Verano de 2021,los talibanes toman Kabul y, en definitiva, Afganistán. La huida del entonces presidente del país, Ashraf Ghani, termina de abrir la puerta al terror, personificada en este caso en el terrorismo islámico. Siendo este el factor principal para acabar de bajar al territorio a los infiernos, el enclave obedece a un Estado fallido. Un hecho aislado de ello, pero muy representativo es que Ghani se con bolsas y bolsas de dinero, tanto que tuvo que dejar una parte del mismo en tierra para no desestabilizar el aparato, según contaba entonces la agencia de noticias RIA.

La escena, más propia de una película de cacos, bien podría formar parte de la hipérbole periodístico-literaria. Sin embargo, obedece a un escenario claro de corrupción que ha sufrido el país años y años. Ello, sumado a la actuación de Occidente en la "lucha contra el terror" comenzada tras el 11S y continuada después, han ido provocando efectos no deseados que han acabado por desestabilizar un lugar que no siempre estuvo en el agujero. 

"Ella siempre dice que se enamoró muchísimo del país, de la amabilidad de la gente, de su humor, su valentía, su carácter... de las personas. Pero hay que destacar que ellos son siempre así en su privacidad, dentro de sus casas. Ahí son personas en muchas ocasiones liberales -como el abuelo de la familia de la película-, cercanas... pero fuera de casa cambian totalmente, no tanto por ellos sino porque las reglas que tienen que seguir son muy estrictas". Estas palabras pertenecen a Michaela Pavlátová, directora de My Sunny Maad, cinta que se estrenaba el pasado 17 de marzo en los cines y que está inspirada en la novela de Petra Procházková, Frišta. Ambas protagonistas son de origen checo. La primera, con la que ha hablado ElPlural.com, está centrada en los trabajos de animación y ha llegado a estar nominada a los Óscar por Reci, reci, reci, mientras que la segunda es periodista de renombre en su país y se fue a Afganistán -donde vivió entre 2001 y 2006- dejándolo (casi) todo por amor. 

El choque cultural fue muy fuerte, pero también sorprendente para bien en determinados momentos. Trabajó como activista a favor de las mujeres y la sociedad de allí le ayudó a conocer el país más allá. Esto es lo que intenta mostrar, también con sus sombras y un toque de humor Herra, su homóloga en la pantalla. El largometraje ha sido premiada y nominada en distintos certámenes, incluidos los Globos de Oro y recientemente el César a Mejor Película de Animación.

PREGUNTA (P): Los derechos de la mujer en Afganistán siempre han estado en entredicho en mayor o menor medida. Sin embargo, es verdad que entre 2001 y 2021, previa nueva toma de los talibán; y antes de los 90, logran cierto grado de libertad. De hecho, en un tiempo -y esto aparece en la película- podían trabajar, iban sin tapar, etc. La pregunta es, en definitiva, ¿cómo puede un país cambiar tanto en tan poco tiempo? En dos décadas si nos centramos en el último siglo, más allá de una causa tan evidente como la de este caso que es el régimen talibán y el terrorismo

RESPUESTA (R): Es un planteamiento muy interesante, y que seguramente fuera mejor preguntar a la propia directora o a otra persona que tenga mayor conocimiento. Yo me he limitado a seguir un guion, pero sí creo que hay un factor que menciona Petra y que hay que destacar: la civilización occidental no siempre ha entendido la cultura de este país como tal. Intentamos imponer costumbres que son las que nosotros consideramos correctas. Pero esto pasa en Afganistán y en muchos otros países con otras bases, otra religión, otra cultura, otra política... y de algún modo también favorece al retroceso.

Dicho lo cual, como he explicado, no soy ninguna especialista de Afganistán, solo buscaba una historia especial en la que apareciera el amor, un personaje femenino fuerte, etc; y descubrí este libro, que usé como guion y del que he aprendido un montón.

P: Habiendo dejado claro que tu mayor conocimiento es con la pantalla, quiero rescatar un poco la actuación de Occidente. ¿Te atreverías a decir que la situación en el país hubiera sido mejor sin la intervención de EEUU?

R: Mi opinión, pero también la de la autora del libro, es que el problema principal de Afganistán pasa porque no funcionan con un poder central. Están destrozados como país, descentralizados, con muchas comunidades autónomas para entenderlo en España, pero fallidas... Cada una de ellas sigue a un poderoso. Lo que quería decir antes es que si a esto le sumas que venimos nosotros de Occidente y les intentamos implementar nuestras formas en cuanto a tener una autoridad central y demás, les choca mucho. Pero, desde luego la base de todo es la desunión del país y los extremismos.

P: ¿Y qué puede hacer Occidente para ayudar? Quiero decir, hasta ahora parece que la actuación aquí no ha surtido efecto. Los hechos y la valoración de los expertos están ahí y por eso hablaba de EEUU, porque al final fue quien inició la invasión. La pregunta es totalmente objetiva, sin entrar en intereses personales ni el desmantelamiento del terrorismo que es, evidentemente, necesario. Simplemente, ¿cómo debería ser nuestra actuación con la sociedad de allí?

R: Principalmente de escucha para saber lo que necesitan estos países. Una mayor colaboración con su sociedad, por así decirlo.

Desde Occidente hemos intentado imponer a estos países nuestras costumbres

P: Si nos referimos a los extremismos y los derechos de la mujer, y partiendo de la base de que no se pueden comparar las situaciones, ¿podría Europa ver algún día reducidos sus derechos de este modo por culpa de algún radicalismo?

