Estos días en los que vemos como algunos políticos buscan el enfrentamiento entre la población, nos hace recordar un mal endémico que parece haber en España y como tal lo reflejó el marqués de la Ensenada, con una frase que ha pasado a la historia:

No hay en Europa (…) reino en que menos se haya ejercitado el arte para (…) socorrer unas provincias a otras, evitando la extracción de dinero a dominios extraños

Sin embargo hay una aventura fascinante aún por contar, la historia fraternal de España, en la que pasamos de no ayudarnos unos a otros a meternos en proyectos de los que luego no supimos salir dada su titánica magnitud.

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El marqués de la Ensenada lamentaba la falta de cooperación entre las provincias españolas para lo cual tomó medidas tan curiosas como el espionaje industrial con el que mejorar la tecnología en España.Remontémonos a 1509. La situación en Castilla no era compleja, era lo siguiente. Todo el proyecto político de los Reyes Católicos dependía de un niño de 9 años que lógicamente no podía gobernar, entre otras cosas porque su padre había muerto y su madre maniatada por unos y otros vivía en el encierro bajo la excusa de haber perdido el seso.

Por lo tanto, fueron los abuelos del pequeño Carlos V los que se dirimían la regencia. Fernando el Católico desde Aragón y el emperador Maximiliano desde Austria. Pese a esa inestabilidad política las cortes de Valladolid comienzan a plantear soluciones al aislamiento geográfico de Castilla, que al verse rodeada por montañas veía limitado el negocio de las exportaciones.

Maximiliano de Austria y su esposa María de Hungría, dieron el visto bueno a proyectos que trataban de mejorar las comunicaciones en la llanura con un ingenioso sistema. Hacer los ríos navegables.

En este sentido el Pisuerga, el Arlanza o el Arlanzón son los primeros objetivos y aunque hay numerosas dificultades por la cantidad de molinos que represan las aguas un arquitecto genial ofrece una solución, se trata de Bartolomé Bustamante quien proyecta una idea basada en canalizaciones paralelas al río que salvasen los impedimentos pudiendo retornar al cauce cuando este fuese navegable.

El proyecto fue aceptado pero nunca puesto en marcha dado el cambio de gobierno. Hubo que esperar doscientos años para que se pusiese en marcha otro plan parecido, pero de dimensiones épicas, el Canal de Castilla cuyo objetivo ya no solo era hacer los ríos navegables si no unir fluvialmente Segovia con Reinosa. Las obras proyectadas por Antonio de Ulloa bajo la protección del marqués de la Ensenada se pusieron en marcha aunque no todo se llegó a terminar. Pero aun así fue aprovechado y rentabilizado hasta el siglo XIX.

Una generación más tarde ya en tiempos de Felipe II, un nuevo proyecto colosal fue presentado ante su majestad. Hacer de Madrid un puerto de mar.
Las obras fueron encomendadas a Giovanni Batistta Antonelli, un ingeniero militar que trataría de hacer navegable el Tajo de Lisboa hasta Aranjuez para desde allí remontar las aguas del Jarama hasta Vaciamadrid donde el Manzanares daría acceso directo a la capita.

Unir Madrid con el mar hubiese sido una de las mayores obras de ingeniería de la humanidad.

El plan lógicamente no se concluyó dados los medios, económicos, humanos y materiales del siglo XVI pero dos siglos después la idea fue retomada por el arquitecto Isidoro González Velázquez quien si lo logró al menos en el tramo que unía Madrid con el Jarama.
Estos proyectos siempre fueron tachados de utópicos e irrealizables pero no menos se dijo del plan propuesto por  el dominico fray Tomás de Berlanga cuando ejercía como obispo de Panamá.

Este hombre de fe pero también de ciencia mostró siempre un especial interés por la geografía y sus secretos, no en vano terminó descubriendo las islas Galápagos, pero sin duda su mayor genialidad llegó el 22 de febrero de 1535 cuando escribió una carta al rey Carlos I exponiéndole su plan: Unir Panamá la vieja con el Castillo de San Lorenzo de Chagres aprovechando el río Chagres y los demás acuíferos de la zona.

En resumen fray Tomás de Berlanga se había adelantado 379 años al proyecto del Canal de Panamá. Un buen ejemplo para reflexionar sobre las grandes obras que hemos perdido por no haber estado atentos a los proyectos de mentes brillantes.

Fray Tomás de Berlanga, un soriano que quiso unir océanos