Más de dos años después de que el volcán de La Palma dejase de escupir lava se siguen descubriendo datos al respecto. Las quejas de varios vecinos del municipio de El Paso, donde emergió el volcán de Tajogaite en 2021, han permitido hacer un hallazgo histórico en la geología de las Islas Canarias. El geólogo Miguel Ángel Rodríguez-Pascua explica a El País que las grietas que llevan años apareciendo en las casas de la zona se deben a algo insólito: La Palma tiene “dos fallas activas”, que fueron las causantes de la erupción.

Hasta ahora, se pensaba que en Canarias no había fallas activas. “Sin ellas, no habría habido una erupción como la que hubo en La Palma”, explica Rodríguez, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC). Decenas de edificaciones llevan años sufriendo grietas sin que sus propietarios sepan por qué. Ahora, los científicos han descubierto que se debe a que están situadas encima de estas dos fracturas de la corteza terrestre.

Las erupciones de La Palma se alinearon con las dos fallas activas

Las fallas de Tazacorte y Mazo, como se las ha bautizado, atraviesan la isla de La Palma de lado a lado. Se pueden considerar las más rápidas del territorio español, con un movimiento de tres milímetros anuales. El estudio realizado por el IGME revela que las bocas del volcán se alinearon a lo largo de la de Tazacorte, la más larga con 8,5 kilómetros de longitud desde la costa hasta el volcán, y otros 20 hacia el extremo contrario de La Palma. A partir del 2 de octubre, el volcán cambió de fase y la actividad sísmica se alineó con la falla de Mazo.

Una falla es una zona de rotura de la corteza terrestre, una especie de grieta gigante debajo de la superficie. Los terremotos que presagiaron la erupción del 19 de septiembre de 2021 tenían su hipocentro a 10 kilómetros de profundidad, en el manto. En esta capa del planeta se ubica el magma que sale a la superficie cuando las fallas se resquebrajan por completo. Este proceso culmina con la erupción de un volcán como el que arrasó la isla de La Palma durante 85 días.

"No podemos saber" cuando parará la actividad de las fallas descubiertas

Los vecinos de El Paso, municipio en el que tuvo lugar la erupción de La Palma, llevaban años sufriendo fenómenos extraños. Rodríguez cuenta la llamada de uno de ellos que llevaba desde los años 80 reparando las mismas grietas en la pared de su casa sin saber por qué. Las tapaba y, al tiempo, volvían a aparecer. El IGME ha analizado decenas de casos como este, y ahora su investigación ha hallado el motivo. Depósitos de agua, muros, aceras, paredes… Al menos diez casas están situadas justo encima de las dos fallas descubiertas. Dos de ellas, han sido declaradas inhabitables.

Se trata de un descubrimiento inédito, pues hasta ahora se creía que no había fallas activas en las Islas Canarias. “Todo el mundo se pregunta cuándo va a parar la actividad, pero no podemos saberlo”, advierte Raúl Pérez, también geólogo del IGME. La energía acumulada en las fallas de Tazacorte y Mazo “se está liberando poco a poco con ese movimiento lento y constante que detectamos y que es lo que hace que se agrieten las casas”. Hay un bajo riesgo de terremotos y derrumbamientos, ya que el desplazamiento de las fallas es lento, pero seguirán agrietando todo lo que se construya encima.

El impacto del volcán de La Palma, dos años más tarde

Hace ya más de dos años que el suelo dejó de rugir en La Palma. El 13 de diciembre de 2021, después de 85 días escupiendo lava y cenizas, el volcán de Cumbre Vieja, como se le denominaba entonces, terminó su erupción. Los palmeros siguen en proceso de volver a la normalidad y recuperar, en la medida de lo posible, lo dañado. El balance de daños materiales ascendió a 842,33 millones de euros, según el Gobierno de Canarias, pero sin duda el impacto en las vidas de los habitantes de la isla fue mucho mayor. Una persona perdió la vida en la erupción, y miles de casas quedaron sepultadas bajo el mar de ceniza que rodea la zona por donde trascurrieron las coladas de lava.

La erupción de La Palma fue la primera en la historia de Canarias que se pudo seguir por tierra, mar, aire y espacio. “Fue como ver el tiempo geológico, que actúa a escalas de millones de años, pasando delante de los ojos a cámara rápida. Pasada la erupción, cuando la gente pudo regresar a las zonas que habían quedado acordonadas, comenzaron a saltar los casos de grietas y desperfectos en zonas aparentemente intactas, algunos a mucha distancia de las coladas”, cuenta Nuño Domínguez, el periodista de El País encargado de elaborar este informe.