La fiscal Susana Gisbert protagoniza una nueva entrevista #PalabraDeConfinad@. Es delegada de delitos de odio en la Fiscalía Provincial de Valencia y colaboradora de ElPlural.com. Con casi tres décadas a cuesta en el Ministerio Público, se ha especializado en violencia de género al que combate también desde la literatura. Ha escrito varias novelas, una de ellas dirigida al público juvenil, en las que aborda esta lacra social desde diferentes perspectivas.

Feminista practicante, le preocupa especialmente que, con la excusa del coronavirus, la lucha por la igualdad quede fuera de las mesas de diálogo y haya una relajación en su reivindicación. "Todo lo que no sea avanzar es retroceder", argumenta. No cree que VOX pueda conseguir acabar con las leyes contra la violencia de género pero sí teme que saque de la agenda política estas cuestiones por ser un tema incómodo. Asimismo critica la obsesión de la derecha culpabilizando al 8M de la propagación de la pandemia: "¿Y las iglesias? ¿Y las misas, que han sido también una fuente de contagio? A los mismos que culpan al 8M no se les ocurre culpar a la religión católica o al arzobispado".

PREGUNTA.- ¿Cómo estás viviendo la crisis del coronavirus?
RESPUESTA.- Esta última semana, muy contenta porque he podido ver a mi madre, que tiene 96 años y me moría de ganas. La pena es no haber podido abrazarla, pero ya llegará cuando toque. He teletrabajado y he trabajado sin 'tele', en las guardias. Soy muy de salir y la creatividad me ha salvado de que no se me fuera la cabeza demasiado: he escrito mucho para prensa y he adelantado dos libros que tenía en proyecto.

P.- ¿Has podido leer o ver series de televisión?
R.- Soy de las que tiene un montón de libros apilados en la mesita de noche y he leído pero no tanto como pensaba que iba a hacer. ¿Series? Tampoco. Sigo alguna con mis hijas pero no soy de estas locas por las series.

P.- ¿Algún título de estos días?
R.- 'La madre de Frankenstein', de Almundena Grandes, me he releído 'El lector de Julio Verne', '999 mujeres de Auswich, que me ha parecido muy interesante, y ahora estoy con uno de Santiago Posteguillo que se llama 'La sangre de los libros', que ya leí el de 'El día en que Frankenstein leyó el Quijote' y ese tipo de literatura sobre literatura me parece muy fresca, agradable y que se puede leer a trocitos.

"Ojalá me equivoque, pero me temo que habrá un repunte de violencia de género cuando salgamos del confinamiento"

P.- ¿Han crecido los delitos por violencia de género durante la emergencia sanitaria?
R.- Lo vamos a empezar a ver ahora y, de hecho, ya estamos viendo una evolución muy grande. Al principio, daba miedo a ir al juzgado y era todo muy fantasmagórico, pero ya hemos vuelto a la normalidad. Pero me consta que sí. La situación de confinamiento para una violencia de género es tremenda. Las llamadas al 016 han subido mucho, aunque no las denuncias, que las veremos más adelante.

Hay otro factor importante: las manifestaciones extremas de la violencia de género surgen cuando la mujer decide romper el vínculo y en esta situación era muy difícil. El maltratador tenía bajo su égira a la mujer y la situación de crisis que desencadena la tragedia aun no se ha producido. Ojalá me equivoque, pero me temo que habrá un repunte cuando salgamos del confinamiento

 VOX ha convertido el negacionismo de la violencia de género en su santo y seña, con discursos manipulados y falsos

P.- El negacionismo de VOX hacia la violencia de género, con la complicidad de otros partidos, ¿pone en riesgo los derechos adquiridos?
R.- Ha convertido el negacionismo de la violencia de género en su santo y seña, con discursos manipulados y falsos. Muchas veces me preguntan si van a conseguir que se derogue la ley contra la violencia de género y no, no lo van a conseguir. No tienen número suficiente ni creo que nunca lo tengan, pero sí que pueden conseguir algo que me atormenta mucho y es que la violencia de género desaparezca de las mesas de negociación al convertirse en un elemento incómodo para los partidos. Todo lo que no sea avanzar es retroceder. Es necesaria una voluntad y una concienciación que, si desaparece de la agenda, es imposible que se tenga.

