Corrían las 17:12 horas cuando Pedro Sánchez descansaba sobre el respaldo de su butaca, esbozando una tímida sonrisa y con la mirada fija en Alberto Núñez Feijóo, que estaba finalizando su intervención. Solo él sabe lo que pasaba por su cabeza en ese preciso momento, pero a buen seguro, se estaba frotando las manos. El presidente del Gobierno ha vuelto a zarandear al líder del Partido Popular en su segundo cara a cara en el Senado. Sánchez ha comenzado su intervención presumiendo de atesorar un Gobierno preparado y un plan claro para capear el incierto futuro marcado por la inflación y las consecuencias derivadas de la guerra de Ucrania. A excepción de un par de dardos, no ha afilado el tono hasta la réplica. Ha sido Feijóo el que ha escalado los decibelios de la comparecencia, entrando en el cuerpo a cuerpo con un discurso áspero y atropellado. Aquel relajado Sánchez estaba escuchando a Feijóo y, como si estuviera esperando que dispusiera el ring, se ha acomodado los guantes de boxeo y ha propinado no pocos golpes donde más le duele al gallego: crochet a su imagen de hombre con una dilatada experiencia de gestión y gancho a sus escuetas propuestas.

La expectación era máxima. Sánchez y Feijóo se volvían a medir en un Senado que, otra vez, ha mutado en un improvisado cuadrilátero. El jefe del Ejecutivo ha arrancado admitiendo que “el futuro inmediato sigue cargado de incertidumbres” subordinadas al desarrollo de la guerra y de los impulsos gasísticos de Vladimir Putin, pero “nos hemos preparado”. Tres aspectos ha destacado: el acelerón a las energías renovables, la apuesta por importar gas de otras latitudes como Estados Unidos y un aquilatado plan de contingencia que amparará al 40% de los hogares. “Estamos preparados para cualquier eventualidad y los ciudadanos pueden estar tranquilos. No se van a adoptar medidas drásticas, no va a haber apagones, ni cartillas de racionamiento; imágenes apocalípticas que proyectan los creadores de bulos”, ha remachado.

"No va a haber apagones, ni cartillas de racionamiento; imágenes apocalípticas que proyectan los creadores de bulos"

Acto seguido, ha valorado positivamente la caída de la inflación en el último mes gracias a la intervención de sectores estratégicos, a saber, la vivienda, la energía y el transporte. Por todo, Sánchez ha sonrojado a las tres vicepresidentas, Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera alabando su trabajo en sus respectivas carteras y en la acción conjunta en la unión Europea. “Es un orgullo de equipazo”, ha zanjado, dando las gracias y dirigiéndose a su asiento.

Un Feijóo gemebundo y sin propuestas

El líder de la oposición ha vuelto a quejarse del formato del debate. Lo hizo en la primera comparecencia de Sánchez en el Senado y lo ha repetido. Ya en sus primeras palabras, ha acusado al presidente haber “leído literalmente párrafos del pleno en el Congreso”, por lo que ha pedido “un poco de respeto por la Cámara territorial y por las comunidades autónomas”. Feijóo disponía de 15 minutos para su primera intervención, que han sido más, y cinco de réplica que se han dilatado hasta los 12. En total, ha rondado los 30 minutos. No obstante, no ha tenido a bien exponer un plan alternativo al de Moncloa para lidiar con la inflación y la crisis energética. Ha cargado contra los Presupuestos censurando que no son rigurosos porque se sustentan en un crecimiento irreal pese a que el Banco de España y la AIReF han dado su aval, ha insistido en que despida al 30% de los ministros y ha criticado que el PSOE dibuje un panorama idílico. Todo con un tono eminentemente arisco y un lenguaje atropellado, como si quisiera superar el hándicap de la limitación de tiempo con una velocidad de verborrea endiablada.

Feijóo ha empleado un tono especialmente arisco y un lenguaje atropellado con el que parecía querer superar el hándicap del límite de tiempo

Sánchez le ha preguntado qué opina el PP sobre la excepción ibérica, aquello a lo que otrora llamaba “timo” y ahora acepta después de que Europa lo aplauda y copie. No ha habido respuesta. Tampoco sobre las referencias al fracaso de la bajada de impuestos de la primera ministra británica, Liz Truss, ni acerca de gravar las grandes fortunas, entidades financieras y energéticas. Lo más parecido a una respuesta propositiva ha sido el “no es necesario perseguir al que prospera” que ha verbalizado un Feijóo que se ha centrado en sembrar dudas sobre la viabilidad de las cuentas para 2023. Hasta ha devuelto una frase del propio Sánchez para criticar que no cumplirán las previsiones económicas: “¿Es insolvencia o es mala fe?”.

"¿Ha dicho algo?"

El líder de la oposición ha concluido su discurso afirmando estar preocupado por “la situación en la que va a dejar a las clases medias y humildes, por el incremento irresponsable de la deuda pública y la desventaja competitiva en la que ha metido a España”. Así, pretendía sacudirse el marco sembrado por el PSOE de que el PP es el defensor de los intereses de los ricos y poderosos.

Esas eran las últimas palabras de la intervención preparada de Feijóo. Sánchez, como ya se ha comentado al comienzo de esta crónica, estaba entonces recostado y aguardando su turno. Sonreía, como si supiera que iba a lucirse. Y lo hizo.

El presidente del Senado ha sido permisivo, pero por mucho que hubiera alargado la velada, Feijóo ha vuelto a perder una oportunidad de exponer su plan alternativo de Gobierno

“Lo va a matar”, ha llegado a escucharse por los pasillos del Senado en el momento en que enfilaba los pocos metros que le separaban de la tribuna de oradores. Y retóricamente, en efecto, lo ha hecho. Le ha dado donde más duele. Con esa sorna que caracterizaba a Mariano Rajoy y que en ocasiones rescata el propio Feijóo, le ha dicho: “Usted, que presume de tanta experiencia y tanto saber, no utilice bulos. Usted, que es una persona tan experimentada y que tantos Presupuestos ha hecho… Ha hecho muchos Presupuestos, sí, pero se le olvida decir que triplicó la deuda en Galicia. Se olvida de que subieron [el Gobierno de Rajoy] 50 impuestos mientras aprobaban amnistías fiscales. Usted, que tiene tanta experiencia, debería saber que hay una AIReF y que tenemos que presentar las cuentas en Bruselas”. El rapapolvo ha sido ruidosamente celebrado por la bancada socialista, que se ha fundido en un sonoro aplauso con varios senadores entregados y en pie.

Ante tamaño meneo, Feijóo ha solicitado al presidente de la Cámara Alta, Ander Gil, que “habilitara un plazo adicional” para “contestar a todas las preguntas”. Deseo concedido. El turno de réplica debía haber sido de cinco minutos y se ha alargado hasta superar los 10. Gil ha sido permisivo, pero por mucho que hubiera alargado la velada, Feijóo ha vuelto a perder una oportunidad de exponer a los presentes su plan alternativo de Gobierno. Así que, tras girarse y entregar una pila de papeles al propio Gil, ha comunicado que ese es su plan. “Se los doy al presidente”, ha abundado. Sánchez ha retomado la palabra: “Excepción ibérica. ¿Ha dicho algo?”. Feijóo no ha podido responder porque el formato no se lo permite, pero la respuesta ha retumbado. No. No ha dicho nada.