he sentido en muchos momentos zozobra, preocupación, desánimo por todas las noticias que nos estaban llegando y cierta pena por una sociedad en la que parece que en ciertos momentos sólo contaba lo cuantitativo, las cifras de muertos... ¿Qué demonios importan las cifras? Importan las historias, cada vida, qué ha pasado y eso no me lo están contando. Se ha pasado por algunas cosas de puntillas y eso nos debería hacer reflexionar.

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