La pandemia del coronavirus no solo ha generado un nuevo contexto socioeconómico, la llamada nueva normalidad, también ha modificado notablemente las relaciones entre partidos. Uno de los corolarios de la crisis sanitaria ha sido la modificación del marco de pactos. Los vínculos entre socios naturales han sido sustituidos por enlaces de conveniencia, lo que dibuja un futuro incierto para los próximos tres años de legislatura -toda vez que PSOE y Unidas Podemos prolonguen su idilio-.

El bloque de la moción de censura ha sufrido profundas grietas. La relación entre socialistas y republicanos catalanes se ha deteriorado, EH Bildu no se fía del Ejecutivo Gobierno y el PNV no naja la guardia. Y en lugar de engrasar los distintos engranajes, Pedro Sánchez ha optado por buscar consenso con la oposición.

El presidente del Gobierno sacó adelante su decreto de nueva normalidad con una holgada mayoría parlamentaria gracias al respaldo de Unidas Podemos, Ciudadanos y Partido Popular. Con estas mismas bancadas, pretende aprobar el dictamen de las conclusiones de la Comisión de Reconstrucción. Por el momento ha conseguido sumar a los naranjas, no así a los populares, aunque tanto el PSOE como Pablo Casado coinciden en que hay margen para el diálogo hasta el 20 de julio.

De obtener su apoyo, la corpulencia parlamentaria de Sánchez sería mucho mayor que en su investidura con el bloque de la moción de censura. El problema es que su acercamiento a la derecha ha sacado de la ecuación a sus principales socios y el horizonte de pactos una vez se deje atrás la pandemia se torna difuso.

ERC presiona y necesita un gesto

Tal y como revelamos en ElPlural.com, sectores de la formación independentista presionan internamente para lanzar un ultimátum al presidente del Gobierno tras su acercamiento a Pablo Casado a Inés Arrimadas en detrimento de sus socios de investidura. La búsqueda de consenso de Sánchez con las derechas se interpreta como un desplante hacia el bloque de la moción de censura. Tal es el enfado, que según han confirmado fuentes de Esquerra consultadas por este periódico, hay sectores que están presionando internamente para “dar un golpe en la mesa”.

“O se definen o nos tienen enfrente”, advierte un dirigente de la formación. “Yo, junto a otros porque ya somos varios, voy a defender un golpe en la mesa. Les dimos una vez más la mano y una vez más, lo de siempre”, añade.

Esta fuente se refiere a las conclusiones blancas y genéricas sobre la Reconstrucción presentadas por socialistas y morados, que han dejado fuera del documento medidas como el impuesto a las grandes fortunas para que PP y Cs pudieran sumarse sin reticencias.

Las maniobras de presión de esta corriente han cristalizado en varios envites de ERC a Sánchez. En los últimos días y tras la publicación de un artículo de Oriol Junqueras y el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès; los republicanos exigen al presidente que fije una fecha y un orden del día para retomar los trabajos de la mesa de diálogo.

Y es que, diputados de ERC consideran que “no podemos ir a unas elecciones en Cataluña con este bagaje. Nos machacan. Ya por dignidad…”.

Esquerra necesita de un gesto que le permita plantarse en las elecciones autonómicas catalanas con algún resultado positivo que vender a su electorado. Sánchez no parece por la labor de facilitarlo, lo cual le sitúa en un escenario complejo. Sin el apoyo de ERC y otros socios de investidura, la aritmética parlamentaria para aprobar unos Presupuestos antes de finales de año se le complica. ¿De verdad está dispuesto Pablo Casado a plasmar su firma en un acuerdo de estas características? Y lo más importante: Pablo Iglesias se ha tragado el sapo de los pactos con Ciudadanos, ¿pero hará lo propio ERC en caso de que Sánchez no encuentre apoyo en el PP? “Obviamente no”, es la respuesta que da un diputado consultado por este periódico.

Ayuso vs. Aguado

El acercamiento de Inés Arrimadas al PSOE ha coincidido en el tiempo con la brecha entre Ignacio Aguado e Isabel Díaz Ayuso. El Gobierno de la Comunidad de Madrid se ha resquebrajado con motivo de la lamentable gestión de la presidenta regional en las residencias de mayores durante el Covid-19.

Las condiciones en los centros de mayores eran inasumibles. Ante la falta de personal, había auxiliares que acudían a trabajar en sus días libres por “37 euros brutos al día”, tal y como denunció Emilio Delgado, diputado de Más Madrid, en declaraciones a ElPlural.com.

La residencia Parque Coímbra, sita en Móstoles, fue un claro ejemplo de la situación límite. El número de residentes era aproximadamente de 200, mientras los auxiliares apenas llegaban los 16, lo que daba una media superior a 12 ancianos por cada trabajador. Fuentes del sector consultadas por este periódico apuntan que “lo ideal es no superar los cinco residentes, pero depende de las necesidades de cada uno. Como mucho, serían ocho”.

La gestión de la crisis en las residencias formaba parte del abanico de competencias de Ciudadanos, con Alberto Reyero, consejero de Políticas Sociales, al frente. Reyero consideró necesaria la ayuda del Ejército para atender las residencias, pero Ayuso se interpuso: “No se va a hacer”.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, orden ministerial mediante, le retiró la potestad de los centros de mayores a sus socios naranjas. Un desencuentro que no fue sino el preludio de lo que se avecinaba: la fractura casi total del Gobierno.

Ayuso ha reconocido que incluso sopesó convocar elecciones, ante lo que Aguado respondió tajante: “Sería una irresponsabilidad”. Entretanto, la presidenta de la Comunidad de Madrid coquetea con Vox reuniéndose a escondidas con Rocío Monasterio, lo que sitúa a Ciudadanos en una posición hartamente delicada.