R: Estoy casi segura de que una situación como la de Afganistán no se va a dar en nuestro continente, por suerte.

P: Aunque no se pueda replicar porque, afortunadamente, es impensable que en cualquier país europeo un grupo del estilo los talibanes impongan su ley, ¿es tan fácil como a veces parece alterar el orden mundial? Tenemos ejemplos de ello ahora mismo en Ucrania, Erdogan en su día también fue poco a poco reduciendo derechos...  Por poner solo algunos ejemplos. Te lo pregunto porque además tú y la autora sois de República Checa y podéis responder con una historia más o menos reciente en la mano. 

R: Sí que vuelven ciertas tendencias o cuestiones al continente que pensábamos que nunca íbamos a vivir de nuevo. Las trincheras en Ucrania son las mismas que las de las guerras mundiales, por ejemplo. Pero creo que un paso tan enorme en retrocesos como el que se dio en agosto de 2021 en Afganistán no lo vamos a experimentar en Europa. 

P: Entrando ya en la película, ¿qué impresiones tiene Petra cuando llega por primera vez a Afganistán? ¿En qué marco temporal se desarrolla la cinta? Aún no habían tomado el poder los talibán, ¿estoy en lo cierto?

R: Efectivamente, como bien dices, Petra vivió allí entre 2001 y 2006, durante una calma relativa. Ella siempre dice que se enamoró muchísimo del país, de la amabilidad de la gente, de su humor, su valentía, su carácter... de las personas. Pero hay que destacar que ellos son siempre así en su privacidad, dentro de sus casas. Ahí son personas en muchas ocasiones liberales -como el abuelo de la familia de la película-, cercanas... pero fuera de casa cambian totalmente, no tanto por ellos sino porque las reglas que tienen que seguir son muy estrictas. En la calle no dan a conocer sus sentimientos, por ejemplo. No se comportan igual. 

P: La película es en cierto modo una biografía de la escritora, pero, ¿qué parte es real y cuál un poco ficticia? Sé que Petra es activista y estuvo allí trabajando de ello, que se enamoró de un hombre afgano, tuvieron un hijo, etc; pero no sé si todo responde 100% a la verdad y contiene también esa ficción propia de la magia del cine. 

R: Ella defiende que no es el personaje principal, pero yo sí que la veo ahí (risas). Aprecio muchas similitudes. Creo que es un mosaico de Petra, pero es su historia y también la de las mujeres que conoció cuando estuvo en Afganistán y a quienes escuchaba, le contaban sus vivencias... Tanto el libro como la película es un espejo de su experiencia, pero también de ellas. A diferencia de la película, la autora vive ahora felizmente en el centro de República Checa con su marido afgano y su hijo. 

La película es un espejo tanto de Petra cuando vivió en Afganistán como de las mujeres de allí entonces

P: Respecto el marco temporal y esa relativa tranquilidad que me mencionabas. Seguramente si la autora acude hoy al país el choque sería muchísimo más grande, pero ¿por dónde pasa la posibilidad de que el territorio vuelva a sus años felices?

R: Uf... no sé qué responder... La verdad es que no lo sé. Lo que sí puedo decir es que lo primero que hemos hablado implica también la colaboración del mundo occidental. Lo que hemos dicho no quita para que la presencia de Occidente sea importante y tenga que seguir, pero quizá de otra manera. En cualquier caso, es un proceso muy lent. No se puede procurar hacer a pasos agigantados y de un día para otro.  

P: Pese a ser una película animada, ¿es un largometraje que los niños pueden o, incluso, deben ver?

R: El público recomendado son los niños mayores de 12 años. Y yo creo que es la edad ideal, porque dentro de la película tenemos escenas de violencia, sexo... Es verdad que está pensada principalmente para adultos, pero el equipo que ha hecho posible la película ha sido muy inteligente, igual que quienes la dan a conocer, y eso favorece, por ejemplo, a que se pueda llevar a una escuela. Ayuda a conocer de primera mano y de forma más sencilla -al ser animada- la problemática afgana. A lo mejor de otra manera o incluso con el cine, pero con una película real o un documental les resultaría más complicado. 

'Sunny Maad' está hecha principalmente para adultos, pero se puede llevar también a las escuelas. Ayuda a conocer de primera mano y de forma más sencilla (al ser animada) la problemática afgana

P: ¿Cómo ha sido el trabajo de comunicación y documentación de My Sunny Maad? ¿Hasta qué punto te ha resultado complicada esta producción, habida cuenta de que en su día estuviste nominada a un Óscar por otra película?

R: Para ser sincera, la comunicación con Petra no ha sido muy asidua. Me puse en contacto con ella para contarle que iba a hacer el largometraje y nos dio todo tipo de fotos, vídeos, objetos como burkas... Nos dijo que nos quedáramos todo, que ella no lo necesita.

La creación de la película ha durado cinco años y ella es una mujer muy ocupada, normalmente está en algún sitio, así que la comunicación ha sido mínima. Pero casi se agradece, porque hay veces que los autores de libros que se llevan al cine se entrometen demasiado y es incómodo para el director. Le ata mucho de manos... Lo que sí le pedí fue que tuviera en cuenta que lo nuestro tenía que ser más corto que el libro, obviando algunas partes... Y que a lo mejor no terminaba de reconocer su obra en la pantalla. Por suerte, cuando vio el resultado estaba encantada y nos dijo que se corresponde perfectamente con la vida y el tiempo que ella pasó en Afganistán. ¡Hasta se le olvidó de que estábamos haciendo la película!