Yolanda Díaz vuelve a situarse, sin quererlo, en el ojo del huracán. No gusta de las disputas partidistas, tal y como ella misma ha reiterado en no pocas ocasiones; y sin embargo, día sí y día también se ve involucrada en el fuego cruzado del Gobierno de coalición. Tiempo ha que afloran profundas diferencias entre PSOE y Unidas Podemos. Algunas salvables. Otras menos. Reforma laboral [la pugna entre la ministra de Trabajo y Nadia Calviño fue cruenta], Sáhara Occidental, envío de armas a Ucrania, la gestión de la situación del rey Emérito Juan Carlos I y, ahora Pegasus. Los reproches entre dirigentes morados y socialistas han sido la tónica habitual. Y en medio, Díaz, quien en ocasiones se ha posicionado del lado de los suyos y, en otras, ha adoptado una postura diametralmente opuesta. El espionaje con Pegasus amenaza con dinamitar por completo la ya delicada unidad en Moncloa y toda la responsabilidad de desactivar la carga explosiva recae sobre la gallega.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo se encuentra entre dos aguas. Sí, apoya la creación de una comisión de investigación en el seno del Congreso de los Diputados en sintonía con Unidas Podemos; pero no, no urge a la dimisión de la ministra de Defensa, Margarita Robles, como sí hacen Ione Belarra o Pablo Echenique. Se desmarca, así de sus compañeros de coalición.
En un desayuno informativo celebrado por Europa Press, ha valorado positivamente que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pusiera en manos de la justicia española el espionaje sufrido con Pegasus; pero le emplaza a depurar responsabilidades una vez esclarecidos los hechos. La dirigente morada y previsible candidata a Moncloa ha considerado que el caso Pegasus es “de extrema gravedad”. “Cuando el presidente del Gobierno ha sido espiado -también la ministra de Defensa, Margarita Robles- se pone en tela de juicio la democracia de nuestro país”.
Robles es pieza de caza mayor, pero atesora la protección de Sánchez y Díaz no pide su dimisión (aún).
El PSOE se niega a abordar Pegasus en un órgano público escudándose en la ley de secretos oficiales, la del CNI y la de Seguridad Nacional. En este sentido, la ministra ha pedido a sus socios “no confundir asuntos declarados como secretos o reservados” con “la posibilidad de investigar”. “Yo, si soy espiada, quiero saber lo que ha pasado”, ha abundado. Es por ello por lo que ha tildado de “acertada” la decisión de Sánchez de acudir a la justicia: “Es un paso adelante. No hay que tener ningún miedo a esclarecer los hechos y que se conozca qué es lo que ha pasado. Estamos hablando de derechos…”.
La protegida de Sánchez
Desde que trascendiera Pegasus, los morados señalan a Robles; pues bien por acción o bien por omisión, la consideran responsable de lo ocurrido. Tanto es así, que diputados de la bancada morada se despacharon a gusto en su cuenta oficial de Twitter: “Pura cloaca. Una jodida vergüenza. Para empezar para muchos de sus compañeros y compañeras del PSOE. Pero bueno si tienes a Robles de ministra de Defensa pues ya sabes lo que puede pasar en situaciones así. Cada cual viene de donde viene y eso al final siempre acaba emergiendo”, espetó Pedro Honrubia.
No es la primera vez que Robles choca con los morados. De hecho, el cruce de declaraciones entre Ione Belarra, secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, y la titular de Defensa son habituales. Ocurrió con la invasión de Rusia a Ucrania, con la OTAN, con el Sáhara Occidental, por el rey Juan Carlos I… Y todo eso únicamente en los últimos meses.
En la sesión de control celebrada el 19 de abril en el Senado, Robles insistió en que no hay caso Pegasus y que todo “todo lo que se ha hecho ha sido conforme a la ley”. Fue su versión inicial. Ahora bien, en privado, Robles acusa al fuego amigo de la cacería iniciada contra ella, y los dedos señalan a Pablo Iglesias como instigador. Cierto es que, desde su podcast, ha cargado con dureza y la ha puesto en el disparadero. Se aventuró a urgir su dimisión porque su situación es "insostenible" y está arrastrando a Sánchez.
Robles es pieza de caza mayor para los morados y el resto de socios del bloque de investidura, pero su puesto no corre el menor riesgo. Su nombre figura entre los ministros espiados junto a Sánchez y cuenta con el total respaldo del presidente del Gobierno. No habrá cese de ningún tipo.
El PSOE se ha esforzado en desvincular Pegasus de otros asuntos, pidiendo a sus aliados que votaran el Plan Ucrania valorando únicamente el paquete de medidas y no el contexto en que se producía la votación. EH Bildu salvó el decreto, pero exigió, también, depurar responsabilidades. Traducido al sincerolés: dimisiones. Y no les basta, según fuentes, con la hipotética dimisión de la directora del CNI, Paz Esteban. Quieren la cabeza de Robles. Arduo desafío afronta Díaz.