Sonsoles Ónega está de estreno. Acaba de publicar su quinta novela ‘Mil besos prohibidos’ (Planeta), en la que relata el reencuentro entre una abogada de éxito, Constanza, y su amor imposible de juventud, Mauro, que vuelve a su vida por casualidad convertido en el padre Mauro. Pero además, se ha estrenado como presentadora de realities al  convertirse en la pareja televisiva de Jorge Javier Vázquez en el formato ‘La Caja Fuerte’, donde parejas de famosos vivirán afincadas en una Villa y competirán entre sí por hacerse con el botín.

La periodista es protagonista de una nueva entrevista #PalabraDeConfinad@ en la que nos ha dado un titular para la crónica política de estos días: "La gran desilusión". En su opinión, los políticos no han estado a la altura en el momento en que más los necesitábamos. "Nadie ha estado a la altura, unos desde la responsabilidad, otros desde su papel de oposición, los partidos más pequeños, que ahora mismo también son necesarios... Todos han estado a lo suyo, instalados en las dinámicas de las campañas electorales y sin acordarse de que fuera estamos todos los demás", ha criticado.

"Nadie ha estado a la altura, unos desde la responsabilidad, otros desde su papel de oposición"

PREGUNTA.- ¿Qué nos puedes contar de tu nueva novela 'Mil besos prohibidos'?

RESPUESTA.- Es una historia de amor, una novela que pulsa las pasiones, los instintos, la memoria y también pretende hurgar en las costuras de todo lo establecido. Es una novela contemporánea que de alguna manera me ha permitido dibujar un paisaje sobre dos asuntos que a mí personalmente me preocupan, por una parte el derecho a elegir cómo morimos y eso está plasmado en la historia de Rosalinda, la madre de Constanza, y por otra parte, a través de la trama del banquero, que es el cliente de Constanza, las consecuencias que ha tenido para nuestro país la gran crisis económica que hemos vivido, la gran crisis de valores cuyas consecuencias todavía no están resueltas y marcarán sin duda la recuperación.

Portada de la novela de Sonsoles Ónega 'Mil besos prohibidos'

 

"Jamás pensé que los besos pudieran estar prohibidos, más allá que por la imposibilidad de poder amar a la persona"

P.- La crisis del coronavirus no estaba prevista cuando escribiste esta novela pero su título sí parece profético. También se habla de distancia, la de los dos personajes principales, Constanza y su amor de juventud, Mauro.

R.- Ahora somos capaces de verlo con esa mirada. Jamás pensé que los besos pudieran estar prohibidos, más allá que por la imposibilidad de poder amar a la persona. Están prohibidos los besos, los abrazos y ahora incluso me planteo si esta historia de amor, que se retoma a través de un encuentro casual en la Gran Vía, hubiera podido ser posible con mascarilla. ¿Se habrían reconocido Constanza y el padre Mauro? No lo sé. El coronavirus nos ha cambiado la forma de relacionarnos y transitar por la vida.

"La Gran Vía vacía es la imagen de que lo que estaba pasando nos marcará como generación"

P.- Has elegido una calle mítica de Madrid y que, de alguna manera, sus calles vacías han sido símbolo del confinamiento, otra casualidad que evoca de alguna manera todo lo que hemos perdido durante esta emergencia sanitaria provocada por el coronavirus.

R.- Para mí es un símbolo de Madrid, sin duda, y un escenario maravilloso para el encuentro de esta novela. Es también el símbolo de la prostitución capitalista a la que se le ha condenado, con la desaparición de tantos comercios pequeños, salas de teatro... Cuando era becaria en la cadena SER conocí sus madrugadas, con esa trastienda de callejuelas maravillosa que conserva el acento del Madrid más castizo.

Durante la pandemia sólo he entrado en Madrid un par de veces, para llevarle alguna cosa a mi abuela, que vive en la calle Bailén. La Gran Vía vacía, con los semáforos cambiando de color sin que se pasara un coche o cruzara un traseúnte, es la imagen de que lo que estaba pasando nos marcará como generación.

P.- ¿Qué grandes historias de amor de la literatura te han inspirado en esta novela?

R.- Tengo una vena dramática bastante acentuada y esta vez he trabajado mano a mano con mis editoras que me plantearon recuperar la confianza en el amor sin que medie el subsidio de la protagonista o que todo acabe en un monumental desastre. Esta reflexión me pareció un buen hilo argumental para la novela y me ha permitido dar voz a sentimientos que estaban dentro de mí, ajustar cuentas con el pasado y también con el futuro. Hay una esperanza en el amor.

P.- Si tuvieras que elegir una historia de amor en la literatura ¿con cuál te quedarías?

R.- Madame Bovary.

“Me ha impactado muchísimo la muerte en soledad y también la situación de las residencias”

P.- El derecho a morir dignamente y elegir la forma en que queremos morir forma también parte de esta historia. ¿Qué se te viene a la cabeza al conocer los datos de cómo han muerto nuestros mayores en residencias, solos y en circunstancias muy dramáticas?

