Ángel Martín es mejor persona desde que un brote psicótico puso su vida patas arriba. Aunque padecer una enfermedad mental no es un plato de buen gusto, en su caso, ha sabido darle la vuelta a la tortilla y ver la parte positiva de todo lo que ocurrió. Hace un año narró su experiencia en un libro, 'Por si las voces vuelven', que se ha convertido en todo un fenómeno: más de 300.000 ejemplares vendidos, 15 ediciones y un podcast del mismo nombre en el que conversa con personas, algunas muy conocidas, que han tenido problemas psíquicos. Aunque nunca ha pretendido convertirse en un gurú de la salud mental, muchas de sus frases se han convertido en un mantra para sus seguidores, la más repetida es 'Punto para los locos' que algunos han llegado a tatuarse y da nombre al espectáculo que estrenará el próximo 3 de febrero en Palma de Mallorca con el que recorrerá toda España y culminará en el WizinkCenter de Madrid el 27 de diciembre de 2023.

'Punto para los locos' es un contador idiota, que está en mi cabeza y apunta a sacar cosas positivas de lo vivido

Pregunta.- ¿Qué hay detrás de esa frase 'Punto para los locos'?

Respuesta.- Nace de una anécdota en el área de psiquiatría, durante mi ingreso. Un enfermero dejó un mando a distancia a uno de los pacientes para que cambiara de canal, que es una cosa prohibida en el ala de psiquiatría. Hay una confusión por parte de los enfermeros y uno de ellos dijo: ‘He sido yo quien le ha dejado el mando’. Parece ser que en ese momento me levanté y dije: ‘¡Punto para los locos!’. Habíamos ganado y teníamos razón. Resume, en tono de humor, lo que me ha quedado a  raíz de escribir el libro, que es: ‘¡Hostia! Algo que nos ha pasado en la cabeza ha servido para ayudar a otras personas’. De manera que es un punto para los locos, un contador, idiota por mi parte, que está en mi cabeza y apunta a sacar cosas positivas de lo vivido.

P.- ¿Qué se siente al saber que algunos de tus seguidores se la han llegado a tatuar?

R.- Es muy bonito y muy salvaje. Yo creo que, de alguna manera, es una forma de dejar de sentir vergüenza por algo que te ha pasado o por esconder que padeces una enfermedad mental. Verbalizar y tener presente todo el tiempo ‘esto me ha pasado, no pasa nada, he salido adelante’, una especie de recordatorio de que no te tienes que avergonzar.

Lo bonito del proyecto y del movimiento que se genera alrededor de ‘Por si las voces vuelven’ es darse cuenta de que no estamos solos en absoluto

P.- El fenómeno ‘Por si las voces vuelven’ se ha amplificado y crecido a través del podcast del mismo nombre.

R.- Se ha abierto un poco la puerta al 'no me da apuro contarte que estoy pasando por esto, porque te va a servir para entender que no estoy solo y a ti te va a servir para entender que no estás solo también'. Lo bonito del proyecto y del movimiento que se genera alrededor de ‘Por si las voces vuelven’ es darse cuenta de que no estamos solos en absoluto. Todo el mundo está pasando por movidas muy similares.

P.- Uno de tus últimas conversaciones, que es como te refieres a estos encuentros, fue con Antonio Expósito y hablasteis con una naturalidad impresionante del trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que padece. ¿Dónde está la clave para superar el tabú que rodea la enfermedad mental y poder hablar desde la normalidad?

R.- Una de las claves es el lenguaje, no tiene más, y la otra, que gente que lo haya vivido te lo cuente. Cuando Expósito cuenta lo que él vive, es muy fácil que, si tú estás viendo eso, lo entiendas. Yo puedo teorizar sobre lo que creo que es y contarte lo que pueda haber leído, pero no voy a ser capaz de ponerte un ejemplo exacto. Como que tiene que hacer fotos al plato de ducha para estar seguro a lo largo del día que se ha duchado o mandarse mails diciendo no voy a hacerte daño ni a robar material ni a ser grosero. Movidas como ésta sólo las pueden entender los que lo estén viviendo.

P.- ¿Te sirven estas conversaciones para mirarte a ti mismo?

R.- No lo uso para mirarme a mí, pero sí para detectar ciertas cosas. Cuando me pasan algunas cosas, pienso, esto es lo que me contó Nach, Nucelar o Dani. Me permite entender un poco mejor los agobios de los demás, porque ya has hablado con alguien que estaba ahí. Si alguien, de repente, se pone 20 veces a asegurarse de que lleva las llaves, ahora no le diría lo ha mirado ya 20 veces. Pensaría que es su sistema de comprobación y lo dejaría estar.

Nunca tendría la certeza de si un político se ha puesto en contacto porque quiere hablar realmente de su movida por si le sirve de algo a alguien

P.- Tu podcast ha llegado a un punto en el que te has encontrado que son ellos, tus invitados, los que te llaman para contarte su historia. ¿Se ha puesto en contacto contigo algún político?