P.- ¿Violencia de género? ¿Violencia machista? ¿Terrorismo?
R.- Hay que distinguir las cosas. Violencia de género en nuestro país es un término legal. Abarca las situaciones de pareja y expareja. Si queremos abarcar todos los fenómenos que hace referencia el convenio de Estambul, atacar a una mujer por el hecho de ser mujer, parece más recomendable violencia machista o incluso el término que recoge el convenio: violencia contra las mujeres por razón de género. Creo que si se explica cualquier acepción es válida.

Aunque haya cosas importantes ahora por las que luchar, no podemos dejar de lado la igualdad. Lo que perdamos ya no lo recuperamos. 

P.- ¿Ha crecido la homofobia o la xenofobia durante la cuarentena?
R.- En todas las situaciones de crisis se saca lo peor de nosotros. Al principio estaba bastante contenta porque no se había desarrollado un odio hacia los chinos o los orientales por venir el coronavirus de allí. Sí he visto aflorar el racismo en situaciones nuevas, gitanofobia, por ejemplo. O la homofobia. Recuerdo lo que pasó a una mujer trans en Benidorm…

Aunque haya cosas importantes ahora por las que luchar, no podemos dejar de lado la igualdad. Lo que perdamos ya no lo recuperamos. 

P.- ¿Temes un retroceso de derechos aprovechando la crisis?
R.- Más que un retroceso puede haber una relajación en la reivindicación. Ahora lo que importa es todo, no solo la pandemia. Porque además las crisis demuestran que los más vulnerables, los más discriminados, se llevan la peor parte. 

P.- ¿Son las redes sociales, especialmente Twitter, un caladero para los delitos de odio?
R.- Todas las redes sociales son un caladero y juegan con la ventaja del anonimato o presunto anonimato que ofrecen. Es muy cómodo para ellos y no es fácil la investigación de posibles delitos. 

P.- No es nuevo, pero las fake news se han convertido en un gran problema de la mano de las redes sociales y en los últimos tiempos hemos visto incluso partidos políticos que se alimentan de estas noticias falsas ¿cómo se podría combatir?
R.- El derecho penal castiga a personas y, si no tenemos una constancia de quién o de dónde, las redes sociales ponen colaboración cero a la hora de investigar delitos de expresión. 

Parece un lugar común, pero deberíamos trabajar mucho el tema de la educación en igualdad y la concienciación.

Estamos trabajando con leyes del siglo XIX para combatir las fake news en las redes sociales

P.- ¿Eres partidaria de crear un verificador para decidir sobre esos bulos o de legislar al respecto?
R.- Decir una mentira ha pasado toda la vida, recordemos el caso de Ricky Martin y la mantequilla, que lo conoce todo el mundo. Entonces no había redes sociales. Es un vehículo que se acopla al sistema que haya en cada momento para transmitir una información falsa con todo tipo de finalidades, desde divertir a menospreciar a alguien o conseguir fines de carácter político. Más que atacar a la fake news en sí misma habría que combatir esa finalidad y, para ello, tenemos las leyes. El problema es tener medios para conseguirlo y con los temas tecnológicos estamos teniendo muchas dificultades. Estamos trabajando con leyes del siglo XIX y, por mucho que se reformen, el tiempo siempre va mucho más rápido que las leyes. 

