Hasta ahora, el equipo económico de Mariano Rajoy confiaba en que podría estirar la incertidumbre hasta después de las elecciones andaluzas, pero si la cumbre europea de hoy ratifica los objetivos de déficit público para el período 2012-2014, el Gobierno no tendrá más remedio que poner sobre el papel una fórmula para ahorrar 37.000 millones de euros este año y otros 23.000 millones más en los dos próximos.

Barones territoriales
Independientemente de la fecha exacta en la que el Ejecutivo presente su proyecto de Presupuestos Generales del Estado, todas las comunidades autónomas sabrán, una vez que concluya esta cumbre, si pueden tener alguna esperanza de suavizar los recortes. Los propios barones regionales del PP, que hasta ahora defienden públicamente la política ortodoxa de reducir el déficit pase lo que pase, podrían comenzar una rebelión en toda regla y pedirle al Gobierno central que libere a los gobiernos autonómicos de obligaciones de gastos en sanidad o dependencia.

Más paro y menos ingresos
Con el calendario previsto y con la desviación que han sufrido las cuentas públicas de las comunidades autónomas en 2011, bajar del 8,1% del PIB (que parece que será el déficit total del año) hasta el 4,4% comprometido por ahora con Europa supone ejecutar en un solo año el 60% del ajuste previsto hasta 2014. Eso provocaría la destrucción de entre 200.000 y 300.000 puestos de trabajo adicionales, lo que reduciría la previsión de ingresos realizada por el Gobierno con la subida del IRPF y eso a su vez rebajaría las expectativas de ingresos de las comunidades autónomas.

De Guindos y Montoro
La esperanza de Rajoy en una postura más flexible de Angela Merkel no tiene que ver solo con la capacidad de crecimiento de la economía española, sino que además le arreglaría al presidente del Gobierno parte del problema que tiene en su propio Ejecutivo por el enfrentamiento entre los ministros de Economía y Hacienda, Luis De Guindos y Cristóbal Montoro, respectivamente. Mientras De Guindos anunciaba “ajustes brutales” estos días en la cumbre de Davos, Montoro insiste una y otra vez en la necesidad de que Europa reconsidere los calendarios. Mariano Rajoy, equidistante, dice que España cumplirá lo que le digan y que ahora lo que tiene dicho es el 4,4% para 2012.

Todos ganarían
Un calendario más suave para cumplir con los objetivos de déficit daría la razón a ambos ministros. De Guindos podría seguir defendiendo en sus viajes por el mundo y en sus comparecencias con analistas la determinación del Gobierno para cumplir con los objetivos marcados. Y además lo tendría más fácil, porque los recortes tendrían que ser menores. Y Montoro habría ganado finalmente la batalla por demostrar que con recortes brutales se paraliza todo y es más difícil salir del pozo. Rajoy, pues, tendría no uno, sino tres problemas menos si Merkel da su brazo a torcer.

Todo es posible
Fuentes financieras consultadas por este diario aseguran que los contactos habidos durante los últimos días entre los equipos técnicos hacen posible una suavización de la postura alemana, pero que tendría que ir acompañada de alguna contrapartida. La más sencilla sería el aplazamiento del aumento del fondo de rescate europeo que levanta muchas ampollas en Alemania. Y eso sólo sería posible si el Gobierno griego llega finalmente a un acuerdo con los bancos acreedores, porque el pacto rebajaría la tensión sobre las necesidades de rescate de los países periféricos (Portugal, Irlanda, Italia y España).

Arenas, al margen
Mariano Rajoy, según estas mismas fuentes, va a explicar en sus reuniones con los líderes europeos que el saneamiento de la banca española no necesitará dinero público, ni español ni europeo, lo que espera poner sobre la mesa como contrapartida para que el resto de mandatarios apoyen una revisión del calendario de cumplimiento del déficit, una vez que ha visto que aunque retrase la presentación de los Presupuestos del Estado hasta después de las elecciones andaluzas eso no le va a librar de sus problemas ni va a ser de mucha ayuda para Javier Arenas, candidato del PP en esas elecciones autonómicas y gran amigo de algunos de los ministros del Gobierno central.