R.- No, que yo recuerde. Tampoco me interesa mucho ese mundo, me resulta extraño pensar en otros gremios y me resulta más accesible el mundo relacionado con el mío. Si te soy sincero, creo que tampoco me embarcaría en tener una conversación con ningún político porque podría desviarse la conversación. Nunca tendría la certeza de si un político se ha puesto en contacto porque quiere hablar realmente de su movida por si le sirve de algo a alguien, o por si hacer ver que su partido se ha preocupado más por estos temas.

P.- ¿Sanidad pública o privada?

R.- Yo estuve por lo público, en la Seguridad Social.

P.- ¿Crees que la sanidad pública tiene los recursos suficientes para atender adecuadamente la salud mental?

R.- No soy de los que haya hecho un estudio ni un análisis de cuántas herramientas hay.  Pero en las calles la gente se moviliza diciendo que no hay suficientes herramientas para proteger la salud mental, entonces, obviamente la respuesta es no.

Protejámonos primero, de forma individual y luego ya vemos qué herramientas deben mejorarse

P.- ¿Qué cosas crees que deberían mejorarse?

R.- No tengo ni la más puta idea de las cosas que deberían mejorarse, pero obviamente imagino que tener más herramientas. Es absurdo pensar que algo va a cambiar cuando la gente lleva siglos pidiendo más recursos para algo y no se le dan. Algunas cosas se pueden cambiar de la noche a la mañana es indiscutible, ha sucedido. Te han dicho que te quedes en tu casa y no salgas de la noche a la mañana y lo has hecho.  Entonces, si alguien quisiera poner remedio, lo pondría. Lo que creo es que es indispensable que cada uno empiece a cuidar su propio entorno. De nada me sirve alguien que diga que no hay suficientes herramientas para proteger la salud mental si llegas a casa y tu pareja te dice que ha tenido un mal día y respondes ‘no me calientes con tus cosas, que yo también tengo lo mío’. Eres un hipócrita. Quiero decir, protejámonos primero, de forma individual y luego ya vemos qué.

P.- En tu caso, por suerte, pudiste dejar la medicación y en este momento no tienes ningún tipo de tratamiento farmacológico. ¿Has tenido que dejar totalmente el alcohol y las drogas?

R.- No he tenido qué. Mi sentido común me ha llevado a pensar que es más inteligente no consumirlos. Pero si de repente estoy en una situación idílica y me apetece una copa de vino, me la tomaré. En cualquier caso, no soy alguien que recurra al alcohol de forma habitual. He descubierto zumo de tomate y soy extremadamente feliz con él.

Nadie debería saber lo que va a decir hasta que termina de escuchar

P.- Según tus propias palabras antes eras un “idiota” y un “gilipollas”. ¿Eres ahora mejor persona?

R.- Sin duda. Creo que tiene que ver con una frase que menciono en el libro y que a mí me cambió la forma de entender las cosas. Y es que nadie debería saber lo que va a decir hasta que termina de escuchar. O sea, generalmente la gente está pensando en la réplica, en si está o no está de acuerdo, en qué le va a decir después y ver si consigue apretar un poco para conseguir que le digan lo que está buscando, etcétera, etcétera, en lugar de estar escuchando de verdad. Cuando te pones a escuchar de verdad, el mundo cambia por completo y la cosa avanza. No lo hubiese descubierto si no me llega a pasar lo que me pasó.

Quien se centra en Twitter cree que Twitter es la vida y te estás perdiendo el 1.000% de la vida real

P.- Estás muy presente en las redes sociales, sobre todo con tu informativo rápido, ¿cómo llevas las polémicas que a veces provocan algunos de tus comentarios?

R.- Me la pelan infinito. He trabajado en televisión, sé de qué va esto y no me preocupa lo más, lo más mínimo. Lo bueno es que hoy en día la gente ya sabe quién eres, lo que haces y lo que dices. No tiene más. Tampoco estoy todo el día en redes sociales. Además, ni siquiera son polémicas en redes sociales, son polémicas en Twitter, que es muy distinto. Hoy en día, cuando se habla de redes sociales y relacionado con polémica, deberíamos ser más específico, porque no están ni en Facebook, ni en YouTube, ni en Linkedin. Entonces cada red social tiene su propia, su propia regla y muchas de ellas ni siquiera trascienden a otros sitios. Lo que pasa es que quien se centra en Twitter cree que Twitter es la vida y te estás perdiendo el 1.000% de la vida real.

P.- ¿Utilizas solo las redes sociales para tu trabajo?

