Ya en 2014, en Negociador , el guionista y director Borja Cobeaga se lanzaba a ironizar, con una mezcla de comedia y drama, sobre las relaciones que hubo entre la banda terrorista ETA y el gobierno de España, en la que probablemente sea su mejor obra hasta la fecha. Incluso en el programa que dirigió en la televisión vasca, Vaya semanita, se atrevía a hacerlo, y con la banda aún en activo. Ahora, con su cuarto largometraje, la comedia negra Fe de etarras, la segunda película que ha producido Netflix en España, saca de nuevo el tema, con una impronta bastante novedosa en el cine español, y con ingenio y grandes momentos de guion y diálogos. Colaborando una vez más con Diego San José como guionista, la historia, una suerte de comedia de situación (con pocos personajes y escenarios) que protagoniza un espléndido y contenido Javier Cámara, acompañado de Miren Iberguren, Gorka Otxoa y Julián López, juega con la comicidad de una secuencia de situaciones como la de unos etarras teniendo que hacerse pasar por hinchas de la Selección Española de Fútbol en un Mundial, o un líder de la organización que reivindica lo bien que se comía en su seno antiguamente, lo que no podría ser de otra manera entre vascos. Todo, para satirizar sobre un tema, el terrorismo, que, a juzgar por la polvareda que ha levantado la promoción de la película en ciertos ambientes, aún sigue siendo tabú en nuestro país. En Fe de etarras, con aparante sencillez, se satiriza con inteligencia sobre el concepto de identidad nacional, la terminología bélica que se manejó en los años en que ETA estuvo en activo, las dispares motivaciones de un terrorista (incluida la moda), los prejuicios de una comunidad de vecinos sobre el origen y costumbres de quienes tienen en la puerta de al lado, el día a día de un comando terrorista, el funcionamiento de la jerarquía de una banda criminal y hasta la definición de cobardía. Todo, en una obra funcional, en la línea creativa de Cobeaga, y valiente, que se atreve a integrar un tema política y socialmente complejo en nuestra cinematografía, ahora que la banda ETA ha abandonado las armas (quizá esta película no podría haberse hecho con la banda en activo), lo que probablemente sea imprescindible para que crezcamos y maduremos. Para eso también sirve el humor. Tráiler, aquí.