"Tendríamos que plantearnos si no sería el momento de hacer algún cambio en tipos delictivos como la apología del terrorismo o el ultraje a la nación"

P.- ¿Hay un doble rasero judicial con los delitos de expresión?
R.- En principio, no debería pasar. Hay determinadas cosas que llaman más la atención, por ejemplo todo lo relacionado con la apología o el enaltecimiento del terrorismo, delitos que están sancionados específicamente, algo que responde a una realidad distinta, cuando ETA era un grave problema en nuestro país. Afortunadamente ese problema ya no lo tenemos, tenemos otros, pero arrastramos esos tipos delictivos concretos que van más allá del tipo delictivo genérico del discurso de odio. También el ultraje a la nación o la exaltación de sentimientos religiosos se asimilan a los delitos de odio, pero no tienen nada que ver. A lo mejor, tendríamos que plantearnos si no sería el momento de hacer algún cambio al respecto.

"Parece mentira que un país que es capaz de ponerse de acuerdo en agotar el papel higiénico de un supermercado, no sea capaz de hacerlo a la hora de luchar juntos"

P.- ¿Qué te parece la polarización extrema que se ha producido al hilo del coronavirus?
R.- Me da mucha pena. En principio parecía claro que teníamos que hacer esto juntos, los aplausos de los ocho a los sanitarios eran una muestra de esa solidaridad y esa unión, y luego nosotros mismos hemos ido estropeándolo. Parece mentira que un país que es capaz de ponerse de acuerdo en agotar el papel higiénico de un supermercado, no sea capaz de hacerlo a la hora de determinar algo que es necesario: luchar juntos. Claro que se cometen errores, si nadie tiene ninguna experiencia... Nos ha faltado mucha cintura, no solo a los políticos sino a la ciudadanía en general. 

P.- ¿Ha habido caceroladas o manifestaciones en tu barrio?
R.- Los aplausos han tenido mucha repercusión y a las nueve se escuchaban cacerolas pero muy pocas.

"La ultraderecha se ha apropiado de la bandera de España y eso me provoca repulsión"

P.- ¿Qué sensación te producen las manifestaciones que hemos visto estos días en Madrid de sectores de ultraderecha?
R.- Me da muchísima rabia que patrimonialicen los símbolos ya que crean un efecto efecto rechazo porque los relacionan con determinada ideología. Se han apropiado de la bandera de España y eso me provoca repulsión. El momento nos obligaba a dar la talla y hacer un reto unidos.

P.- La derecha apunta en estos días contra la manifestación del 8 M como responsable de la propagación de la pandemia
R.- Forma parte de su obsesión contra el feminismo. Soy valenciana y fallera. Aquí se hicieron diez días de mascletás que es como diez 8M y nadie ha echado la culpa a los falleros y falleras. Ese mismo día hubo una reunión multitudinaria de VOX en Vistalegre, donde asistió Ortega Smith, que sabía que tenía síntomas y estuvo dando la mano como un campeón. ¿Y las iglesias? ¿Y las misas, que han sido también una fuente de contagio? A los mismos que culpan al 8M no se les ocurre culpar a la religión católica o al arzobispado.

P.- ¿Crees que la crisis nos va a aportar algo bueno? ¿Nos hará crecer como sociedad?
R.- Debería, pero no parece cuando ves a la gente manifestarse por las calles incumpliendo la ley.

"El teletrabajo no es una esclavitud que tengas que estar todo el día delante del ordenador"

P.- ¿Cómo ves el futuro, la reconstrucción?
R.- Debemos partir de unos parámetros distintos, darnos cuenta, por ejemplo, de que lo que hemos considerado teletrabajo, en justicia, no es teletrabajo sino trabajar en casa, que es algo totalmente diferente. El teletrabajo no es una esclavitud que tengas que estar todo el día delante del ordenador, sino que tiene un horario.

En la nueva normalidad muchas cosas no van a poder ser, la danza, los espectáculos… Y si estas cosas no salen, no crecerá la economía, la gente no consumirá y se hará una montaña. Que se hayan suspendido las Fallas en Valencia, por ejemplo, es una ruina para mucha gente que vive de esto.

P.- ¿Hay espacio para el optimismo?
R.- Lo que tengo claro es que esta situación es transitoria. Así no se puede vivir. Creo que es un tránsito a recuperar nuestra vida, más tarde o más temprano.

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