Los versos de Lorca resonaron en el Palacio de Congresos y Exposiciones de su tierra, Granada, bajo los acordes flamencos que se encargó de poner sobre el escenario Lola Índigo. Junto a Dellafuente, la cantante rindió homenaje al poeta de la Generación del 27 con una interpretación de Verde, que te quiero verde, del Romancero Gitano.
Ambos artistas fueron los elegidos para culminar un número muy flamenco dentro de los Premios Goya 2025 que iniciaron los hermanos Morente con otra composición de Lorca, 'Anda jaleo' desde el Patio de los Arrayanes de la Alhambra
El solista hiizo la introducción más contemporánea, para dar paso a una Mimi Doblas que, acompañada de su cuerpo de baile, tomó las tablas del escenario enmudeciendo al patio de butacas.
Un vestuario blanco escogido cuidadosamente para el momento, y un cuidado espectáculo al más puro estilo andaluz, completaron una actuación que hizo resonar en Granada algunos de los versos más universales quien marcó la literatura del S. XX.
la actuación de DELLAFUENTE y Lola Índigo en los #Goya2025 representando nuestra tierra 😭😭😭😭😭 pic.twitter.com/yO0tCRBXmg
— costaless ۞ (@_beaalopezz) February 8, 2025
Las reacciones en redes sociales no se han hecho esperar. Son muchos los que han aplaudido la actuación de la andaluza e, incluso, hay quien la compara con la que en su día hizo también en una gala de los Goya Rosalía. Entoces, la catalana interpretó un tema de Los Chunguitos, 'Me quedo contigo'.
rosalia y lola indigo teniendo las mejores actuaciones de los premios Goya 🥹⭐️ pic.twitter.com/RA3J3kme1C
— tiny. 🦋 (@tinyx_mp3) February 9, 2025
El poema de Loca
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura,
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con los ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
*
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde?…
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
—Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
—Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
—Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
—Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
—Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas;
—¡Dejadme subir! dejadme
hasta las verdes barandas,
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
*
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
herían la madrugada.
*
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
*
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.