Primera sesión de control al Gobierno tras la celebración de unas elecciones europeas que han sacudido el tablero político en su flanco derecho. La irrupción de la agrupación Se Acabó la Fiesta, comandada por el activista ultra Alvise Pérez, amenaza el futuro electoral de Vox y en cierto grado, también al del Partido Popular. Sobre ello ha redundado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su turno de réplica y contrarréplica tanto a Alberto Núñez Feijóo como a Santiago Abascal. “Ganaremos las elecciones en 2027 a las tres ultraderechas”, ha augurado el jefe del Ejecutivo.
Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal han ido de la mano en una nueva sesión de control al Gobierno de Sánchez. El jefe de la oposición, si bien no se ha adentrado en la “presunta corrupción” que envuelve al Ejecutivo socialista, sí ha recordado que en su investidura, le advirtió al presidente de que “estaba cometiendo un error”. “Aquí están los resultados”, haciendo alusión a las alianzas que “empiezan a abandonarle” y a las investigaciones judiciales a personas de su entorno o del gabinete. “Están acorralados”, ha precisado el dirigente del Partido Popular, que avanzaba que la réplica de su adversario se sujetaría con “derecha, ultraderecha, Franco y el fango”. En cualquier caso, retomando la atribuida debilidad parlamentaria, ha sacado pecho de haber tramitado más leyes desde la oposición que la coalición desde el Gobierno. “¿Cree que se puede gobernar así?”, le infirió.
En este sentido, Feijóo urgió a Sánchez a tomar una determinación porque esta legislatura “no da más de sí”. “No eternice lo que es inviable”, le aseguraba, al tiempo que agitaba los resultados electorales de este 9 de junio para recordar que la última vez en sede parlamentaria la advirtió que “se iba a dar el gustazo” de ganar al líder de la oposición: “El gustazo es mío, señoría”. Tras el dardo irónico, remataba su intervención interrogando al presidente del Gobierno si le entregaría la Generalitat a Carles Puigdemont “para que le deje gobernar un poco más”.
Abascal profundizaba un par de niveles más que su socio habitual. “¿Está dispuesto a meternos en una guerra para tapar su corrupción?”, espetó el dirigente de Vox. El ultraderechista apeló a los “conflictos diplomáticos” con los gobernantes de Argentina o Israel, así como una presunta colección de insultos a Giorgia Meloni, Marine Le Pen o Donald Trump. Una estrategia, según sostiene, que no hace sino “esconder la corrupción de sus ministros, de su familia y de la ley de amnistía”.
El ultraderechista le recrimina que se ciña a un salvavidas de uso exclusivo para él y se olvide de “los intereses de los españoles”. “Inicia conflictos diplomáticos, insulta a los jueces… Todo para permanecer en el poder a cualquier precio. Nada para defender a los ciudadanos”, ha afeado el jefe de filas de Vox, quien aprovechaba para introducir en su disertación la aprobación de una Ley de Amnistía gracias a la inacción de un PP que “no quiso bloquearla en el Senado”. Asimismo, zarandeó al Partido Popular Europeo por “blanquear” lo que ha calificado como un “Gobierno de la extrema izquierda” como es el de Sánchez, aludiendo al pacto entre conservadores y progresistas en Estrasburgo.
La hidra ultraderechista
Dado que Feijóo utilizó sus primeras líneas discursivas para arrojarle a la cara el resultado electoral, Sánchez lo recogió, lo reformuló y se lo devolvió. El presidente del Gobierno, felicitando al líder de la oposición con cierta sorna por la victoria del domingo, insinuó que el conservador consiguió un balón de oxígeno para que “los suyos le permitan hacer oposición un tiempo más”. “Se le va a hacer largo”, advertía el presidente socialista, al tiempo que se aventuraba a relatar los siguientes pasos de un Partido Popular cuya estrategia es “todo un galimatías”. “Pasó de decir que no era presidente porque no quiso para después plantear una moción de censura con los que no quiso ser presidente”, despachaba con una ancha sonrisa en la cara. Todo ello para volver a la casilla de salida y reprocharle que su discurso hiperbólico ha generado “polarización” y el surgimiento de una nueva fuerza ultraderechista. “En los próximos años se presentarán usted, Abascal y Alvise y vamos a ganarles a los tres. Y si no, al tiempo”, remató.
De igual modo se dirigió a Santiago Abascal, a quien afeaba sus “lecciones de patriotismo” pese a ser el primero en “salir corriendo” hacia Benjamin Netanyahu para “darle una palmadita en la espalda” y animarle a continuar con sus “bombardeos indiscriminados sobre Gaza”. En cualquier caso, Sánchez comprende el nerviosismo tanto del Partido Popular como por supuesto de Vox. “Le ha salido un duro rival. Estaba acostumbrado a hacer declaraciones de mucha radicalidad y a competir en el ámbito ultraderechista con el señor Feijóo y ahora le ha salido un duro competidor”, ironizaba, aludiendo a Alvise.
Como le mencionó previamente a Feijóo, Sánchez reivindicó que no existe una “ultraderecha buena y una mala”, sino que en España prevalece una “derecha aún peor que mala que lo que hace es engordar a la ultraderecha con su discurso”. Así, ha presentado al Gobierno progresista como “un problema” para la extrema derecha de “tres cabezas”. “Con hechos, demostramos la falacia de todos los bulos que profieren con su máquina del fango. Son la internacional ultraderechista en España. Usted salió del PP y Alvise salió del Vox de Abascal. Cuando llegue 2027, volverán a perder”, remató.
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