El año 2024 ha sido especialmente dramático en las montañas españolas, donde un alarmante incremento de muertes y rescates ha dejado una profunda huella en la comunidad de montañistas y en las autoridades. Las cifras hablan por sí solas: en Aragón, 25 personas han perdido la vida, mientras que, en Cataluña, el número de fallecidos asciende a 14. Estos trágicos eventos subrayan la necesidad urgente de reforzar las medidas de seguridad y la conciencia sobre los peligros que entraña la montaña, a la vez que destacan la labor incansable de los equipos de rescate que, a menudo en condiciones extremas, han trabajado para salvar vidas en situaciones límite. Este año quedará marcado en la memoria colectiva como uno de los más oscuros para los amantes de la montaña en España.

Aragón ha sido, sin duda, la comunidad más golpeada por estas tragedias. Los 25 fallecidos en sus montañas en lo que va de año representan un incremento significativo respecto a años anteriores -un 15% más que en 2023, según los datos del Greim (Grupo de rescate e Intervención en Montaña)- y han hecho sonar las alarmas entre las autoridades locales y los grupos de rescate. La orografía accidentada de los Pirineos aragoneses, junto con las cambiantes condiciones meteorológicas y, en muchos casos, la falta de preparación adecuada por parte de los excursionistas, han sido factores clave en el elevado número de accidentes fatales.

En Cataluña, la situación no ha sido menos grave. Con 14 fallecidos en sus montañas en 2024, la comunidad ha experimentado uno de los años más letales de la última década. Las áreas montañosas del Montseny, los Pirineos catalanes y el Parc Natural de la Serra de Montsant han sido escenarios de múltiples accidentes, muchos de ellos fatales. Las autoridades catalanas, conscientes del creciente número de incidentes, han redoblado sus esfuerzos en campañas de prevención y han emitido múltiples alertas sobre las condiciones peligrosas en las montañas. Sin embargo, estos esfuerzos no siempre han sido suficientes para evitar la tragedia.

“Desgraciadamente, los números siempre son al alza. Puede que un año, por circunstancias específicas, bajen un poquito, pero al siguiente vuelven a subir. Esto es una espiral que cada vez va a más”, subrayaba el subteniente y jefe accidental de los Greim de Aragón y Navarra, Jesús Guillén, en una entrevista concedida a ‘El Heraldo’. “Muchos no se informan lo suficiente como para ver que es una actividad que sobrepasa sus posibilidades. Hay una falta de prudencia pensando ‘Vamos a la montaña porque hemos visto un paisaje espectacular en internet’. No saben que para llegar allí tienen 2 o 3 horas de marcha con desniveles importantes”, añade.

Los peligros de la montaña

El balance de este año pone de manifiesto una realidad preocupante: la montaña, con toda su belleza y atractivo, sigue siendo un entorno peligroso que exige respeto y preparación. Los expertos coinciden en que el incremento en el número de accidentes fatales está relacionado tanto con un aumento en la afluencia de visitantes a las áreas montañosas como con una creciente tendencia a subestimar los riesgos. La popularización de actividades al aire libre, especialmente tras la pandemia, ha llevado a muchas personas a aventurarse en la montaña sin la formación o el equipamiento adecuado, lo que ha resultado en un trágico aumento de incidentes.

A pesar de las estadísticas sombrías, es importante destacar el papel crucial de los equipos de rescate, que han realizado un número récord de operaciones en 2024. En Aragón y Cataluña, estos profesionales han trabajado en condiciones extremadamente difíciles, enfrentándose a tormentas, terrenos inaccesibles y, en muchos casos, a situaciones de riesgo para sus propias vidas. Su valentía y dedicación han permitido salvar a muchas personas, aunque, lamentablemente, no siempre han podido evitar la tragedia.

El cambio climático, una seria amenaza para los excursionistas

El cambio climático ha añadido una nueva capa de riesgo para los excursionistas en la montaña. Las condiciones meteorológicas son cada vez más impredecibles, con fenómenos extremos que pueden sorprender incluso a los más experimentados. Tormentas repentinas, deshielos inesperados y un aumento en la frecuencia de avalanchas son solo algunas de las consecuencias del calentamiento global que los montañistas deben considerar al planificar sus rutas. Además, las temperaturas elevadas pueden causar agotamiento rápido y aumentar el riesgo de deshidratación, afectando la capacidad de decisión y aumentando la probabilidad de accidentes.

En particular, los golpes de calor se han convertido en un peligro real, incluso en altitudes más elevadas donde tradicionalmente las temperaturas eran más frescas. Este fenómeno, exacerbado por el cambio climático, pone en riesgo a aquellos que no están adecuadamente hidratados o que subestiman el impacto del calor en su cuerpo. La prevención es clave: mantenerse hidratado, planificar las actividades en las horas más frescas del día y conocer los síntomas del golpe de calor pueden evitar que una situación manejable se convierta en una emergencia grave. La conciencia sobre estos nuevos riesgos es fundamental para quienes buscan disfrutar de la montaña de manera segura en un entorno cada vez más cambiante.

La montaña no es un parque de atracciones

La montaña, con su imponente belleza y desafío, es un entorno que exige respeto y preparación. La responsabilidad del excursionista es crucial para garantizar la seguridad tanto propia como de los demás. En un año como 2024, donde el número de accidentes y muertes en montaña ha sido alarmante, se hace más evidente la necesidad de una preparación adecuada y una conciencia plena de los riesgos que implica cualquier actividad en estos entornos.

La preparación empieza mucho antes de pisar la montaña. Conocer la ruta, estudiar las condiciones meteorológicas y contar con el equipo adecuado son pasos fundamentales. No se trata solo de llevar el calzado y la ropa adecuada, sino de estar preparado para imprevistos, como cambios bruscos de tiempo o desorientación. En este sentido, la formación en técnicas de supervivencia y primeros auxilios se vuelve vital. Saber cómo reaccionar ante una emergencia, cómo abrigarse adecuadamente en caso de tener que pasar la noche al raso, o cómo tratar una lesión mientras llega la ayuda, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Además, es esencial respetar las recomendaciones de seguridad emitidas por las autoridades y expertos en montaña. Estas no son simples sugerencias; están basadas en la experiencia y en un profundo conocimiento del terreno y sus peligros. Ignorar advertencias sobre condiciones climáticas adversas o subestimar la dificultad de una ruta puede tener consecuencias fatales.

Finalmente, la responsabilidad del excursionista incluye una actitud consciente y respetuosa hacia el medio ambiente y hacia otros montañistas. La montaña no es un parque de atracciones, y cualquier acción irresponsable no solo pone en riesgo al propio individuo, sino también a aquellos que puedan verse involucrados en un eventual rescate. Prepararse, respetar las normas y actuar con conciencia son pilares fundamentales para disfrutar de la montaña de manera segura.

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