Ni las constantes imputaciones ni las condenas a prisión consiguieron frenar la vida de escándalo del ex marido de Mar Flores. El nombre de Javier Merino empezó a resonar en 2001 cuando, tras dos años de relación con la modelo, dieron el paso de darse el ‘sí quiero’. Desde entonces, fruto de esta relación, han tenido cuatro hijos: Mauro, Beltrán, Bruno y Darío. Una trayectoria tanto familiar como empresarial que siempre ha estado en el centro mediático y, en el segundo caso, también en el núcleo de la polémica y bastante más agitada que la personal. Esta última tuvo uno de sus marcados episodios en 2016 cuando, después de 15 años de matrimonio, la exmodelo y el empresario decidieron poner fin a su relación. Un batacazo sentimental que para nada tiene que ver con los numerosos fracasos profesionales que ha protagonizado Merino.

El último, de candente actual, tiene ahora bajo amenaza el trabajo de centenares de agricultores y ecologistas, así como de miles de vecinos de Ciudad Real que ven cómo sus tierras son el siguiente objetivo de destrozo en manos de Merino. La empresa regentada por el exmarido de Mar Flores, Quantum Minería, presenta ahora un proyecto consistente en la explotación de un total de 9 mil hectáreas de tierras raras en el Campo de Montiel, de la mencionada provincia castellanomanchega. Más que un nuevo capricho del empresario se trata realmente de la recuperación de un proyecto que ya fue lanzado hace seis años, en 2018, y que no obtuvo el permiso de las autoridades por no pasar los trámites ambientales.

Durante el camino y con las constantes intentonas de recuperarlo por parte de la empresa de Merino, miles de vecinos de Valdepeñas, Torrenueva y Santa Cruz de Mudela, los tres municipios especialmente afectados, se han unido para construir un muro de contención y frenar la especulación del empresario esta vez en sus tierras. De esta manera y con este propósito nació ‘Sí a la Tierra Viva’, una plataforma que llevó a Quantum Minería al Defensor del Pueblo por “presiones e injerencias” y que ahora está en pie de guerra tras la vuelta del proyecto, con el nombre en esta ocasión de “Neodimio”. Su presidente, Luis Miguel, en conversaciones con ElPlural.com ha aclarado que la empresa de Merino en ningún momento ha hecho amago de contactar con ‘Sí a la Tierra Viva’ y ha denunciado que “estén moviéndose por los despachos sin avisar a la ciudadanía” en un proyecto que “atenta contra nuestras vidas, nuestra tierra y nuestra salud”. Mientras las actuaciones de Merino avanzan, el pueblo también lo hace. Sin ir más lejos, el pasado 11 de junio alrededor de 200 personas se concentraron para analizar los riesgos que el proyecto actual de Javier Merino supone para “nuestras vidas, nuestra tierra y nuestra salud”, como señaló Luis Miguel.

Escándalo en Estepona

Si se atiende a su historial profesional como empresario, que ha llegado a tocar diferentes sectores como el de la hostelería, la construcción, la restauración, o la industria petrolera, al margen de la minería, Javier Merino ha dejado su huella en diferentes puntos de la geografía española.

En 2008 Merino fue imputado por delito de cohecho en el caso ‘Astapa’. En pleno escándalo por corrupción en el Ayuntamiento de Estepona (Málaga), la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 del citado municipio lo imputaba por la presunta concesión de pagos a las arcas municipales y a varios implicados en este caso. Según pudo desvelar la investigación, el empresario Merino tenía dos convenios para hacer obras en los terrenos de La Dalena y Loma Redonda, cuyas valoraciones se realizaban a un precio mucho inferior al del mercado. Esto supuso un desajuste de 50 millones a favor de las empresas promotoras en un total de 12 convenios urbanísticos.

Al margen de ello, cinco años más tarde, en 2013, el exmarido de Mar Flores fue nuevamente objeto de la justicia. En esta ocasión, se le condenó a un año de cárcel y al pago de 1 millón y medio de euros por delito de uso de información privilegiada. Según la sentencia, Merino vendió acciones de la empresa Cartera Hotelera siendo consciente de que el precio iba a bajar cuando se hiciera pública la venta.

Apenas un año después, Global Witness, ONG contra la explotación de recursos naturales, alzó también la voz para denunciar que la petrolera Star Petroleum, estrechamente vinculada a Merino y dirigida por un conjunto de empresarios españoles, estaba negociando en Sudán del Sur la explotación de dos bloques exploratorios. Las acusaciones de la ONG giraron en torno a la falta de ética de la empresa al considerar que Javier Merino, “un hombre de negocios condenado por un fraude millonario”, estuviera al mando de aquel proyecto.

Con una trayectoria repleta de deudas y entre los morosos de Hacienda, un juzgado madrileño quiso poner fin a las inversiones del empresario y hacerle pagar sus deudas. Por esto mismo, la mítica Sala Fortuny, en Chamberí, salió a subasta por 23,5 millones de euros, y la única puja que recibió fue de 16,5 millones de euros. Esta orden se producía después de varios años liquidando su patrimonio y en el camino de pagar sus deudas.

A la vista está que Merino no tiene intención de frenar su actividad tras el reciente anuncio de explotación de tierras raras en Campo de Montiel, aunque ahora, deberá hacer frente no solo a la justicia, sino también a la administración pública, a la Diputación y al pueblo unido y combativo.

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