P.- He tenido la suerte de que ni familiares ni amigos han sufrido la enfermedad. He conocido los casos por el ejercicio periodístico, pero me ha impactado muchísimo la muerte en soledad y también la situación de las residencias. Nuestros mayores son una asignatura pendiente en nuestra sociedad. Tengo una abuela de 94 años y se me saltaban las lágrimas cuando empezaba a contar las señoras que se habían muerto amigas suyas. Decía 'cuando salga a la calle no quedará nadie'. Y me la imagino con 94 años en su andar renqueante y su cara arrugada llamando a los portales y que ya no estuvieran sus amigas. Es terrorífico que tantos hayan tenido ese final. 

"El titular de estos días es 'la gran desilusión'. Cuando más hemos necesitado de la política, más en cueros hemos encontrado a los actores políticos"

P.- ¿Qué titular le darías a la crónica política de estos días?

R.- La gran desilusión. Cuando más hemos necesitado de la política, más en cueros hemos encontrado a los actores políticos. Podemos creer en las iniciativas de empresas, artistas, creadores, que lo han estado dando todo durante esta pandemia, pero tenemos que creer en quienes nos gobiernan porque tienen la encomienda ciudadana a través del voto para solucionar problemas. A día de hoy, los políticos no han sido capaces de ofrecer soluciones, sino todo lo contrario. Y es bastante transversal esta opinión en cuanto a todos. Nadie ha estado a la altura, unos desde la responsabilidad, otros desde su papel de oposición, los partidos más pequeños, que ahora mismo también son necesarios... Todos han estado a lo suyo, instalados en las dinámicas de las campañas electorales y sin acordarse de que fuera estamos todos los demás. Y somos muchos más.

"Los políticos tienen un plus de responsabilidad porque disponen de altavoces que llegan a la sociedad y deben ser conscientes de que necesitamos ejemplaridad"

P.- La batalla política se ha trasladado a la calle provocando incluso enfrentamientos entre, por decirlo de alguna manera, aplausos y cacerolas ¿qué te parece esa fragmentación?

R.- Terrible. Los políticos tienen un plus de responsabilidad porque disponen de altavoces que llegan a la sociedad y deben ser conscientes de que necesitamos ejemplaridad para sosegar un poco a la ciudadanía. No podemos pasar del aplauso a la cacerola en cinco minutos y con una rapidez vertiginosa. Esa polarización me parece peligrosa, estéril y no nos conduce a ningún lado. No será, desde luego, el mimbre sobre el que hay que construir este país.

"La información de calidad es un seguro de vida frente a los populismos, los extremos y la mentira, además de un ingrediente básico de la democracia"

P.- Los bulos no son nuevos, pero sí han jugado un papel importante en esta crisis. ¿Eres partidaria de algún sistema de control?

R.- La figura del regulador acabaría cuestionada, seguro, por el que se sintiera perjudicado por su acción. El bulo ha existido siempre, pero el problema ahora es la cantidad de canales por los que discurren y que se escaparían del propio regulador. No se puede controlar un sistema de mensajería como el Whatsapp. Sé que puede ser un brindis al sol, pero creo en la responsabilidad individual del ciudadano. Eso exige tiempo, probablemente dinero para comprar periódicos, pero debemos ser nosotros como individuos los que debamos hacer esa distinción entre información rigurosa y el bulo. La información de calidad es un seguro de vida frente a los populismos, los extremos y la mentira, además de un ingrediente básico de la democracia.

"Ha recaído sobre los padres la responsabilidad de ser maestros, algo para lo que no estamos preparados"

P.- ¿Qué es lo que más has echado de menos en estos días?

R.- Que nos haya pillado con tan pocas herramientas. En residencias, hospitales y, sobre todo, en la parte de la educación, por lo que yo he vivido. Sin lo establecido nos cuesta mucho sobrevivir y ha recaído sobre los padres la responsabilidad de ser maestros, algo para lo que no estamos preparados. No sólo porque no sepamos hacer una raíz cuadrada sino porque no sabemos enseñar. Y no te hablo de la brecha digital, que también. ¿Cuántos hogares viven sin conexión o sin ordenadores o tablets? Los políticos deberían tomar nota de esto y acelerar los grandes cambios de la digitalización.

El tema de la conciliación sigue siendo una asignatura pendiente y nadie tiene demasiado interés en solucionarlo. Todavía no está claro el modelo para la vuelta al cole, ahora nos viene una tregua para las vacaciones, pero en septiembre nos vamos a encontrar con aulas de 15 niños y el resto ¿qué? Hay que replantearse todo esto y ayudar a las familias. 

P.- Te acabas de estrenar como presentadora de reality ¿cómo ha ido la experiencia?

R.- Todavía estoy con la resaca del estreno. Ha sido una experiencia muy positiva esta primera toma de contacto en la que he descubierto un mundo apasionante, con una maquinaria hiperengrasada y una capacidad para hacer espectáculo que yo no conocía. A partir de ahí vamos a ver cómo se desarrolla 'La Caja Fuerte', pero sin ningún prejuicio y con todas las ganas del mundo de explorar ese formato.