R.- Están principalmente para el informativo, para comunicación. Es verdad que hay algo muy divertido dentro de las redes, porque se crea una comunidad y bromeas con la gente. Es una herramienta más del cómico. Pero no la utilizo a nivel usuario, no soy de los que comparte cosas como dónde estoy comiendo y con quién, ni bombardeando con imágenes en la playa. A mí me sirve que estés en la playa para contar algo. Por ejemplo, si me enseñas a bucear, pues me apunto a verte. Yo sólo las uso para tratar de ofrecer contenido.

P.- ¿Te has reinventado tras el brote y, sobre todo, a raíz de la pandemia?

R.- Yo llevaba mucho tiempo tratando de crear contenido en el mundo digital. No me terminaba de lanzar porque me daba la sensación que la gente está muy acostumbrada a que estéticamente el contenido sea visualmente impecable, porque es lo que vemos en la tele, con decorados que se ven muy bien, imagen en gran definición, etcétera. Pero con la pandemia me di cuenta de que en la tele se empezaban a emitir cosas pixeladas, cosas que se veían mal, se cortaba la conexión, no hacían falta decorados... Y entonces pensé que era el momento de probar cosas y experimentar.

P.- Ahora estás preparando tu gira ‘Punto para locos’, que culminará el 27 de diciembre de 2023 en el WiZink Center de Madrid. ¿Cómo se monta un espectáculo como ese, inédito en España?

R.-  ‘Por si las voces vuelven’ ha abierto una puerta a un lugar en el que he descubierto el poder que puede tener la comedia en combinación con las palabras. Tiene un poco la misma función que el libro de echar un cable a quien pueda estar viviendo cosas complicadas o no. Llevar a un monólogo todo lo que he aprendido en este año.

La comedia consigue romper ciertas barreras que te permiten llegar al otro de forma más rápida

P.- ¿Siempre de la mano del humor?

R.- Bueno, porque no sé hacerlo de otra manera. Pero decir eso ya es no es ni siquiera a propósito. Con la comedia es mucho más fácil comunicar que sin ella. Se consigue romper ciertas barreras que te permiten llegar al otro de forma más rápida.

‘Punto para los locos’ no es un monólogo sobre sobre enfermedades mentales y cómo enfrentarse a ellas. Es un texto en el que lo que pretendes es usar la misma estructura que tiene 'Por si las voces vuelven' para tratar de llegar a rincones un poco distintos y tratar de tener nuevas herramientas con las que enfrentarte a ciertas cosas. Es difícil de explicar cómo es, pero sí que no es ‘hola, bienvenidos al monólogo de la salud mental’. No es eso.

P.- ¿El código para hacer reír es el mismo cuando estamos hablando de algo como la salud mental?

R.- Es exactamente igual. O sea, tú lo que necesitas es coger algo que todo el mundo pueda entender y llevarlo a un sitio donde puedas bromear con ello. No tiene más. El hecho de que tú tengas agorafobia no implica que no se pueda bromear con ello, no pasa nada. Probablemente quien no lo tiene te dirá que no se pueden hacer bromas con eso. Pero en las firmas de libros he visto que las personas que sí tienen problemas, tienen también sentido del humor. Son las que más recurren al humor para tratar de minimizar el problema.

Un cómico te podría explicar el porqué de una broma,  alguien que sea grosero no podrá explicarlo

P.- ¿Crees que el humor debe tener límites?

R.- El límite del humor lo pone quien está escuchando. Primero tienes que saber si es humor o no es humor y entender si la persona ha hecho una broma o simplemente ha sido grosero. Un cómico te podría explicar el porqué de una broma,  alguien que sea grosero no podrá explicarlo. Es así de sencillo. Puede ser que una broma te te guste o no, pero tú eres muy libre de dejar de ver ese humor y dejar de escucharlo.

P.- ¿Te pones límites como cómico?

R.- Yo tengo mi forma de hacer humor. Cada cómico trabaja en su línea, pero no creo que un cómico piense 'este es mi límite'. Simplemente hay cosas que no le salen por la propia inercia de hacer humor con eso.

Jamás improviso en mis monólogos

P.- ¿Improvisas en tus monólogos?

R.- Nunca jamás. Jamás. A menos que suceda algo extremadamente salvaje que tenga la certeza de que todo el público ha visto. No soy cómico de improvisar para nada.

P.- ¿Estás metido en la espiral de ‘Por si las voces vuelven’ para siempre?

R.- Ojalá. Cuanto más tiempo se mantenga en el aire, menos tapujos tendrá la salud mental. ‘Por si las voces vuelven’, claramente, ha marcado un antes y un después en mi vida. Es inevitable. Es el proyecto que más lo ha hecho en los últimos años, a muchos niveles, no sólo en lo laboral, también en lo personal. Tiene una magnitud más que suficiente como para que me acompañe siempre. Ni siquiera he procesado todavía que llevemos 15 ediciones, una edición especial, está en Colombia, en México, quieren traducirlo a otros idiomas… Todo esto en un año. No va a haber un ‘hasta aquí se cierra y se acabó’. Me acompañará siempre, seguro.