"Seguí el primer 'Gran Hermano' con verdadera curiosidad"

P.- Precisamente durante la cuarentena se han cumplido 20 años del estreno de la primera edición de Gran Hermano, el programa que ha inspirado este tipo de realities, ¿dónde estabas entonces? ¿Lo seguiste?

R.- Lo seguí con verdadera curiosidad. Me acababa de incorporar a la redacción de CNN+ y trabajaba en turno de noche. Entraba a las 12 de la noche y recuerdo entrar tarde por ver las galas de Mercedes Milá, no te digo más. 

P.- ¿Has tenido oportunidad de hablar con Mercedes Milá en estos días?

R.- La verdad es que no y tengo ganas porque le tengo un cariño inmenso. Me presentó mi primera novela hace un par de años, una novela corta que se titulaba 'Calle Habana, esquina Obispo', que ya está descatalogada, y la anterior a esta, 'Después del amor'. A Mercedes la respeto profundamente, me encanta su amor por los libros, tiene una librería en Barcelona que es una maravilla, pero no he tenido oportunidad de hablar con ella.

Sobre su estreno en el reality:  "¡Madre mía lo que me costó domar a las fieras!"

P.- ¿Cómo ha sido trabajar con Jorge Javier Vázquez?

R.- Solamente coincidí en su plató el otro día, en el programa 'Supervivientes', cuando presentamos el programa y a la primera pareja de 'La Caja Fuerte'. Le conocía porque había ido a 'Sálvame' a presentar mis libros. Me pareció un compañero súper generoso en los cinco minutos que hemos coincidido, me anima a tope, me dice que no querré otra cosa que hacer realities, cosa que yo todavía no tengo muy claro... La verdad es que es un maestro de todo esto con una gran capacidad de trabajo. Me dice, no dejes de sorprenderte nunca en un plató porque puede pasar cualquier cosa y tiene razón. En mi pequeña incursión, ¡madre mía lo que me costó domar a las fieras!

P.- De momento parece que a las fieras de Twitter las tienes dominadas...

R.- Hay de todo. No te creas que yo he visto de todo. Es verdad que la acogida no ha sido negativa y me alegra. Leo todo y no me afectan las opiniones, salvo las críticas injustas o las que descalifican. Si tengo alguna virtud es la de encajar bien la crítica y de las críticas se aprende muchísimo. También en el caso de las novelas, me encanta hablar con los lectores incluso cuando alguno se da cuenta de un detalle en el que no habías reparado y te ayuda a corregir. No me gusta, insisto, la descalificación o la mentira, que hay de eso mucho en Twitter.

"Cuando hemos necesitado respiradores nos hemos dado cuenta de que esa dependencia 'made in China' es perversa"

P.- ¿Te ha enseñado algo el coronavirus? ¿Nos va a ayudar a construir una sociedad mejor?

R.- No lo sé. El ser humano pasa página de sus crisis y vuelve a cometer los mismos errores del pasado. Ahora bien, hay lecciones que debemos aprender. Sin entrar en grandes profundidades, ha quedado de manifiesto el desbarajuste del mundo. Hemos digerido con naturalidad la ropa made in China, los rotuladores de colores o las bolas de Navidad, pero cuando hemos necesitado respiradores nos hemos dado cuenta de que esa dependencia es perversa. Todavía no hemos pasado a limpio la pandemia ni somos conscientes del drama social y de los desajustes del mundo que convendría corregir.

Personalmente, mis hijos no han padecido el confinamiento ni les va a dejar secuelas porque son muy pequeños, pero mis sobrinos, que son adolescentes, sí han sabido de repente valorar lo que era la libertad. Nunca se habían planteado si podían salir a la calle o no, porque directamente lo hacían. La libertad venía prácticamente en la partida de nacimiento y ahora han descubierto que se puede perder. La promesa de vivir 100 años solo es eso, una promesa. Nadie nos va a garantizar la longevidad. Me hace percibir una vida bastante más frágil que la que tenía antes de la pandemia.

"Algún día se hará justicia a la televisión por su papel de válvula de escape para el ciudadano"

P.- Siempre nos quedará el entretenimiento para evadirnos de esa realidad complicada...

R.- Tiene que haber espacio para todo. Cuando empecé a hacer 'Ya es mediodía' y a los tres meses incorporamos la sección de 'Fresh', hubo quien se llevó las manos a la cabeza porque pensaban que íbamos a pervertir la esencia del programa. El programa debe ser una conversación normal de un ciudadano normal que no se pasa el día hablando de los aranceles de Donald Trump, la crisis de la Unión Europea o los desmanes de los húngaros, no. Algún día se hará justicia a la televisión por su papel de válvula de escape para el ciudadano, que es muy necesaria, y eso no significa que dejemos de leer libros ni que dejemos de ir al teatro o abandonemos nuestras inquietudes intelectuales. Naturalmente no, pero esos espacios son necesarios para la sociedad. 

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